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Espacio para la poesía

"Delirio del Incrédulo". Un poema de María Zambrano

Poemas de Javier Aguirre Ortiz

De un libro de poemas de Jacinto Rivera de Rosales

Poemas de Carlos Marín Carín.

Poemas de Emilia Ruiz Molina

Poemas de Pedro de Tena Alonso

 

DELIRIO  DEL  INCRÉDULO

 

María Zambrano

 

Bajo la flor, la rama

sobre la flor, la estrella

bajo la estrella, el viento;

¿Y más allá?

Más allá  ¿no recuerdas?, sólo la nada

la nada, óyelo bien, mi alma,

duérmete, aduérmete en la nada.

Si pudiera, pero hundirme.

 

Bajo la flor, la rama...

 

Ceniza de aquel fuego, oquedad, agua espesa

y amarga, el llanto hecho sudor

la sangre que en su huida se lleva la palabra

y la carga vacía de un corazón sin marcha.

 

Bajo la flor, la rama...

 

De verdad  ¿es que no hay nada?

Hay la nada.

La nada, óyelo bien, mi alma.

duérmete, aduérmete en la nada.

Y que no lo recuerdes. Era tu gloria.

Bajo la flor, la rama...

 

Más allá del recuerdo, en el olvido,

escucha en el soplo de tu aliento.

Mira en tu pupila misma dentro

en ese fuego que te abrasa, luz y agua.

 

Bajo la flor, la rama...

 

 

Mas no puedo, no puedo.

Ojos y oídos son ventanas.

Perdido entre mí mismo

no puedo buscar nada

no llego hasta la Nada.

 

Bajo la flor, la rama

sobre la flor, la estrella

bajo la estrella, el viento

¿Y más allá? Más allá  ¿no recuerdas?,

sólo la nada.

 

            (María Zambrano)

 

 

 

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Poemas de Jacinto Rivera de Rosales

 

          

Siempre me quedará

 

                    "Polvo seré, más polvo enamorado"

                            (Francisco de Quevedo)

 

 

        Deshecha la esperanza sólo quedan

        las palabras desnudas y los huesos.

 

        Deshecha la palabra y la figura

        queda sólo el gesto del silencio.

 

        Mas siempre quedará, aun en cenizas,

        todo el amor y el mar que siempre llevo.

 

 

                                (Jacinto Rivera de Rosales)

 

    Me  adocenaron las alas

 

 

Me asesinaron, me acuchillaron con cien mil esquinas

las espaldas. Curvaron

mi aliento como un interrogante usado.

Pisaron con extrañas voces

mi garganta abotagada de tanta palabra,

de tanto grito atragantado.

 

Y todo porque tenía en el alma hiel silvestre,

como si lo silvestre no fuera sangre o paloma,

como si en lo silvestre no hubiera madrugadas

y filos.

 

Y todo, digo, porque tenía el mar en mis ojos

y una gaviota amarga de vuelos en los remos

y en los labios.

                        Ya recuerdo, fue con las hélices;

me asesinaron con las hélices y los párrafos largos,

las psicologías maduras y las rectas,

mejor dicho las quebradas.

                        Me talaron por los montes,

donde nacía la blancura del loto y de la nieve,

donde crece el paisaje,

porque les dolía la llanura y el corzo,

porque nos dolía el mundo.

 

Se traicionaron las alas,

como lo hacemos cada minuto,

                               y rezaban y rezábamos:

“El suicidio nuestro de cada día

hagámoslo hoy”.

 

Me asesinaron, me acuchillaron las alas porque no cabían,

y ocupe la tumba exacta de cemento y yeso –de cuchillos siempre-

sin ese puñado de tierra y mar que nos pertenece.

-Recuerdo que el mar se alzaba de blanco, y azul entre las velas-.

  

                (Jacinto Rivera de Rosales)

 

 

 

 

        Tanto bregar en desatino

 

Todo está dicho y todo es mi condena.

Todo está dicho y todo lo mantengo.

Es difícil llegar a donde vengo,

sincero y descubriéndome la pena;

 

pero debo seguir con la cadena

de versos y palabras que sostengo,

pues me arde el alma, y todo el mar que tengo

me subleva la sangre y me encadena.

