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Antonio Machado
- La métrica en la poesía de Machado
- Notas sobre la cigüeña en la literatura. Gabriel Laguna
"Se ha asomado una cigüeña"
- Selección de escritos en prosa de Antonio Machado.
Notas previas sobre métrica
La métrica de Antonio Machado Mezcla la tradición culta y la tradición popular y oral (su padre era un importante estudioso de la literatura de tradición oral).
A) Rima propia de la literatura popular y oral: la asonante Estrofas y poemas propios de la literatura popular y oral: – La copla: una estrofa de cuatro versos octosílabos en la que riman (en asonante) los pares y quedan libres los impares. – El romance (poema): una tirada de versos octosílabos en la que riman (en asonante) los pares y quedan libres los impares. – La seguidilla (arte menor, 7-5-7-5, rima asonante en los versos pares) - La soleá: tres versos de arte menor: (a - a)
B) Rima propia de la literatura culta: la consonante Estrofas propias de la literatura culta: – El soneto (poema) – La lira – La décima – Los tercetos (tres versos endecasílabos, con rima consonante) – Los cuartetos: cuatro versos endecasílabos que riman en consonante con el siguiente esquema: ABBA. – Los serventesios: cuatro versos endecasílabos que riman en consonante con el siguiente esquema: ABAB.
C) Estrofas que mezclan la tradición popular y la culta: – la redondilla: cuatro versos octosílabos que riman en consonante con el siguiente esquema: abba. – la cuarteta: cuatro versos octosílabos que riman en consonante con el siguiente esquema: abab.
Enlace: Esquema de las formas estróficas
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- El poema "El limonero lánguido suspende"
Preguntas
NOTA: Estas preguntas las ha elaborado una profesora que enseña Literatura española en EEUU: Suzanne Petersen
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¿Por qué las cigüeñas traen los bebés?La cigüeña como tema literario
© Gabriel Laguna Mariscal
Marginalia et adversaria. Mayo 2003
Un poeta como Antonio Machado introduce a la cigüeña en el arranque de su poesía "Orillas del Duero", del libro Soledades (1899-1907). Al igual que en Publilio Siro y en Virgilio, la presencia de la cigüeña es un elemento del entorno natural que se asocia con el inicio de la primavera y del buen tiempo:
Quede ahí el poema, una hermosa descripción de la llegada de la primavera en el entorno rural de Soria, en la línea de la Oda I 4 de Horacio y de otros textos poéticos latinos descriptivos de la primavera [4]. Uno de los elementos naturales que representan y simbolizan la llegada de la primavera es, por supuesto, la cigüeña. Les dejo con la primavera que, exultante, se extiende por toda España, esa primavera maravillosa para todos, menos para los alérgicos. Yo, por mi parte, me voy a inspeccionar si han eclosionado ya los pollos.
© Gabriel Laguna Mariscal Todos los derechos reservados. Se permite la reproducción, citando la fuente.
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"Se ha asomado una cigüeña" COMENTARIO. Sugerencias
Estructura externa del poema nº IX, “A orillas del Duero”
Los cuatro primeros versos son de dieciséis sílabas, aunque están compuestos por dos hemistiquios de ocho sílabas cada uno, separados con una cesura. Nota: Al final del hemistiquio se aplican las mismas normas métricas que al final de un verso (contar una sílaba más si la última palabra es aguda, etc.) Riman los cuatro versos con rima consonante según el siguiente esquema: AABB. Sin embargo, si atendemos a su recitación oral y pensamos en la división de los hemistiquios, los cuatro versos se pueden transformar en dos estrofas de arte menor: dos coplas con rima –a–a; –b–b. Por tanto, podemos decir que Antonio Machado compone una métrica en la que mezcla la tradición oral y la culta. Los versos 5 y 6: el verso 5 es octosílabo y el 6 de dieciséis sílabas. La rima es consonante AA. Estos dos versos se pueden interpretar como tres versos octosílabos, que riman a–a (el primero con el último y el segundo quedad libre). Parecido a un terceto a la manera popular. Los versos 7 al 10: se trata de una estrofa de cuatro versos octosílabos, que riman en consonante abab; por tanto es una cuarteta.
(El resto del poema no tiene una estructura clara en la métrica, aunque podríamos sugerir algún esquema. Ver nota.)
