REALIDAD Y FICCIÓN Edición
de la página lindaraja . REVISTA de estudios interdisciplinares y transdisciplinares. ISSN: 1698 - 2169 |
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Revista Lindaraja nº 7, diciembre de 2006
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FILOSOFÍA Y DESARROLLO DE LA POLIS Esther García-Tejedor
Este tema está planteado para facilitar la comprensión y asimilación del tema de filosofía en la asignatura de Cultura Clásica. Tal asignatura tiene como finalidad hacer llegar al alumno la riqueza y la sensibilidad de unas culturas que han sido cuna y semilla de la nuestra. En el breve tiempo que se le puede dedicar a tan extenso y complejo asunto se corre el peligro de desentenderse de su sentido y alcance, ya que las breves pinceladas que se pueden dar de las ideas de cada uno de los filósofos que han fraguado la historia de nuestro pensamiento crean a menudo una sensación de distancia y sinsentido en el alumno. Para superar este escollo hay que ser conscientes de las limitaciones y marcar como meta las causas de la aparición de la filosofía, que tienen la misma trascendencia en cualquier época y que pueden hacer reflexionar sobre el ambiente adecuado para el libre pensamiento.El enfoque que se propone está asimismo desarrollado para aportar ideas a un nivel de bachillerato, tanto para la introducción a la filosofía de 1º, donde conviene ofrecer una panorámica histórica antes de la definición actual de esta materia, como para ofrecer un marco adecuado para la comprensión de la filosofía clásica en 2º.
I. ORIGEN Y SIGNIFICADO DEL TÉRMINO
El término procede de dos palabras griegas: φιλία, que significa amor, amistad, tendencia a o atracción por, y σοφία, sabiduría. El primero en utilizar el término “filósofo” fue Pitágoras: cuando le dijeron que era un sabio (σοφόή) contestó que no, que a lo más era un filó-sofo, es decir, un amante, buscador, indagador del saber. Esta distinción es importante porque establece un hiato o espacio de separación entre la ignorancia y el conocimiento revelado. Este es el verdadero sentido del surgimiento de un nuevo modo de explicar el mundo: al hombre ya no se conforma con la tradición, con las respuestas míticas adquiridas por inspiración, esto es, por la generosidad de los dioses hacia los hombres en un pasado mítico, transmitidas y aceptadas de generación en generación. Ahora es el hombre mismo quien pretende acceder a los secretos del universo con la única ayuda de su razón. Esta apreciación es importante, ya que no se puede hablar sin más del nacimiento del “pensamiento racional”, lo que implicaría su inexistencia antes de los griegos. Ya el hombre del paleolítico tenía que razonar cómo cazar un animal superior en fuerza como un mamut; cómo conocer las estrellas y guiarse por ellas; cómo fabricar utensilios para facilitar su trabajo y su defensa… Y en el pensamiento mítico hay mucho sentido que no se puede tachar, sin más de irracional. Lo que implica el surgimiento de la filosofía es la autonomía intelectual del hombre, de cada individuo, frente a los dioses. La filosofía supone, pues: a) la explicación de las razones últimas del universo (su creación y ordenamiento), y b) la autonomía (también soledad e indefensión) del hombre respecto a los dioses en su búsqueda de ese conocimiento. Sabido es que la filosofía surge en Grecia. Su desarrollo se divide en tres etapas según los temas en torno a los cuales se reflexiona principalmente, y estas etapas coinciden con las épocas en que se divide su historia: arcaica, clásica y helenismo. Lo idiosincrático y genial de la creación griega no son los contenidos, que tienen mucho débito de culturas circundantes, sino el nuevo modo de plantearlos.
