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La Reina de las Nieves Carmen Mart�n Gaite
Novela de formaci�n Reflexi�n sobre el proceso creador y la escritura autobiogr�fica
Mercedes Laguna
2� parte. (De los cuadernos de Leonardo) COMENTARIO Novela de formaci�n Podemos decir que La Reina de las Nieves es una �novela de formaci�n�, porque desarrolla la evoluci�n del personaje protagonista a trav�s de un proceso, sobre todo interior, que le conduce a una mejora respecto a la situaci�n inicial: Leonardo Villalba va encontr�ndose a s� mismo a medida que vuelve a sus ra�ces, a trav�s de los recuerdos de su infancia y de todo lo que ha significado algo importante en su vida. Es el camino personal que va rescatando del olvido todo aquello que no debi� nunca olvidarse (cuando apartamos de nuestra memoria las cosas -personas, acontecimientos, sentimientos, pensamientos, etc.- que han ido constituy�ndonos como seres humanos, perdemos poco a poco nuestra identidad). Los abandonos de los que el lector es testigo en la primera parte de la novela (Leonardo pierde definitivamente a un amigo, Juli�n Exp�sito, y a una chica que estuvo unida a �l y que posiblemente lleve en las entra�as un hijo suyo) significan una situaci�n inicial de carencia en la personalidad del protagonista, carencia que se ratifica en la lectura a medida que encontramos datos de c�mo Leo ha olvidado cosas importantes: recoger la cama de su abuela�, especialmente la relaci�n con su padre. Esta segunda parte, la autora nos enfrenta directamente a un narrador en primera persona protagonista que se mira, como en un espejo, en la escritura (en sus cuadernos y en las segundas lecturas de sus cuadernos). El espejo no es s�lo una met�fora para referirnos a los escrito por Leonardo, tambi�n aparece un espejo como elemento clave en esta segunda parte; est� en el comedor y es parte integrante de los muebles del comedor en donde el hijo de Eugenio Guiti�n recuerda escenas de la vida familiar, donde el lector lo ve reconocerse como el personaje protagonista de El extranjero de Camus; al hilo de esta identificaci�n aparece el recuerdo de su padre (han compartido la lectura del libro; Eugenio siente con dolor a su hijo como un extranjero porque se ha alejado, al parecer definitivamente). El espejo del comedor y el espejo de su rememoraci�n a trav�s de la escritura hace a Leonardo darse cuenta de la preocupaci�n y de los sentimientos de su padre. La escritura est� produciendo el efecto de una cat�rsis que posibilita a Leonardo salir de su subjetividad enfermiza y situarse en la perspectiva de su padre. La figura del padre aparece desde el primer momento en los cuadernos que el lector comienza a profundizar: �Sab�a que estoy solo, pero tambi�n con id�ntica certeza que alguien estaba a punto de subir a verme. Y esperaba sin miedo�, p. 69. La primera prueba que el protagonista tiene que superar en su proceso de mejora es la reconciliaci�n con el padre; y la figura del padre, muerto ya, aparece con mucha fuerza en estos primeros cap�tulos de la segunda parte. Ahora es cuando Leonardo se da cuenta de c�mo era su padre, de lo que lo quer�a, y descubrir� aspectos decisivos de la historia de su padre y de la suya propia.