“ORILLAS DEL DUERO”
1. Localización Este poema pertenece al libro Soledades, galerías y otros poemas, publicado en 1907. En 1907 Antonio Machado se fue a vivir a Soria para trabajar como catedrático de Francés en un Instituto. Al final del año publica el libro. A partir de la página 14 empiezan a aparecer los poemas nuevos incorporados al libro (los anteriores habían aparecido ya en el libro Soledades (1903). Estos poemas, ya escritos en Soria contienen nuevos elementos que se repiten y que se van convirtiendo en símbolos en la poesía de Machado: el paisaje de Soria: los álamos (cerca de la carretera, del camino y cerca del río Duero), el río Duero (que casi siempre aparecerá personificado), las montañas de Soria (sobre todo el Moncayo). A partir del tema y de la forma podemos explicar este poema como perteneciente, por un lado a la Generación del 98, y, por otro, al Modernismo.
2. Aproximación al tema En principio, el tema parece la descripción de un paisaje de Soria. Sin embargo, si profundizamos más en el poema descubrimos un tema más específico. Es significativo el último verso “Hermosa tierra de España”, que enlaza el poema con una de las características fundamentales de la Generación del 98. Para encontrar el tema tendremos que analizar primero el poema.
3. Comentario lingüístico y literario – Estructura interna Se puede decir que el poema está dividido en tres partes: – 1ª) Del verso 1 al 4. – 2ª) Del verso 5 al 15. (Esta parte, a su vez, se divide en dos). – 3ª) Del verso 15 al 20. – Tipo de discurso que utiliza Aunque estamos ante un poema, los primeros versos nos recuerdan el lenguaje propio de la narración: un hecho “se ha asomado”; un protagonista “una cigüeña”; un tiempo: cerca del presente (el pretérito perfecto compuesto indica una acción muy próxima al presente) y presente del narrador: “chillan”, “es”; la referencia a un hecho pasado “Pasaron”; y la presencia de una narrador desde el que se focaliza la escena. Es un narrador (el poeta) que está describiendo lo que contempla. Nos podemos situar en su perspectiva: sabemos que mira hacia arriba, porque habla de una torre, de un campanario, de una cigüeña, de las golondrinas. Respecto a los “protagonistas” que aparecen, la cigüeña y las golondrinas, tenemos que indicar que están casi personificados: la cigüeña “se ha asomado”, las golondrinas “chillan”. El verbo “chillar” se utiliza referido a personas humanas. El pronombre “se” de “se ha asomado” es un pronombre reflexivo, y los pronombres reflexivos casi siempre se utilizan referidos a personas. No es que el poeta quiera considerar a la cigüeña y a las golondrinas como personas humanas, sino que está contemplando el paisaje y se siente tan perteneciente a él, que aplica a las aves (después al río y al campo) las mismas características de las personas humanas porque él es una persona humana. En el verso tres hay otra referencia al tiempo: el adverbio “ya” (ya han llegado las golondrinas), que contrasta con el “pasaron” referido al invierno. Empieza a mostrarse el tema principal del poema, que tiene que ver con la llegada de la primavera. Rasgos propios del modernismo En los cuatro primeros versos ya empezamos a encontrar rasgos propios del modernismo: – Cromatismo (presencia e importancia de los colores). Los colores principales del poema son el azul (por el día luminoso y por el color de la flor de los versos 13 y 14) y el blanco (por la nieve –pero una nieve apacible ya– por el día claro, que convierte en blanco el camino, por el color de la flor). Hay también otros colores secundarios: el rojo del infierno (v. 4) y el verde de los pinos (v. 7). – La percepción de distintos sentidos: la vista (contemplación del paisaje, colores; el oído: “chillan”, “soplos”; el tacto: la percepción del frío, del viento, de la tibia mañana. – La sonoridad: primero por la rima en consonante (comprobadlo). La repetición de los mismos fonemas en el interior del verso (–ascas, –iscas, etc.) – La utilización de varias figuras literarias en una misma expresión o en dos comparadas: o Ejemplo: invierno / infierno (v. 3 y 4). Hay contraste por el frío y el calor; contraste por el color blanco del invierno y rojo del infierno; la rima consonante que se repite. Pero también hay una paranomasia: repetición próxima de palabras parónimas (las palabras parónimas son aquellas que tienen significante muy parecido y significado diferente). – Segunda parte: (v. 5 al 15): – Busca o las palabras utilizadas con fin afectivo. o Los epítetos o Los hipérbaton o ¿Por qué “primavera” no lleva determinante artículo? o La personificaciones o Cómo el tema del poema está condensado en la exclamación que aparece entre los versos 14 y 15. ¿Qué significa? ¿Qué tiene que ver la “mística primavera” con el nacimiento de la nueva vida después del invierno? o ¿Se podrían terminar el poema aquí? o ¿Qué expresan entonces los versos 16 al 20?