 

       (Jacinto Rivera de Rosales)

 

 

Poemas de Carlos Marín Carín:

 

Magia

 

A la de tres

tres palabras desaparecerán.

A la de tres

tres palabras desaparecerán.

¡A la de tres!.

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La viuda

 

1-0

............................

Espíritu de cuerpo

 

hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre 

hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre 

hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre 

hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre 

hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre 

hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre 

hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre 

hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre 

hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre 

hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre 

hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre 

hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre 

hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre 

hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre 

hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre 

hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre 

hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre 

hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre 

hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre 

hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre 

hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre 

hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre 

hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre 

hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre 

hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre 

hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre 

hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre 

hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre 

hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre 

hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre 

hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre 

hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre 

hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre 

hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre 

hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre 

hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre 

hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre 

hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre 

hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre 

hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre 

hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre 

hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre 

hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre 

hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre 

hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre 

hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre 

hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre 

hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre  hombre 

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Funeral de Jefe de Estado

(pulsa sobre el título para ver el poema)

 

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                                       MÉNAGE Á TROIS

                    hambre

 

 

 

hombre                           hembra

 

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Poemas de Emilia Ruiz Molina

 

Al mundo de las ideas

Han puesto cien espuelas
a cien estrellas lejanas,
a cien caballitos tristes
que madrugaron la escarcha.

Corren  porque no pueden
sentir quietas sus patas
y corren porque no quieren
perder la linde del agua.

La niña no tiene miedo,
se han encendido bengalas
se ha quemado la noche,
sólo, para nombrarla.

¡Gira, gira y gira!
esculpiendo con la mirada,
adornos de pura arcilla
sobre las marmóreas brasas.

En el revés del espejo
la niña está recostada
cien caballos le ofrecen...
sus crines para alegrarla.
.............................................
 

   

    Recuerdos de infancia

Cuando no hubo abrazos,
hubo silencios,
un murmullo ejecutado
anticipadamente,
cuando no besos
se cubrieron los días
con paños negros.

El duelo oscuro de la soledad
recorría los aposentos
pobres y desconchados,
ajenos a la voz lírica ,
a los cantos, a la vida,
solo un Seños Dios pintado
ejercía como única esperanza.
Se extendieron las alas sin vuelo
se abrieron los ojos a la miseria,
a la desesperación, al miedo

Solo un sueño infante detenía,
el ultimo suspiro, el ultimo grito,
la noche se instalaba al fin,
vaga, enteramente cerrada...
como los ojos de un niño.
.......................................

El tiempo.

El tiempo,
con la testuz muy alta
no sabe de aromas ni de palabras
da cornadas solamente y se traslada
a otro ángulo, otra sala.

Le verán,
con el brillo azainado,
temible y rápido de una bestia,
nuevas gentes, nuevas piedras
y soñarán la violetas,
el sueño eterno de un segundo
que las haga nuevas.

........................................
       
LLAMADA

Ven! duerme en mi pecho
mecido entre espumas y revuelos
guardaré tu nombre,
¡Oh soledad que me desvalija!
se atenaza contra mí,
más que tú mismo
y no encuentro más razón
que la de estar sola,
ni más silencio,
que la de tu voz ausente.
Perdida y exhausta
clavo mis uñas de hastío
en las noches blancas,
noches de estrellas perdidas
que un día nombraste.
.....................................
 

      RESURGIR

Hoy puedo sentir,
un vago rumor de estrellas,
sentir que sólo un eco
me separa de ellas
y todo está cercano
en la reminiscencia
y todo es posible ,
cuando la noche ciega
cierre sus muros de lamento.

De ennegrecidas rejas
brotarán claveles
de empinadas crestas
y mi sangre de granada
formulará la apuesta.
¡Callad todos!
que el niño duerma
que si despierta,
se beberá a sorbos
la luna llena.
Ángel destronado entonces,
borracho de belleza
jugará con los hilos
de la bendita inocencia.

¡Callad todos, callad!...
que el niño duerma.

.................................

