Realidad y ficción

Curso de Doctorado "La lógica de la esencia"

Dpto. de Filosofía. Facultad de Filosofía

UNED. Prof. Jacinto Rivera de Rosales

 

LA LÓGICA DE LA ESENCIA

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Lógica de la esencia

   CUARTA SESIÓN (13 de mayo de 2006)

 

13-5-2024

Prof. Jacinto Rivera de Rosales

Edificio Humanidades, Dcho 313

Senda del Rey s/n.  28040-Madrid                                           

                                                                                                  

 

 

 

                      Estimados alumnos:

 

(8)                 En nuestra última sesión alcanzamos a dar una visión global de lo que aún nos faltaba por explicar de la Lógica de la esencia, con el propósito de ofrecer un mapa de ruta, una guía de lectura. Nos habíamos quedado en la categoría de «distinción» (Unterschied), la cual se desarrolla en diversos niveles de menor a mayor relación entre los elementos o momentos distinguidos, a saber: (a) la «diferencia» (Verschiedenheit), (b) la «oposición» (Gegensazt) o «contraposición» (Entgegesetzung) y (c) la «contradicción» (Widerspruch). (a) En la visión que se tiene desde la «diferencia» (cada categoría o determinación lógica es como un horizonte desde el que divisamos la realidad en una determinada perspectiva), los elementos distinguidos permanecen indiferentes a su distinción respecto al otro (reflexión-en-otro), pues cada uno se apoya en su propia identidad (reflexión-en-sí), y así decimos: la luna es luna, el mar es mar, y ambos son indiferentes el uno al otro. La reflexión que diferencia es un «comparar» (Vergleichen), y utiliza las categorías o determinaciones de «igualdad» (Gleichheit) y «desigualdad» (Ungleichheit). Ahora bien (y comenzamos aquí el tránsito a la siguiente determinación, la de la oposición), los elementos desiguales sólo son comparados sobre un suelo de igualdad, y decimos que son iguales dos cosas distintas, o sea, que toda comparación requiere a la vez igualdad y desigualdad, de modo que ambas determinaciones contienen la otra y no son indiferentes entre sí, sino que se descubren como momentos de una unidad negativa, y ésta es (b) la «oposición». Mientras que la diferencia era la distinción inmediata (unmittelbar, sin medición), la oposición es la distinción esencial, pues cada momento es lo contrario del otro, es todo lo que el otro no es, es su otro, de modo que ambos son comprendidos bajo las determinaciones de lo «positivo» y lo «negativo». Desde esa nueva consideración, cada uno de los momentos (lo positivo y lo negativo) es en la medida en que el otro no es (pues no es el otro), y a la vez en la medida en que el otro es, pues incorpora en sí esencialmente (la referencia) al otro y por tanto incluye en sí la supresión de sí mismo (leeros la narración “Los teólogos” del Aleph de Borges como ejemplo de esta relación), o sea, (9) la oposición se ha interiorizado y cada uno de los momentos descubre que es en sí mismo contradictorio. (c) La «contradicción» es la negatividad que hace posible toda identidad, es la verdad y la esencia de todas las cosas, la raíz o fundamento de todo movimiento y vida; lo es porque pone en serio peligro la identidad y obliga a recuperarla en una nueva y más elevada posición o figura o determinación, y así sucesivamente hasta el final del sistema. Mientras que el entendimiento abstracto quiere llegar a una identidad fijada en cada cosa, una identidad que excluya toda contradicción, según su principio del tercio excluso («algo es o A o no A»), la razón especulativa alcanza la identidad en un proceso que camina a través de la contradicción.

 

