REALIDAD Y FICCIÓN |
LECTURA, COMENTARIO, CREACIÓN |
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Introducción a Fedro de Platón. Emilio Lledó
El manuscrito de FEDRO
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i. Condiciones del verdadero diálogo: respetar la alteridad del otro y darle cabida. ii. Espontaneidad de la pregunta y la respuesta. iii. Decir y decirse. iv. Búsqueda de la verdad al modo platónico: cuando se encuentran dos personas hay dos visiones le mundo que buscan complementarse. La conversación es un camino hacia la verdad. Tiene una fuerza transformadora y es la base de la amistad.
i. Ontología: ¿Qué somos realmente? ii. Nuestro ser originario: el que toma las decisiones morales. iii. Las distorsiones de la imaginación: 1. “Gustos y disgustos no son más que imaginación”. 2. Imaginación negativa: lleva a los hombres a errar sobre la realidad; a destruir a los otros y a destruirse. 3. Imaginación positiva: es fundamental para nuestra comprensión del mundo. Dramatización interna. Literatura. Creatividad. iv. El camino pare el ser o la existencia real del hombre. 1. La realidad originaria de la acción moral. 2. El hombre fin en sí mismo, que nunca sea utilizado como un medio. v. LIBERTAD versus DESTINO 1. “Cada uno es artífice de su propia ventura” (Don Quijote). 2. Transformar el destino en libertad. 3. “Los hados inclinan pero no fuerzan”. 4. El desengaño (Don Quijote, Segismundo, Benigna). 5. Con una comprensión más articulada y racional de la realidad conquista la libertad y una amplitud de miras de la que carecía. 6. Esto le proporciona una distancia respecto a las emociones del momento. Y crea en él un ámbito ideal donde le es posible elegir otras formas mejores de configurar el mundo. 7. La libertad significa que el FUTURO se encuentra en cierta medida abierto a como el hombre lo quiera escribir. Introducción a Fedro de Platón. Emilio Lledó
El Fedro ocupa un lugar preeminente en la obra platónica. La belleza de los mitos que en él se narran, la fuerza de sus imágenes han quedado plasmadas en páginas inolvidables. Un diálogo que nos habla. Entre otras cosas, del pálido reflejo que es la escritura cuando pretende alentar la verdadera memoria, ha logrado, precisamente, a través de las letras, resistir al tiempo y al olvido. Platón escribió palabras “portadoras de simientes de las que surgen otras palabras que son canales por donde se transmite en todo tiempo, esa semilla inmortal”. Muchos se han preguntado si el Fedro habla de “amor” o de “retórica” fundamentalmente. El personaje que da nombre al diálogo es un personaje histórico. Espacio: camino hasta el plátano, a orillas del Iliso, bajo cuya sombra sonora por el canto de las cigarras, va a tener lugar el diálogo. Sócrates, obsesionado por el conocimiento de sí mismo, se entusiasma, de pronto, al llegar a donde Fedro le conduce: “Hermoso rincón, con este plátano tan frondoso y elevado… Baja el plátano mana también una fuente deliciosa, de fresquísima agua, como me lo están atestiguando los pies… sabe a verano, además este sonoro coro de cigarras…” La naturaleza entra en el diálogo, y el arrebato místico, preparado por las alusiones mitológicas va a irrumpir en él. Lo que Sócrates expone en su segundo discurso, sobre el amor y los dioses, despertará la admiración de Fedro. La naturaleza acompaña este arrebato místico de Sócrates que habla a cara descubierta, y no con la cabeza tapada como en su primer discurso. Hay una preocupación que recorre todo el diálogo: la de mostrar las distintas fuerzas que presionan en la comunicación verba, en la adecuada inteligencia entre los hombres. Dos contenidos principales: 1. Reflexión sobre Eros, sobre el Amor. 2. La retórica, la capacidad del lenguaje de “persuadir” a los hombres
El problema del Amor se manifiesta en el diálogo desde distintas perspectivas: Por un lado, la perspectiva de Lisias. Fedro que lleva bajo el manto un escrito de Lisias, leer a Sócrates la composición del famoso maestro de retórica. Es un conocido logógrafo que ha escrito su teoría sobre el amor, y, por boca de Fedro, llega hasta Sócrates. Es un escrito que, como al final dirá Sócrates, necesita de alguien que le ayude a sostenerse, porque, hecho de letras, no puede defenderse a sí mismo. La indefensión del discurso de Lisias, se debe quizás a que aquello que dice del Amor no tiene el fundamento no el saber que Sócrates requiere para que un escrito pueda sostenerse a sí mismo. “Mucho más excelente es ocuparse con seriedad de esas cosas, cuando alguien haciendo uso de la dialéctica y buscando un alma adecuada, planta y siembra palabras con fundamento, capaces de ayudarse a sí mismo y a quien las planta, y que no son estériles, sino portadoras de simientes de las que surgen otras palabras que son canales por donde se transmite, en otro tiempo, esas semilla inmortal, que da felicidad al que la posee, en el grado más alto posible para el hombre”. El primer discurso de Sócrates se mueve todavía en la órbita de Lisias, y hablara “con la cabeza tapada, para que, galopando por las palabras, llegué al final rápidamente y no me corte, de vergüenza, al mirarte”. La interpretación del Eros y el mito en el que Sócrates describe, en su segunda intervención, la “historia” del amor constituye una de las páginas maestras de Platón. Con la cabeza descubierta, habla ya Sócrates de una de las más intensas formas de delirio, el amoroso. El Eros no esa encogida relación afectiva que Lisias ha descrito, sino una forma de superación de los límites de la carne y el deseo, una salida a otro universo, en el que amar es “ver” y en el que desear es “entender”. Por ello ese “poder natural del ala” que nos alza por encima de al dóxa nos lleva a la ciencia del ser, a “esa ciencia que es de lo que verdaderamente es ser”.
2. La retórica En la última parte del diálogo, la retórica será el argumento central. Hay que llegar al fondo del lenguaje, al conocimiento de la “persuasión” que tiene que ver con la verdad y no sólo con su apariencia. Platón quiere enseñar cómo tendría que ser la retórica, y critica los rétores que no llegan a la filosofía, perdidos en el camino de lo “verosímil”. La dialéctica supone, a su vez, un conocimiento del alma del hombre, de la oportunidad o inoportunidad de determinados discursos, y no sólo un engarce, exclusivamente formal, de los elementos que lo componen. Así, de manos de la dialéctica, la retórica se convierte en el instrumento pedagógico que busca Platón.
3. El mito de Theuth y Thamus. Relación entre escritura y memoria, entre la vida de la voz y la indefensión de las letras. Descubrir significaciones, intenciones, contextos. Creatividad. Aspecto positivo del “fármaco” de la memoria. Con todo esto se inventa la hermenéutica: la palabra, y el hombre en ella, por medio de las semillas, logra la mejor forma de inmortalidad.
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