Curso de Doctorado "La lógica del ser"

Dpto. de Filosofía

Facultad de Filosofía

UNED

Prof. Jacinto Rivera de Rosales

 

                                                 CUARTA SESIÓN (5 de marzo de 2005)

 

 

                                                                                                           7-3-2005

Prof. Jacinto Rivera de Rosales

Edificio Humanidades, Dcho 313

Senda del Rey s/n.  28040-Madrid                                             

                                                                                                  

 

 

                       Estimados alumnos:

                      En nuestra cuarta sesión retomamos el hilo de la segunda. En ella habíamos visto que el ser (Sein) y la nada (Nichts) pasaban inmediatamente el uno en el otro, o mejor dicho, ya habían pasado, porque son lo mismo en su carencia de determinidad (Bestimmtheit), o sea, porque ambos son nada. De positivo se dice que son, que son iguales a sí mismos y no desiguales a ningún otro. Sólo en el devenir (Werden) tienen consistencia, pues él precisa de su diferencia; por eso el devenir es el primer concepto propiamente dicho, mientras que el ser y la nada como tales son abstracciones vacías. Nada preexiste a la mediación, y el devenir es ya una imagen del Absoluto, el verdadero comienzo de la lógica. Por eso el juicio o función predicativa no es la expresión propia de la filosofía especulativa pues fija el pensar y lo detiene, siendo entonces vehículo de una ontología substancialista. El vehículo de la especulativa es el silogismo, por su término medio.

El devenir tiene dos momentos: el paso del ser a la nada o perecer (Vergehen), y de la nada al ser o surgir (Entstehen). Pero si no hemos indicado una diferencia entre el ser y la nada, también la diferencia entre perecer y surgir desparece, y el devenir es contradicción de sí mismo, inquietud sin descanso, que por tanto sólo tiene salida si se precipita conjuntamente en un resultado calmo, en una unidad simple de ser y nada, de ser y determinidad = Dasein (existir, ser-ahí, estar, ente, lo que es de alguna manera) o ser determinado. ¿Cómo aparece esa determinidad o cualidad o límite? ¿de dónde proviene? Podríamos decir (ésta es mi propuesta) que el pensar puro (que es pensar y ser y es lo único que aquí hay) está  haciendo en la lógica la experiencia de sí al igual que la conciencia la fue haciendo a lo largo de la Fenomenología del espíritu. Pues bien, el pensar-Werden, es decir, el pensar en la forma o figura de Werden o devenir, se encuentra con su contradicción interna sin mediación, de manera que si se mantiene en ella él se destruye. Para salir de eso (pues el pensar quiere identidad, si bien una identidad en la identidad de la identidad y de la no identidad, o sea, una identidad mediada), el pensar se «inventa» (pues él no es imitativo, sino creativo) la Bestimmtheit para parar su inquietud sin descanso, y poder poner un cierto límite entre el ser y la nada. Después irá descubriendo algo que el filósofo ya sabe, que allí donde ha puesto cada uno de ellos está también el otro, que no ha logrado separar netamente el ser y la nada, y de nuevo tendrá que seguir «inventando» salidas, desarrollos ulteriores de la mediación. El proceso dialéctico propio de la esfera del ser, nos dice Hegel, es un pasar (hervorgehen) de una categoría a la otra; en el devenir o pasar a lo otro, el ser se exterioriza por mediación de la alteridad, gracias a lo cual puede volver sobre sí y revelarse como esencia: la esencia es «la verdad del ser» (inicio de la lógica de la esencia). En nuestro momento presente, el ente sale del devenir gracias a una cualidad que le hace ser algo y no otra cosa, que es un paso parecido (no similar) al de Aristóteles cuando la materia prima es recortada por la forma, o cuando lo dionisíaco nietzscheano pasa a alguna forma apolínea.

Dasein es un ser determinado gracias a una determinidad o cualidad (el Da o ahí, no espacial, del ser), unidad simple, inmediata de ser y nada, y en cuanto inmediata representa un nuevo comienzo, pues el devenir queda olvidado a sus espaldas. Todo lo posterior serán desarrollos de esa determinidad. Por eso el Dasein aparece como algo primero. La totalidad está puesta aquí como suprimida, sólo existe para nosotros que filosofamos, pero no para el pensar-Dasein; para él sólo existe ahora su ser y su determinidad, afirmada primeramente como algo también positivo, algo que le permite ser. El Dasein se corresponde, pues, con el ser de la esfera anterior, así como la finitud se corresponderá con la nada y la infinitud con el devenir, que son las dos articulaciones posteriores de la cualidad.