    
ANDALUCÍA

Un sentimiento amargo,
una ola gigante,
un impúdico olor a desafuero
y el calor de un verano intrigante
que aconseja el hastío en mi pecho,
pueden ser cadena, nunca esclava
sensual, ligera, olvidadiza,
será pesada carga,
para el corazón en el que habita.

Quiero echar raíces milenarias,
como el árbol del fruto de la oliva.

¡Yo también fui andaluz!
huérfano de lengua, hueso y estima.

Brotarán nuevos jarales
y con ellos, la flor del desencanto
en una tierra de bondades,
árida de haber servido tanto.


 

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Libertad

 

Para la libertad...un segundo,
es el pájaro azul no encontrado,
es el gusano de lo inmenso
taladrando,
duro y gris, todo el espacio.


Para la libertad el mundo es breve
minúsculo e inhabitado.
Para la libertad...


¡Cualquier cuidado!
Amante fiel que siempre viene
ausente de las sombras,
fugitiva,
al corazón enamorado.

 

 

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POEMAS DE PEDRO DE TENA

 

Pedro de Tena, de Sevilla nos envía los siguientes poemas, a los que él llama pretéritos.

("Ahí van algunas cosas mías, tiempo ha preteridas debido a este deseo final de acabar una carrera, que empecé hace tanto, cuando el horizonte se movía sin que yo me moviera".)

 

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POEMAS

DE PEDRO DE TENA

 

SOSTIENE QUEVEDO

 

Polvo sin más, ceniza de individuo

calcinado en los tumbos de la vida,

yago con el amor, qué deshabida

pasión penal, qué muerto más antiguo.

 

Lo que queda de mí, yermo residuo

de lo que fue una lírica encendida,

maldice al cielo entero. No hay herida

más honda, ni infierno más contiguo.

 

Polvo seré sin besos, mortecino

desierto para un alma, despiadado

montón ciego de versos, polvo fino

 

majado por el tiempo, torturado

por la reminiscencia y el destino

fatal de no morir enamorado.

 

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“Resucita”, dijeron. Condenado a volver,

torbellino de células pero también de versos,

decir adiós al viento que acama al crisantemo

y dolerse otra vez, llorar sin esperanza,

ver tu sombra en las celdas de la miel abatida

y esperar a otra muerte, ese extraño desmayo

del corazón enfermo cuando siente la marcha

funeral de esa espalda que parece la tuya.

Y aquí estoy, por castigo, no porque te desee,

no porque me derrote la gravedad maciza

de tus pechos malditos, no porque vea en tus labios

promesa alguna de remordimiento 

ni porque tus mentiras me sigan vertebrando

sin compasión alguna. Estoy porque me he muerto.

Estoy porque mi vida no puede ser eterna

si tú no estás en ella para hacerla pedazos.

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Agosto en España

 

Despellejando agosto, día tras día,

dejando al descubierto sus entrañas

de gaviota sonámbula y extraña,

desovo en su interior mi alegoría.

 

Vago por él con la melancolía

tatuada en mis sentidos por España,

desilusión remota y aledaña,

hueso pelado ya de la utopía.

 

Agosto es como el mar, indiferente

al levante que abrasa o al sumiso

vaivén de la marea. Inertemente, 

 

huero de fe, de sueño circunciso,

va como yo, hundido en la corriente

que a otoño llegará, no al paraíso.

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A Alda.

 

Baja, sol, baja, luna, que bajen los planetas,

bajen los meteoros de todo el universo,

que vengan los demonios, los ángeles, Dios mismo.

Sean testigos de un héroe que muere en el combate

con el alma insurgente y la mirada atenta

a la desconocida que repta en sus entrañas

y ordena a los gusanos el asalto final.

No se rinde, es hermoso. Fue adiestrado en los vientres

marmóreos donde un hijo se pare con la espada

en la mano y un cántico que ennoblece sus gestas.

No sabe confesarse. ¿Qué pecado podría

cometer quien no ha hecho sino lo que hace el viento,

lo que hacen las arenas de las dunas del Sur,

lo que hacen los latidos del corazón que ahora

fallece destensado como un viejo tambor?