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Selección de prosas de Antonio
Machado
Pensaba yo que el elemento poético no era la palabra por su valor
fónico, ni el color, ni la línea, ni un complejo de sensaciones, sino
una honda palpitación del espíritu; lo que pone el alma, si es que algo
pone, o lo que dice, si es que algo dice, con voz propia, en respuesta
animada al contacto del mundo. Y aun pensaba que el hombre puede
sorprender algunas palabras de un íntimo monólogo, distinguiendo la voz
viva de los ecos inertes; que puede también, mirando hacia dentro,
vislumbrar las ideas cordiales, los universales del sentimiento.
Prólogo a Soledades... (1917). PrC, págs. 1592-3.
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Sobre Bécquer.
La poesía de Bécquer —sigue hablando Mairena a sus alumnos—, tan
clara y transparente, donde todo parece escrito para ser entendido,
tiene su encanto, sin embargo, al margen de la lógica. Es palabra en el
tiempo, el tiempo psíquico irreversible, en el cual nada se infiere ni
se deduce. En su discurso rige un principio de contradicción propiamente
dicho: sí, pero no; volverán, pero no volverán. ¡Qué lejos
estamos, en el alma de Bécquer, de esa terrible máquina de silogismos de
aquellos ilustres barrocos de su tierra! ¿Un sevillano Bécquer? Sí; pero
a la manera de Velázquez, enjaulador, encantador del tiempo. Ya
hablaremos de eso otro día. Recordemos hoy a Gustavo Adolfo, el de las
rimas pobres, la asonancia indefinida y los cuatro verbos por cada
adjetivo definidor. Alguien ha dicho con indudable acierto: “Bécquer, un
acordeón tocado por un ángel”. Conforme: el ángel de la verdadera
poesía.
JM
– XLIII (1934‑1936)
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Las aliteraciones de que mis versos están llenos son
inconscientes; no responden al trivial propósito de producir un efecto
musical, que sería, por lo demás, en mi caso, siempre negativo. Pero no
he querido nunca corregirlas, pues donde hay aliteraciones suele haber
también riqueza de imágenes. Sólo recomiendo no leer nunca mis versos en
alta voz. No están hechos para recitarlos, sino para que las palabras
creen representaciones.
LC.
(1916). PrC, pág 1188.
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Sed originales; yo os lo aconsejo; casi me atrevería a
ordenároslo. Para ello —claro es— tenéis que renunciar al aplauso de los
snobs y de los fanáticos de la novedad, porque ésos creerán
siempre haber leído algo de lo que vosotros pensáis, y aun pensarán,
además, que vosotros lo habéis leído también, aunque en ediciones
profanadas ya por el vulgo, y que, en último término, no lo habéis
comprendido tan bien como ellos. A vosotros no os importe pensar lo que
habéis leído ochenta veces y oído quinientas, porque no es lo mismo
pensar que haber leído.
Huid del preciosismo literario, que es el mayor enemigo de la
originalidad. Pensad que escribís en una lengua madura, repleta de
folklore, de saber popular, y que ése fue el barro santo de donde
sacó Cervantes la creación literaria más original de todos los tiempos.
No olvidéis, sin embargo, que el “preciosismo”, que persigue una
originalidad frívola y de pura costra, pudiera tener razón contra
vosotros cuando no cumplís el deber primordial de poner en la materia
que labráis el doble cuño de vuestra inteligencia y de vuestro corazón.
Y tendrá más razón todavía si os zambullís en la barbarie casticista,
que pretende hacer algo por la mera renuncia a la cultura
universal.
JM
– XI
(1934-1936). PrC, pág. 1949.