                      En la contradicción, los elementos (lo positivo y lo negativo) pierden su subsistencia independiente y son un continuo pasar el uno en el otro, de modo que el resultado de la reflexión que quiere excluir (auschlieβende Reflexion) es cero (Null). No así para la reflexión que pone (setzende Reflexion); ésta piensa la totalidad del movimiento de los momentos como una unidad negativa que retorna hacia sí misma y es independiente, como un movimiento en el que los momentos opuestos se van a su fundamento (zum Grunde gehen = se van a pique, al fondo, al fundamento). Esa unidad es la esencia completa e independiente, devenida por ello mismo (10) «fundamento». El fundamento es la esencia que se pone como unidad independiente y contradictoria, que por tanto no es un tranquilo permanecer en ella, sino que se excluye a sí misma y se impulsa por ello a su manifestación, a fundar, hacia la «existencia». Con ello tenemos una nueva dualidad fundamento-fundado, y cuando preguntamos por el fundamento de las cosas, por ejemplo de la electricidad, tenemos esa misma cosa primero en su inmediatez como fenómeno eléctrico, y segundo de manera mediatizada, en la forma de algo interior, que sería su fundamento. Eso es lo que se expresa en el principio de razón (der Satz vom Grunde, Grund = razón y fundamento) suficiente, que todas las cosas tienen su fundamento, o sea, que han de ser consideradas como esencialmente mediatizadas. Ahora bien, este fundamento no está aún comprendido como concepto y fin, que son propiamente el fundamento de todo, y por consiguiente es un fundamento todavía formal, sin contenido concreto, de manera que para todo lo que se quiera se puede encontrar un «buen» fundamento. (A partir de aquí seguimos el texto de la Enciclopedia, aunque la numeración en paréntesis haga relación a la estructura de la Ciencia de la lógica).

 

(15)               El fundamento, al ser contradicción, es repelido de sí mismo, y el resultado de esa superación (Aufheben) de sí, de su negación, es la «existencia» (Existenz). Ella es la inmediatez restaurada del fundamento, una inmediatez pensada en esa inmediatez, es decir, no teniendo el fundamento detrás de ella sino en ella. La identidad o reflexión-en-sí (Reflexion-in-sich) da como resultado aquí una indeterminada cantidad de (cosas) existentes, y la reflexión-en-otro (Reflexion-in-Anderes) o distinción los relaciona entre sí mediante una dependencia recíproca en la que los existentes se comportan entre sí como fundamentos y fundados, formado redes de interconexión. (16) El existente, pensado como fundamento y reflexión-en-sí, es la «cosa» (Ding), en cuanto totalidad de las determinaciones del fundamento y de la existencia. La relación de la cosa con las otras cosas, o sea, su reflexión-en-otro es comprendida como las «propiedades» (Eigenschaften) que tiene esa cosa con respecto a las otras. Cuando se autonomizan, esas propiedades aparecen como (17) «materias» (Materien), y así se habla de las materias o elementos químicos, etc., aunque a veces se aboca a ficciones, como cuando se habla de la materia del calor o calórico. Todas esas materias vendrían de una materia común y serían formas de ésta, que sin ellas esta materia común es caos. «Una intuición más profunda es, por el contrario, la de que Dios ha creado el mundo de la nada, con lo que se dice, por una parte, que a la materia no le corresponde ningún ser independiente y, por otra parte, que la forma no llega a la materia desde fuera» (Enz § 128). De esta manera, la cosa se divide en materia y forma. Pero la una no es sin la otra, sino que ambas son dos momentos de lo mismo.

 