“Yo no soy libre”, grita a los cardos atónitos,

“nací predestinado en un erial de estrellas 

tatuadas en mi sangre y en la sangre del cielo

y ahora espero la muerte sin doblar la rodilla”.

Un montón de cadáveres le aplaude enardecido

y los grajos corean el himno de las cumbres.

¿Y ella? ¿Dónde ella? ¿Es la que se desploma

entre las mariposas de la infancia?¿Es aquella,

la que yace abatida sobre las negras hierbas

calientes de las vírgenes?¿La que muere espantada

por recordar a un hombre que la mata de olvido? 

Bajen pronto los buitres, devoren los despojos

solitarios del ídolo y deshuellen el sitio.

No haya palabra suya que encuentren los cronistas.

Y vosotros, amigos, contaminad la historia,

cantad quién era ella, la que fue preterida,

la que no mereció ni versos ni canciones

en la escena final donde el amante expira

y transmitid las letras de su nombre bendito.

 

 

No habrá papel de carta que resista

la avalancha de versos que contengo.

Atrevido reciente, camarlengo

del gozo de escribir, contrabandista

 

de verbos y adjetivos, yo devengo

de mi literatura destajista

un mal salario de zarabandista

y un público ligero de abolengo.

 

¿Por qué escribir entonces? Porque puedo

donarte el corazón entre dibujos

de letras y fantasmas. Con mis dedos

 

soy capaz de dolerte y como un brujo

desencanto tu amor o lo intercedo.

No, no hay papel para tan hondo flujo.

 

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¿Has bebido la arena del desierto?

Si lo has hecho sabrás que sus minúsculos

puñales saltan vivos como peces

en el charco voraz de tu naufragio.

Mira a tu alrededor. Cientos de miles

de millones de seres triturados

por las secas quijadas de los siglos

esperan el crujido de la víctima.

Toda la luz del mundo se desploma

salvajemente sobre tu humedad.

Tus creencias, aun masas resistentes,

llagan el tembladal amarillento

donde pairan unánimes los fósiles.

Estás solo, cercado de espejismos,

sin puntos cardinales ni una sombra

de palmera que alivie tu sequía.

Tú sabrás qué decir, tú eres la presa.

Bebe otro sorbo, siente cómo el vidrio

desbaratado pica tu memoria

y observa cómo el viento se amotina

lanzando sobre ti restos de público.

Yo seré tu poeta, fingiré tus hazañas

y escribiré que estabas elegante

cuando la luna negra, la terrible

plaza de toros de los sueños muertos,

clavó en tu corazón sus banderillas.

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NOCHE EN SANLÚCAR (para Dolors Alberola)

 

Por si tú no lo sabes, te diré que mi pluma,

pulcra, silente, humilde, inofensiva arma,

te acecha con el garbo del halcón peregrino

e hincará en tus carnosos adentros sus palabras.

¿No me crees? Sí, reposa. Sobre el buró, dormita,

serpiente venenosa rectilínea y urbana,

inquieta por la ausencia del calor de su nido

natural, estos dedos que gritan y la inflaman.

Más azul que las venas, su sangre delincuente

espera que los búhos del crepúsculo partan

hacia la impunidad de bárbaras repúblicas.

Hambrienta al despertarse, beberá de mi alma

el zumo de mis noches y el licor de mis verbos.

Me subirá en su lomo de embustera de plata,

ojearemos nerviosos las manadas de víctimas

y entonces te veremos, bruja desorientada

que ahora barres rincones en lugar de volar.

No te daremos tiempo. Clavará en tus entrañas

el diccionario errante que aguza sin sentido

y manchará tu seno con su jerga infectada. 

Cuando ya no lo esperes, en tu boca cautiva

se erguirá el enemigo, una tela de araña

donde tiemblan jugosas las voces del abismo

al que te empujarán ardientes mis metáforas,

innumerables crías sin misión ni piedad.

Ponte a salvo, mi amor, la tarde se derrama

como un glaciar espeso sobre tu valentía

y el peligro bosteza en sus crines metálicas.

Por si no me creyeras, te diré que mi pluma

condena por instinto y cimarrona caza

eremíticos versos, esas chispas que brincan

en el carbón pagano de tus ojos de gata.


 

 

 

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