Estimados alumnos:
(8) En nuestra última sesión alcanzamos a
dar una visión global de lo que aún nos faltaba por explicar
de la Lógica de la esencia, con el propósito de ofrecer un
mapa de ruta, una guía de lectura. Nos habíamos quedado en
la categoría de «distinción» (Unterschied), la cual
se desarrolla en diversos niveles de menor a mayor relación
entre los elementos o momentos distinguidos, a saber: (a) la
«diferencia» (Verschiedenheit), (b) la «oposición» (Gegensazt)
o «contraposición» (Entgegesetzung) y (c) la
«contradicción» (Widerspruch). (a) En la visión que
se tiene desde la «diferencia» (cada categoría o
determinación lógica es como un horizonte desde el que
divisamos la realidad en una determinada perspectiva), los
elementos distinguidos permanecen indiferentes a su
distinción respecto al otro (reflexión-en-otro), pues cada
uno se apoya en su propia identidad (reflexión-en-sí), y así
decimos: la luna es luna, el mar es mar, y ambos son
indiferentes el uno al otro. La reflexión que diferencia es
un «comparar» (Vergleichen), y utiliza las categorías
o determinaciones de «igualdad» (Gleichheit) y
«desigualdad» (Ungleichheit). Ahora bien (y
comenzamos aquí el tránsito a la siguiente determinación, la
de la oposición), los elementos desiguales sólo son
comparados sobre un suelo de igualdad, y decimos que son
iguales dos cosas distintas, o sea, que toda comparación
requiere a la vez igualdad y desigualdad, de modo que ambas
determinaciones contienen la otra y no son indiferentes
entre sí, sino que se descubren como momentos de una unidad
negativa, y ésta es (b) la «oposición». Mientras que la
diferencia era la distinción inmediata (unmittelbar,
sin medición), la oposición es la distinción esencial, pues
cada momento es lo contrario del otro, es todo lo que el
otro no es, es su otro, de modo que ambos son comprendidos
bajo las determinaciones de lo «positivo» y lo «negativo».
Desde esa nueva consideración, cada uno de los momentos (lo
positivo y lo negativo) es en la medida en que el otro no es
(pues no es el otro), y a la vez en la medida en que el otro
es, pues incorpora en sí esencialmente (la referencia) al
otro y por tanto incluye en sí la supresión de sí mismo
(leeros la narración “Los teólogos” del Aleph de
Borges como ejemplo de esta relación), o sea, (9) la
oposición se ha interiorizado y cada uno de los momentos
descubre que es en sí mismo contradictorio. (c) La
«contradicción» es la negatividad que hace posible toda
identidad, es la verdad y la esencia de todas las cosas, la
raíz o fundamento de todo movimiento y vida; lo es porque
pone en serio peligro la identidad y obliga a recuperarla en
una nueva y más elevada posición o figura o determinación, y
así sucesivamente hasta el final del sistema. Mientras que
el entendimiento abstracto quiere llegar a una identidad
fijada en cada cosa, una identidad que excluya toda
contradicción, según su principio del tercio excluso («algo
es o A o no A»), la razón especulativa alcanza la identidad
en un proceso que camina a través de la
contradicción.
En la contradicción, los elementos (lo
positivo y lo negativo) pierden su subsistencia
independiente y son un continuo pasar el uno en el otro, de
modo que el resultado de la reflexión que quiere excluir (auschlieβende
Reflexion) es cero (Null). No así para la
reflexión que pone (setzende Reflexion); ésta piensa
la totalidad del movimiento de los momentos como una unidad
negativa que retorna hacia sí misma y es independiente, como
un movimiento en el que los momentos opuestos se van a su
fundamento (zum Grunde gehen = se van a pique, al
fondo, al fundamento). Esa unidad es la esencia completa e
independiente, devenida por ello mismo (10) «fundamento». El
fundamento es la esencia que se pone como unidad
independiente y contradictoria, que por tanto no es un
tranquilo permanecer en ella, sino que se excluye a sí misma
y se impulsa por ello a su manifestación, a fundar, hacia la
«existencia». Con ello tenemos una nueva dualidad
fundamento-fundado, y cuando preguntamos por el fundamento
de las cosas, por ejemplo de la electricidad, tenemos esa
misma cosa primero en su inmediatez como fenómeno eléctrico,
y segundo de manera mediatizada, en la forma de algo
interior, que sería su fundamento. Eso es lo que se expresa
en el principio de razón (der Satz vom Grunde,
Grund = razón y fundamento) suficiente, que todas las
cosas tienen su fundamento, o sea, que han de ser
consideradas como esencialmente mediatizadas. Ahora bien,
este fundamento no está aún comprendido como concepto y fin,
que son propiamente el fundamento de todo, y por
consiguiente es un fundamento todavía formal, sin contenido
concreto, de manera que para todo lo que se quiera se puede
encontrar un «buen» fundamento. (A partir de aquí seguimos
el texto de la Enciclopedia, aunque la numeración en
paréntesis haga relación a la estructura de la Ciencia de
la lógica).