3.4. Reflexi�n sobre el proceso creador y la escritura autobiogr�fica
Segunda parte (�De los cuadernos de Leonardo�) Cap�tulo I: �Prop�sitos de orden� es el t�tulo del primer cap�tulo de la 2� parte. La palabra �prop�sitos� tiene que ver con el futuro, con el deseo y la esperanza: Leonardo quiere poner orden en su mente y en su vida, tambi�n en la materialidad de sus escritos (desde la caligraf�a a la estructura narrativa y el contenido). Este primer cap�tulo funciona, respecto a toda la segunda parte, como introducci�n, incluso como alg�n tipo de prolepsis (desea encontrar, al final de este proceso, el orden y la armon�a). Pero no s�lo es as� en relaci�n a la historia, tambi�n es la presentaci�n de los cuadernos que Leonardo (la autora por medio de su narrador) pone ante nuestros ojos, nuestros o�dos, nuestra mente y tambi�n ante nuestra capacidad de sentir. Este cap�tulo (adem�s) es una reflexi�n indirecta (indirecta en lo que se refiere al conjunto de la historia de la novela) sobre la escritura autobiogr�fica y sobre el proceso de creaci�n novel�stica: �Y empec�. Eso fue todo. Ya no me acuerdo m�s que de la plenitud de aquel instante en que se rompi� el freno, que ahora me paraliza, de buscar un comienzo entre tantos posibles, de lo f�cil que fue arrancar a hablar, y seguir, y seguir. La presencia de mi padre � qued� sustituida por la corriente arrolladora de aquel texto que se ha desvanecido ya tambi�n, que se despe�aba sobre la mesa mezclando mis papeles con los suyos, que crec�a derribando contornos, invadi�ndolo todo� Mi vida era aquella marea de palabras, pero al mismo tiempo �a contemplaba desde lo alto, imp�vido, con ojos de gaviota��, p. 71 La marea de las palabras, en la que encontraba su vida, hab�a venido a Leonardo cuando por fin encontr� a su padre: el encuentro se transform� en �aquel texto�. Ahora tiene que poner aquel texto de palabras por escrito, y tambi�n tiene que pensar por d�nde empezar (estructura narrativa). Para eso revisa los cuadernos (los escritos que ha ido haciendo en los �ltimos a�os, los de su huida, cuando estaba perdido para s� mismo, para sus amigos, para su padre�). Estos cuadernos se le presentan como �cicatrices de mi conflicto con la escritura�, p. 71, (desorden en la caligraf�a y en el contenido, tambi�n desorden en su interior). Quiere �romper el cerco de la confusi�n�, se da cuenta que todo lo escrito en aquel caos en el que hay distintos lugares y personas, le conduce como una espiral a aquel cuarto: el de su padre, precisamente del que sali� huyendo, como un extranjero. �Repasando esos comienzos de novela , donde el muchacho convertido en hombre regresa al castillo de ir�s y no volver�s para pedirle cuentas a su padre de todo lo que siempre estuvo oscuro�, p. 72. Volvemos a encontrar la relaci�n con los cuentos maravillosos (la tradici�n oral, la necesidad de contar y escuchar historias, los cuentos de Andersen�): el h�roe, que pasa de ni�o a hombre -proceso de formaci�n�- que vuelve a un lugar com�n en muchos cuentos populares, le castillo de ir�s y no volver�s (al que se llega con las botas de hierro de las siete leguas). �Pero no quiero desviarme m�s. Cosa por cosa. Empezar� contando c�mo fue la llegada. La buenas novelas, �l lo dec�a siempre, suelen empezar con una llegada�, p. 73
El tiempo (el tiempo narrativo en la escritura autobiogr�fica): Se�al�bamos arriba que en este cap�tulo encontramos de forma indirecta una reflexi�n tambi�n sobre el proceso de la escritura autobiogr�fica: Leonardo se nos presenta en los dos tiempos fundamentales de la escritura autobiogr�fica: el tiempo de lo enunciado y el tiempo de la enunciaci�n. El tiempo de lo enunciado significa el tiempo que se recuerda (del que se habla en los escritos), aquel en el que ocurr�an los hechos que se traen a la memoria (aqu� Leonardo recuerda los distintos lugares por los que ha pasado los �ltimos a�os, a las personas que estaban con �l y el tiempo de la huida, cuando quer�a huir de aquel cuarto y de su padre). En los cap�tulos siguientes la autointrospecci�n le llevar� a recordar otros tiempos m�s alejados del presente pero m�s significativos para su vida y por tanto para su proceso de lucha contra la confusi�n: especialmente su infancia y a la persona de su abuela. El tiempo de la enunciaci�n es el tiempo mismo en el que se escribe, cuando el yo, el sujeto (real o de ficci�n) evoca su pasado por medio de la escritura. Aunque estos dos tiempos, del enunciado y de la enunciaci�n, aparecen en toda la segunda parte, es en este cap�tulo introductorio cuando se nos presenta la g�nesis, es decir, donde se muestra, como deteniendo la imagen, el tiempo en el que Leonardo ha decidido reordenar su vida precisamente sirvi�ndose, como m�todo, de la escritura autobiogr�fica. Leonardo se sit�a ante una voluntad de orden, de comienzo, de �conversi�n�, y elige para lograrla un g�nero literario: la confesi�n[1] a trav�s de sus escritos.
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