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NIEVES GARCÍA-TEJEDOR
he curious incident of
the dog in the night-time’
es la primera novela para adultos de su autor, Mark Haddon (
Northampton, Inglaterra, 1963), después de escribir e ilustrar
libros infantiles. Ha sido elogiada por autores como Oliver
Sacks o Ian McEwan y, sobre todo, por sus lectores, que han
contribuido con el “boca a boca” al éxito masivo de ‘El curioso
incidente...’, superando el millón y medio de ejemplares
vendidos y su traducción a 35 idiomas.
En la contracubierta
del libro se lee «es una novela que no se parece a ninguna
otra»... y, si bien este tipo de elogios pueden parecer
exagerados, hay bastante de cierto en ello. Está narrada en
primera persona por Christopher Boone, un muchacho de quince
años de notables habilidades, pero también de notables
diferencias. No hay nada de novedoso, literariamente hablando,
en la narración en primera persona, ni en el hecho de que su
protagonista sea un niño, o un adolescente: la particular visión
del mundo de este tipo de protagonistas puebla gran parte de la
literatura, como el inadaptado Holden Caulfield de la
novel-fetiche El guardián entre el centeno, de J. D.
Salinger, por ejemplo.
Si la novela ‘no se
parece a ninguna otra’ es porque su narrador (en realidad su
autor, claro) consigue la rara habilidad de que el lector vea el
mundo, y a las personas, en el modo como lo interpreta
Christopher, pero, a la vez, de forma creciente y gradual, tal y
como el mundo es y esas personas son en la realidad que nos
rodea, o en su apariencia. Christopher no habla de la dificultad
de la convivencia, ni de la dependencia silenciosa entre
personas que se quieren, tampoco del “chismorreo” ni del daño
mutuo... sin embargo, el lector se va percatando de todo ello a
través de la inocencia de su protagonista y, otras veces, a
través de su ‘exasperante’ razonamiento lógico.
No hay moralinas ni
consejos “de segunda” para ponernos en el lugar de los demás (to
walk in another’s shoes, al modo anglosajón), sino una rica
experiencia adquirida por Mark Haddon en su trato con niños
especiales, y el don de crear con ello el personaje de
Christopher, con un brillante resultado. Quizás dice mucho de su
autor, del que se intuye una empatía sobresaliente, aunque esto
es otro asunto.
El recurso literario y
el hilo argumentativo casi parecen un juego: el lector tiene la
impresión de tener en sus manos un verdadero libro para niños,
con un lenguaje fluido y sencillo, e incluso con pequeños
dibujos (¿El principito de Saint-Exupery?). Con todo ello
Haddon nos da la interpretación de la realidad adulta (la
“verdad de afuera”) a través del prisma ‘distorsionado’ de
Christopher; y parece preguntarnos si de verdad nos resulta
fácil el mundo en que aparentamos desenvolvernos con
naturalidad.
Ha sido galardonada con
el premio Whitbread y el de la Commonwealth. Pero quizás el
premio lo reciben los lectores al leerlo, al comprobar que,
efectivamente, “no se parece a ninguna otra” y que nos invita a
la comprensión de otros puntos de vista, muy distintos y también
muy necesarios.
Como se puede deducir, ‘El curioso incidente del perro a
medianoche’ se lee con agrado y de un tirón. Aún así, deja una
entrañable, larga y profunda sensación de haber leído algo
distinto, o de haber conocido a alguien muy interesante
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