(15)
El fundamento, al ser contradicción, es
repelido de sí mismo, y el resultado de esa superación (Aufheben)
de sí, de su negación, es la «existencia» (Existenz).
Ella es la inmediatez restaurada del fundamento, una
inmediatez pensada en esa inmediatez, es decir, no teniendo
el fundamento detrás de ella sino en ella. La identidad o
reflexión-en-sí (Reflexion-in-sich) da como resultado
aquí una indeterminada cantidad de (cosas) existentes, y la
reflexión-en-otro (Reflexion-in-Anderes) o distinción
los relaciona entre sí mediante una dependencia recíproca en
la que los existentes se comportan entre sí como fundamentos
y fundados, formado redes de interconexión. (16) El
existente, pensado como fundamento y reflexión-en-sí, es la
«cosa» (Ding), en cuanto totalidad de las
determinaciones del fundamento y de la existencia. La
relación de la cosa con las otras cosas, o sea, su
reflexión-en-otro es comprendida como las «propiedades» (Eigenschaften)
que tiene esa cosa con respecto a las otras. Cuando se
autonomizan, esas propiedades aparecen como (17) «materias»
(Materien), y así se habla de las materias o
elementos químicos, etc., aunque a veces se aboca a
ficciones, como cuando se habla de la materia del calor o
calórico. Todas esas materias vendrían de una materia común
y serían formas de ésta, que sin ellas esta materia común es
caos. «Una intuición más profunda es, por el contrario, la
de que Dios ha creado el mundo de la nada, con lo que se
dice, por una parte, que a la materia no le corresponde
ningún ser independiente y, por otra parte, que la forma no
llega a la materia desde fuera» (Enz § 128). De esta
manera, la cosa se divide en materia y forma. Pero la una no
es sin la otra, sino que ambas son dos momentos de lo mismo.
(19) La esencia ha de aparecer, y esto debido
a la contradicción que hemos visto ya en ella. En ese
aparecer la materia es su subsistencia en cuanto
reflexión-en-si y la forma es la dependencia respecto a lo
otro, la superación-supresión de su subsistencia en cuanto
reflexión-en-otro. Ese aparecer desarrollado, que sabe de su
contradicción y dependencia, es el «fenómeno»; él es la
existencia puesta en su contradicción, y debido a esa
contradicción el fundamento ya no se encuentra en la
existencia y es puesto fuera: la existencia carente de
fundamento en ella misma es el fenómeno. La filosofía se
diferencia de la conciencia común en que ve fenómenos donde
ésta creía encontrar entes subsistentes en sí; aquí la
referencia a Kant es obligada. Al estar superada-suprimida
su subsistencia, la esencia, el contenido y (20) la ley del
fenómeno es su forma, forma que a su vez encuentra su
fundamento en otro fenómeno, y así el fenómeno es conducido
a una ilimitada mediación consigo mismo, a (21) un mundo
fenoménico. Por consiguiente, como ya había dicho Kant, el
fenómeno se disuelve en (22 y 23) relaciones (Verhältnis)
recíprocas. Esas relaciones esenciales al fenómeno son,
según Hegel, primero, la de (24) «el todo y las partes» (das
Ganze und die Teile), en la cual a veces se toma al todo
como lo substancial y las partes lo son del todo, y a veces
a la inversa, el todo es pensado como constando de partes
subsistentes. Hay cosas donde sucede más lo primero (los
seres vivos, el Estado) y otras en las que es más apropiado
lo segundo (la naturaleza inorgánica, grupo de amigos). La
segunda relación es (25) la de «la fuerza y su
exteriorización» (die Kraft und ihre Äuβerung). En la
fuerza aparece esa relación negativa de la esencia a sí que
la hace salir de sí hacia su manifestación, la cual a su vez
desaparece y se reintegra en una totalidad que vuelve a ser
la fuerza. Pero esta fuerza aún no sabe de sí (como sí lo
hará el concepto de fin) y por tanto es finita y precisa de