(19)               La esencia ha de aparecer, y esto debido a la contradicción que hemos visto ya en ella. En ese aparecer la materia es su subsistencia en cuanto reflexión-en-si y la forma es la dependencia respecto a lo otro, la superación-supresión de su subsistencia en cuanto reflexión-en-otro. Ese aparecer desarrollado, que sabe de su contradicción y dependencia, es el «fenómeno»; él es la existencia puesta en su contradicción, y debido a esa contradicción el fundamento ya no se encuentra en la existencia y es puesto fuera: la existencia carente de fundamento en ella misma es el fenómeno. La filosofía se diferencia de la conciencia común en que ve fenómenos donde ésta creía encontrar entes subsistentes en sí; aquí la referencia a Kant es obligada. Al estar superada-suprimida su subsistencia, la esencia, el contenido y (20) la ley del fenómeno es su forma, forma que a su vez encuentra su fundamento en otro fenómeno, y así el fenómeno es conducido a una ilimitada mediación consigo mismo, a (21) un mundo fenoménico. Por consiguiente, como ya había dicho Kant, el fenómeno se disuelve en (22 y 23) relaciones (Verhältnis) recíprocas. Esas relaciones esenciales al fenómeno son, según Hegel, primero, la de (24) «el todo y las partes» (das Ganze und die Teile), en la cual a veces se toma al todo como lo substancial y las partes lo son del todo, y a veces a la inversa, el todo es pensado como constando de partes subsistentes. Hay cosas donde sucede más lo primero (los seres vivos, el Estado) y otras en las que es más apropiado lo segundo (la naturaleza inorgánica, grupo de amigos). La segunda relación es (25) la de «la fuerza y su exteriorización» (die Kraft und ihre Äuβerung). En la fuerza aparece esa relación negativa de la esencia a sí que la hace salir de sí hacia su manifestación, la cual a su vez desaparece y se reintegra en una totalidad que vuelve a ser la fuerza. Pero esta fuerza aún no sabe de sí (como sí lo hará el concepto de fin) y por tanto es finita y precisa de una solicitación desde fuera, una solicitación de otra fuerza. Por el contrario, pensar que estas fuerzas son lo último en la realidad es el punto de vista del materialismo propio del entendimiento razonante. Esa relación de fuerza-exteriorización es en verdad (26) la relación de «interno-externo» (Inneres Äuβeres). Lo interno es el fundamento, la forma vacía de la reflexión-en-sí, mientras que lo externo es la existencia, la determinación vacía de la reflexión-en-otro. La identidad de ambos momentos es el movimiento de la fuerza. Lo externo tiene el mismo contenido que lo interno, pues el fenómeno no muestra nada que no esté en la esencia, y en la esencia no hay nada que no se manifieste (Enz § 139); ésta es una idea sobre la que Hegel no se cansa de insistir. Por eso lo que esté sólo en el interior, no desarrollado, es algo que aún aparece como meramente exterior; por ejemplo, el niño tiene la racionalidad sólo en sus posibilidades, y por eso se le muestra ésta como la mera exterioridad de sus padres o de sus maestros y no como algo suyo propio. Gracias al desarrollo o manifestación de la fuerza, lo interno es puesto en la existencia. Pues bien, esa identidad mediatizada de lo interno y de lo externo es (27) la «realidad efectiva» (Wirklichkeit).

 

                      La realidad efectiva es la unidad de esencia y existencia, de interior y exterior, en donde la existencia es sólo manifestación de la esencia, y la que no lo sea no es racional ni propiamente real, sino que se habrá quedado en alguna determinación anterior, no plenamente desarrollada. Si nos metemos ya en el interior de la realidad efectiva, sus determinaciones son, primeramente, la «posibilidad» (Möglichkeit). Generalmente se piensa que la posibilidad es más amplia que la realidad, pero ésas son posibilidades fantasiosas (como cuando se dice, por ejemplo, que es posible que el Zar de Rusia se convierta en el Papa de Roma), mientras que las verdaderas posibilidades están situadas como momentos de la realidad efectiva en cuanto meras reflexión-en-sí. Lo contrario de lo posible (como mera reflexión-en-otro) es lo «contingente» (zufällig), que necesita la «condición» (Bedingung) o reflexión-en-otro para llegar a la realidad, a ser real. Cuando se dan todas las condiciones aparece la «necesidad» (Notwendigkeit). Pues bien, esa relación absoluta que es necesidad se articula según tres relaciones. (31) En su forma inmediata encontramos la «relación de substancialidad» (Substantialitätverhältnis), la de la substancia (identidad, interior) con su accidente (negatividad, exterior). (32) La segunda es la «relación de causalidad» (Kausalitätsverhältnis), donde la substancia es causa, la cosa originaria, la reflexión-en-sí, y el efecto es lo puesto, lo negativo; es el momento de la diferenciación de ambos. Por último, (33) en la «acción recíproca» (Wechselwirkung), que es la relación causal en su pleno desarrollo, se muestra que ambas partes (causa y efecto) son lo mismo, activas y pasivas, y que toda la realidad es una infinita referencia a sí misma, y eso es el concepto. Aquí se transforma la necesidad en libertad pues lo real sólo tiene que ver consigo mismo y sus propias leyes (al igual que le sucedía a la Substancia en Spinoza). También ocurre que la substancia se transforma en concepto que es para sí, de modo que el concepto es la verdad del ser y de la esencia. De esta manera se rebasa el límite de la lógica de la esencia y se arriba a la del concepto. Ése será el tema del próximo curso de doctorado 2006-2007. En él se ofrecerá primero una visión general de la lógica de Hegel, y en las dos o tres últimas sesiones se estudiará la lógica del concepto.

 

                      Un cordial saludo.

 

                      Prof. Jacinto Rivera de Rosales. UNED

 

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