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Sólo en el silencio, que es, como
decía mi maestro, el aspecto sonoro de la nada, puede el
poeta gozar plenamente del gran regalo que le hizo la divinidad,
para que fuese cantor, descubridor de un mundo de armonías. Por eso
el poeta huye de todo guirigay y aborrece esas máquinas parlantes
con que se pretende embargarnos el poco silencio de que aún
pudiéramos disponer. (Juan de
Mairena)
Porque, ¿cantaría el poeta sin la angustia del tiempo, sin esa
fatalidad de que las cosas no sean para nosotros, como para Dios, todas
a la par, sino dispuestas en serie y encartuchadas como balas de rifle,
para disparadas una tras otra? Que hayamos de esperar a que se fría un
huevo, a que se abra una puerta o a que madure un pepino, es algo,
señores, que merece nuestra reflexión. En cuanto nuestra vida coincide
con nuestra conciencia,, es el tiempo la realidad última, rebelde al
conjuro de la lógica, irreductible, inevitable, fatal. Vivir es devorar
tiempo: esperar; y por muy trascendente que quiera ser nuestra espera,
siempre será espera de seguir esperando. Porque aun la vida beata, en la
gloria de los justos, ¿estará, si es vida, fuera del tiempo y más allá
de la espera? Adrede evito la palabra “esperanza”, que es uno de esos
grandes superlativos con que aludimos a un esperar los bienes supremos,
tras de los cuales ya no habría nada que esperar. Es palabra que
encierra un concepto teológico, impropio de una clase de Retórica y
Poética. Tampoco quiero hablaros del Infierno, por no impresionar
desagradablemente vuestra fantasía. Sólo he de advertiros que allí se
renuncia a la esperanza, en el sentido teológico, pero no al tiempo y a
la espera de una infinita serie de desdichas. Es el Infierno la
espeluznante mansión del tiempo, en cuyo círculo más hondo está Satanás
dando cuerda a un reloj gigantesco por su propia mano.
JM
– VII (Sobre poesía. Fragmentos de
lecciones) (1934-1936). PrC, pág. 1936-7.
Sobre el tiempo poético.
La poesía es ‑decía Mairena‑
el diálogo del hombre, de un hombre con su tiempo. Eso es lo que el
poeta pretende eternizar, sacándolo fuera del tiempo, labor difícil y
que requiere mucho tiempo, casi todo el tiempo de que el poeta dispone.
El poeta es un pescador, no de peces, sino de pescados vivos;
entendámosnos: de peces que puedan vivir después de pescados.
JM
– IX (1934-1936). PrC, pág. 1946.
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[...] la poesía es la palabra esencial en el tiempo. La poesía
moderna, que, a mi entender, arranca, en parte al menos, de Edgar Poe,
viene siendo hasta nuestros días la historia del gran problema que al
poeta plantean estos dos imperativos: esencialidad y temporalidad. El
pensamiento lógico, que se adueña de las ideas y capta lo esencial, es
una actividad destemporalizadora. Pensar lógicamente es abolir el
tiempo, suponer que no existe, crear un movimiento ajeno al cambio,
discurrir entre razones inmutables. El principio de identidad —nada hay
que no sea igual a sí mismo— nos permite anclar en el río de Heráclito,
de ningún modo atrapar su onda fugitiva. Pero al poeta no le es dado
pensar fuera del tiempo, porque piensa su propia vida, que no es, fuera
del tiempo, absolutamente nada. [...]
Entretanto se habla de un nuevo clasicismo y hasta de una poesía
del intelecto. El intelecto no ha cantado jamás, no es su misión. Sirve,
no obstante, a la poesía, señalándole el imperativo de su esencialidad.
Porque tampoco hay poesía sin ideas, sin visiones de lo esencial. Pero
las ideas del poeta no son categorías formales, cápsulas lógicas, sino
directas intuiciones del ser que deviene, de su propio existir; son,
pues, temporales, nunca elementos ácronos, puramente lógicos. El poeta
profesa, más o menos conscientemente, una metafísica existencialista, en
la cual el tiempo alcanza un valor absoluto. Inquietud, angustia,
temores, resignación, esperanza, impaciencia que el poeta canta, son
signos del tiempo, y al par, revelaciones del ser en la conciencia
humana.
Prosas sueltas (1932). De
su “Poética” incluida en la Antología de poetas españoles
contemporáneos
que preparaba Gerardo Diego en 1931. PrC,
págs. 1802-3.
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http://jaserrano.com/Machado/
http://jaserrano.com/Machado/II.htm (temas,
símbolos y métrica)
http://jaserrano.com/Comentario/ ·
http://www.abelmartin.com/guia/crono/crono.html
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Foro de Realidad y ficción. www.realidadyficcion.org www.filosofiayliteratura.org/Literatura/machadopoemas.htm
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Sugerencias para la métrica del resto del poema:
Los versos 11 al 14: estamos en el mismo caso que encontrábamos en los cuatro primeros versos (16 sílabas, rima consonante, AABB; se podría interpretar como dos estrofas de arte menor: dos coplas). Los versos 15 al 16: es el mismo esquema que presentaban los versos 5 y 6. (Ver) Los versos 17 al 20: otros cuatro versos de arte menor con rima consonante: abba; una redondilla.
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