REALIDAD Y FICCIÓN | ||
Revista Lindaraja nº 6, otoño de 2006
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EL ANHELO DE UNA MEMORIA RECONCILIADA: Paul Ricoeur y la representación del pasado Ricoeur, Paul. La Mémoire, l’histoire, l’oubli, París, Du Seuil, 2000.
Luis Vergara Anderson
Revista Historia y Grafía Departamento de Historia Universidad Iberoamericana
A principios de la década de los años setenta, después de sus trabajos en la línea de la fenomenología de la voluntad y en la de la fenomenología hermenéutica centrada en el símbolo, comienza una nueva etapa en el pensamiento y la producción de Paul Ricoeur: la de la fenomenología hermenéutica que asume la interpretación de textos como modelo hermenéutico universal. A esta etapa, cuyo primer gran resultado fue La metáfora viva (La métaphore vive, 1975), dirigimos por unos momentos nuestra atención con el fin de proporcionar el contexto en el cual, en el año 2000, aparece La memoria, la historia, el olvido (La Mémoire, l’histoire, l’oubli), libro espléndido que ha publicado Ricoeur a la edad de 87 años. Entre las muchas obras escritas por nuestro autor después de La metáfora viva, destacan los tres volúmenes de Tiempo y narración (Temps et récit, 1983-1985), Sí mismo como otro (Soi-même comme un autre, 1990) y la que es objeto de esta reseña. Tanto para el historiador como para el estudioso de la teoría de la historia resultan de enorme interés los volúmenes primero y tercero de Tiempo y narración (subtitulados “Configuración del tiempo en el relato histórico” y “El tiempo narrado”, respectivamente), y, por supuesto, La memoria, la historia, el olvido. La tesis central de Tiempo y narración es que tiempo vivido y narración son dos caras de una misma moneda fenomenológica: no hay experiencia del tiempo sin narración y lo que toda narración narra es una experiencia temporal. Se trata, además, de una moneda de circulación necesaria, universal, transcultural. Para Ricoeur la función narrativa la realizan en nuestro tiempo y cultura los relatos históricos y los de ficción. (No siempre fue así: los que después vendrían a ser estos dos géneros siglos atrás estaban fusionados en los mitos y en las epopeyas). Para desarrollar la muy compleja y extensa argumentación que nos ofrece en apoyo de esta tesis central, el autor requiere abordar diversos tópicos de la filosofía de la historia en relación con los cuales con frecuencia aporta planteamientos novedosos de gran valor. Así, en la segunda parte del primer volumen de Tiempo y narración, explica y defiende su concepción de la naturaleza del discurso histórico en su inmanencia: entre la historiografía y la competencia narrativa hay un triple vínculo de derivación indirecta (en los planos de los medios explicativos, de las entidades y de los tiempos). Antes de ello ha analizado cuidadosamente el “eclipse del acontecimiento en la historiografía francesa y el eclipse de la comprensión del modelo nomológico-deductivo en la filosofía analítica” (que en conjunto conforman “el eclipse de la narración”); la explosión del modelo nomológico-deductivo” y “los argumentos narrativistas” a favor de comprender el discurso histórico como una suerte de narración. En el tercer volumen, entre otras cosas, a) pone de manifiesto cómo el relato histórico contribuye con un tercer tiempo, el histórico, a la solución poética, es decir, desde el lado de la narratividad en la correspondencia temporalidad/narratividad, de la aporía de la irreductbilidad recíproca de los tiempos fenomenológico y cosmológico; b) expone cómo la mejor manera de aproximarse a la relación entre el relato histórico y el pasado “real”, relación a la que llama “representancia”, es en un recorrido dialéctico que se realiza sucesivamente bajo el signo de lo mismo, de lo otro y de lo análogo; c) muestra cómo, más allá de semejanzas y diferencias, los relatos de historia y de ficción son interdependientes; d) propone una hermenéutica de la conciencia histórica basada en Reinhart Koselleck, Hans Georg Gadamer y Friedrich Nietzsche; y e) sostiene la tesis de que las identidades, tanto de individuos como de colectividades, son de naturaleza narrativa. En lo que concierne a este último punto, –los individuos–, es objeto de muy profundo tratamiento en Sí mismo como otro. En los quince años que transcurrieron entre la publicación del tercer volumen de Tiempo y narración y la de La memoria, la historia, el olvido, Ricoeur ratificó muchos de sus planteamientos relacionados con la escritura de la historia y la conciencia histórica, corrigió algunos y amplió otros. Todo ello puede constatarse en la obra objeto de esta reseña. Más importante todavía es la inclusión de temas nuevos, ausentes o apenas insinuados en Tiempo y narración y en Sí mismo como otro que habían aparecido en la década de los años noventa. De éstos, los de mayor peso, con mucho, son el de la memoria y el de su correlato, el olvido; en segundo lugar podríamos mencionar al del testimonio.1 En la presentación general que Ricoeur nos ofrece al inicio del libro advierte que la investigación que ha desembocado en su escritura ha respondido a tres inquietudes principales: a) el problema del “corto circuito” que constituye la postulación de una relación directa, inmediata, entre narratividad y temporalidad, como la afirmada en, Tiempo y narración –y asumida en Sí mismo como otro (1990)–, en la inocencia de que en realidad entre ellas median precisamente la memoria y el olvido; b) el interés de prolongar una sucesión de actividades de investigación, docencia y difusión acerca de las relaciones entre la memoria y la historia, que abarca la mayor parte de la década de los años noventa; y c) contribuir a la construcción y la discusión de la idea de la memoria justa.
-------------------------------------------------------------------------------------------- Revista Lindaraja. ISSN: 1698 - 2169 Nº 5, verano de 2006
REVISTA de estudios interdisciplinares y transdisciplinares
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