una solicitación desde fuera, una solicitación de otra
fuerza. Por el contrario, pensar que estas fuerzas son lo
último en la realidad es el punto de vista del materialismo
propio del entendimiento razonante. Esa relación de
fuerza-exteriorización es en verdad (26) la relación de
«interno-externo» (Inneres Äuβeres). Lo interno es el
fundamento, la forma vacía de la reflexión-en-sí, mientras
que lo externo es la existencia, la determinación vacía de
la reflexión-en-otro. La identidad de ambos momentos es el
movimiento de la fuerza. Lo externo tiene el mismo contenido
que lo interno, pues el fenómeno no muestra nada que no esté
en la esencia, y en la esencia no hay nada que no se
manifieste (Enz § 139); ésta es una idea sobre la que
Hegel no se cansa de insistir. Por eso lo que esté sólo en
el interior, no desarrollado, es algo que aún aparece como
meramente exterior; por ejemplo, el niño tiene la
racionalidad sólo en sus posibilidades, y por eso se le
muestra ésta como la mera exterioridad de sus padres o de
sus maestros y no como algo suyo propio. Gracias al
desarrollo o manifestación de la fuerza, lo interno es
puesto en la existencia. Pues bien, esa identidad
mediatizada de lo interno y de lo externo es (27) la
«realidad efectiva» (Wirklichkeit).
La realidad efectiva es la unidad de
esencia y existencia, de interior y exterior, en donde la
existencia es sólo manifestación de la esencia, y la que no
lo sea no es racional ni propiamente real, sino que se habrá
quedado en alguna determinación anterior, no plenamente
desarrollada. Si nos metemos ya en el interior de la
realidad efectiva, sus determinaciones son, primeramente, la
«posibilidad» (Möglichkeit). Generalmente se piensa
que la posibilidad es más amplia que la realidad, pero ésas
son posibilidades fantasiosas (como cuando se dice, por
ejemplo, que es posible que el Zar de Rusia se convierta en
el Papa de Roma), mientras que las verdaderas posibilidades
están situadas como momentos de la realidad efectiva en
cuanto meras reflexión-en-sí. Lo contrario de lo posible
(como mera reflexión-en-otro) es lo «contingente» (zufällig),
que necesita la «condición» (Bedingung) o
reflexión-en-otro para llegar a la realidad, a ser real.
Cuando se dan todas las condiciones aparece la «necesidad» (Notwendigkeit).
Pues bien, esa relación absoluta que es necesidad se
articula según tres relaciones. (31) En su forma inmediata
encontramos la «relación de substancialidad» (Substantialitätverhältnis),
la de la substancia (identidad, interior) con su accidente
(negatividad, exterior). (32) La segunda es la «relación de
causalidad» (Kausalitätsverhältnis), donde la
substancia es causa, la cosa originaria, la reflexión-en-sí,
y el efecto es lo puesto, lo negativo; es el momento de la
diferenciación de ambos. Por último, (33) en la «acción
recíproca» (Wechselwirkung), que es la relación
causal en su pleno desarrollo, se muestra que ambas partes
(causa y efecto) son lo mismo, activas y pasivas, y que toda
la realidad es una infinita referencia a sí misma, y eso es
el concepto. Aquí se transforma la necesidad en libertad
pues lo real sólo tiene que ver consigo mismo y sus propias
leyes (al igual que le sucedía a la Substancia en Spinoza).
También ocurre que la substancia se transforma en concepto
que es para sí, de modo que el concepto es la verdad del ser
y de la esencia. De esta manera se rebasa el límite de la
lógica de la esencia y se arriba a la del concepto. Ése será
el tema del próximo curso de doctorado 2006-2007. En él se
ofrecerá primero una visión general de la lógica de Hegel, y
en las dos o tres últimas sesiones se estudiará la lógica
del concepto.
Un cordial saludo.
Prof. Jacinto Rivera de Rosales. UNED