En un segundo momento, el pensar-Dasein reflexiona sobre la determinidad o cualidad en cuanto tal, aisladamente, como algo existente, como una determinación que puede señalar tanto real (realidad o Realität) como algo que falta (negación). En la nota, Hegel reflexiona sobre el concepto de Dios que sirve de base a la prueba ontológica de su existencia: Dios sería el conjunto de todas las realidades, lo que llevaría a afirmar también la realidad de su existencia. Lo que no ve ese modo de pensar a Dios es que el conjunto de toda realidad es también el conjunto de toda negación, pues sin límites o determinidad no hay realidad, al menos no realidad cognoscible, y por tanto realidad es también contraposición y contraposición real, unión indisoluble de ser y nada. De coincidentia oppositorum  había hablado Nicolás de Cusa. La substancia de Spinoza está pensada con este mismo patrón, como carente de determinación, de manera que sus atributos y sus modos no salen de ella sino que proceden de un pensamiento exterior. Lo que sí admira Hegel de Spinoza como «un principio de infinita importancia» es que omnis determinatio est negatio, negación de todo lo demás que no está dentro de esa determinación. Pero para la filosofía especulativa la nada no es la última palabra, sino la reconciliación (Versöhnung).

            En el tercer momento del Dasein en cuanto tal, éste se convierte en «algo» (Etwas). Habiendo reflexionado sobre sí en su conjunto en el primer momento, y en el segundo sobre la determinidad como tal en su diferencia con el Dasein, éste (en el tercer momento de sí) vuelve a superar (aufheben) esa diferencia y a construirse como un estar-en-si (Insichsein), como estando o siendo él dentro de ese límite, como algo, por ahora sólo de una manera enteramente indeterminada. El algo es, por tanto, la primera negación de la negación (del límite aislado en cuanto mero límite o segundo momento), la primera construcción del para-sí (mediación de sí consigo mismo), el inicio del sujeto. La mediación está en todas partes, dicho sea en contra de la pretendida inmediatez del saber (Descartes con su cógito, Fichte con la intuición intelectual). Con el «algo» la conciencia común cree agarrar por fin lo positivo, pero se olvida que está apresando también lo negativo, y que como lo absolutice y no lo conecte con lo otro, se le convertirá en fantasma, límite o incluso muerte. El algo no sólo es ser (Dasein) y nada (determinidad), sino también devenir, un devenir cuyos momentos son aquí ellos mismos «algo», y por tanto el devenir es aquí «cambio» (Veränderung).

            El pensar-algo pasa a lo otro (das Andere) como su negativo igualmente cualitativo, es decir, con otra determinidad o cualidad, yendo más allá de su límite (Grenze, Mondolfo traduce «término»), que poco después se le convertirá en limitación (Schranke, Mondolfo traduce «límite»). Con ello entramos en el segundo momento de la cualidad, la finitud (die Endlichkeit), en donde se estudian las determinaciones negativas del «algo», como corresponde al segundo momento dialéctico. Cada uno de ellos, el algo y lo otro, puede ser considerado a su vez como algo y como otro, ninguno es el centro absoluto de la realidad. La prioridad, la elección de aquello que designamos con «algo» es subjetiva y exterior, y es indicada con un «esto» (dieses), pero el lenguaje sólo señala lo universal (hay aquí una reducción de todos los modos de conciencia y de ser a lenguaje, a concepto, como ocurre con la conciencia sensible en el inicio de la Fenomenología del Espíritu, una absolutización del lenguaje, que a su modo podríamos encontrar también a veces en la hermenéutica y en la filosofía analítica, o sea, en el «giro lingüístico», según expresión de Rorty, de la filosofía contemporánea). Sin embargo hay para Hegel algo que le conviene particularmente la categoría de «otro», y es la naturaleza física; ella es el ente-fuera-de-sí, lo otro del Espíritu, pues éste es «el verdadero algo». Desde la Filosofía de la naturaleza de Schelling, ésta es interpretada desde el espíritu, con el método como el filósofo transcendental (Fichte) trata y comprende al Yo, al que se le concede una primacía ontológica.

            El segundo paso del apartado «a. algo y otro» trata esa misma relación o dualidad desde el algo con las categorías de «ser-para-otro» (Sein-für-Anderes) y «ser-en-sí» (Ansichsein), pero dado que el otro es lo mismo que el algo, según acabamos de ver, estas últimas categorías sirven para los dos. La primera señala la relación del algo con el otro, y es en ese sentido la marca de la nada, mientras que la segunda hace referencia al mismo algo, la referencia a su propio ser-en-si (Insichsein) anterior, y es la marca del ser, pero esta vez aún más mediatizada por la negación de lo otro en la forma de ser-para-otro. Pronto sabremos en el tercer momento algo que ya no nos sorprende: esas dos categorías no se dan la una sin la otra. Pero ahí se quedó nuestra explicación, y desde ahí partiremos en nuestra sesión del sábado 30 de abril a las 12’30 horas, pues hemos decidido ir tranquilos y con buena letra, a fin de comprender algo.

                     Un cordial saludo.

                                     

 

 
  

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