II. ÉPOCA ARCAICA 1. Causas que favorecen la aparición de la filosofía en Grecia
El origen está en la aplicación del espíritu griego, tremendamente humanista y asociado al concepto de polis, a la herencia cultural de los pueblos del Medio Oriente (mesopotámicos y egipcios principalmente). Los griegos, en efecto, poseen una cultura común: un idioma, unas costumbres, una tradición religiosa y, en general, un modo de entender la vida centrado en este mundo, en la naturaleza y el hombre. Sus dioses antropomórficos, llenos de pasiones y sentimientos humanos, reflejan ese interés por la vida y, a diferencia de otros pueblos mucho más marcados por el culto a la muerte y el más allá, constatan también un cierto desinterés por el más allá, que se concibe como un mero reino de sombras, pálido recuerdo de la auténtica entidad de la vida y su dinamismo. A esto se suma que, a pesar de su comunidad cultural, no se estructuran políticamente en una unidad estatal, sino que se dividan en distintas polis autónomas, lo cual genera las siguientes características: × Falta de una casta sacerdotal en sentido estricto, es decir, de una casta guardiana de la religión y la ciencia. El saber en las culturas imperiales está dirigido y custodiado por una casta social específicamente dedicada al saber oficial, en su faceta religiosa y científica; esto hace que cualquier doctrina ajena a la estatal sea considerada sectaria o herética. Los griego poseen, por supuesto, un culto a sus dioses y unos sacerdotes a su cargo, pero carecen de esa marca de estamento cerrado y el papel de los dioses y su veneración varía de unas polis a otras. Esto genera el contraste y la ausencia de dogma, lo cual favorece presencia de variadas interpretaciones del mundo, sin restricciones. × Saber y cultura desligados del Estado (ya que no hay un “Estado griego”), a diferencia de lo que ocurre con las grandes culturas orientales: egipcios y babilonios. A esto se suman algunos rasgos de su propia cultura: Ese interés centrado en la naturaleza y lo humano, en el dinamismo y la temporalidad de este mundo, que definen su espíritu humanista. × Posesión de un lenguaje de carácter abstracto, convencional y desligado de las cosas, más definido por una estructura gramatical[1]. De aquí puede resultar una lógica y una dialéctica. En el idioma egipcio, por ejemplo, la palabra iba indisolublemente ligada al objeto que designa; su estructura gramatical es más ambigua, como se refleja en su escritura jeroglífica. La escritura griega, por contraste, es accesible a cualquier hombre –no exige los conocimientos y formación de un escriba–, y su carácter vocálico favoreció también su accesibilidad y transmisión.
2. Los presocráticos
Se denomina así a los autores anteriores a Sócrates, dejando patente el antes y el después que supuso este pensador para la filosofía. – Ubicación: en el s. VI a.C. (finales de la época arcaica) aparece, en las colonias griegas de Asia Menor, la denominada escuela jónica, cuna de los principales filósofos presocráticos. – Tema axial: explicación del cosmos y la naturaleza (φύσις). Aristóteles los denomina “los físicos”. Se preguntan por el origen (ἀρχή) y primeros elementos que fundamentan la realidad física. La polis arcaica se caracteriza por un sistema económico basado en la agricultura y la ganadería y una estructura política que tiene como base la posesión de la tierra. El poder lo ostentan el rey y la aristocracia de grandes terratenientes. La pobreza de los campesinos humildes y los esclavos favorecen las migraciones y en consecuencia el intercambio cultural. Las colonias jónicas de Asia Menor viven en contacto con la cultura persa, con su tradición mitológica, científica y literaria, pero poseen los rasgos culturales propios de los griegos. Las explicaciones sobre la naturaleza y el origen del mundo de las grandes civilizaciones son conocidas, contrastadas y reinterpretadas, adquiriendo su fisonomía peculiarmente griega al perder la garantía de la tradición y ser tamizadas por el lógos humano. Por ejemplo, del tema del “océano primordial” del que surge la vida, un tema muy extendido en Mesopotamia y también conocido en Egipto, desarrollará Tales su teoría del agua como primer elemento constitutivo de la realidad. Las concepciones míticas del alma y la vida como fuego o aire (pneuma) darán lugar a otros autores, como Heráclito y Anaxímenes, a considerarlos respectivamente del mismo modo. Comienza así la búsqueda de una concepción “racional” (a partir del lógos: lo inteligible del la naturaleza y de las cosas, así como la capacidad del hombre de captarlo), y se produce la desmitificación paulatina de las fuerzas de la naturaleza.
– Principales autores y sus teorías sobre el “principio” (ἀρχή): · Anaximandro de Mileto (610-547): el άπειρον (lo indefinido, lo que no tiene límite) · Tales de Mileto (640/39-546/45): el agua (entendida como océano primordial). · Heráclito de Éfeso: el fuego. Idea de que “todo fluye”. Los principios del “amor” y el “odio”. · Parménides de Elea (nac. 540/39 a.C.): “lo que es, es, y lo que no es, no es”. La atemporalidad de la razón y la lógica. · Pitágoras de Samos (fl. 532 a.C.): los números, la proporción. Primer autor conocido que planteó que la Tierra no era el centro del sistema solar. · Anaxímenes (588-524 a.C.): el “aire”. · Anaxágoras. (499-28). Nació en Clazomene (Asia Menor) y se dirigió a Atenas en 453. Amistad con Pericles. Fue el primero que añadió a la materia la inteligencia (noûs).[2] · Empédocles de Agrigento (483/2-430 a.C.): los cuatro elementos. · Demócrito de Abdera (Tracia): (460-370 a.C.): los átomos. Una solución al problema del ser y la nada de Parménides.
III. ÉPOCA CLÁSICA: SÓCRATES, PLATÓN Y ARISTÓTELES
– S. V, Ática: la democracia, con su apreciación optimista de la capacidad del hombre para gobernarse a sí mismo, presuponía un alto nivel de cultura. La educación era el punto axial desde el que mover el mundo político: si en época arcaica la educación era distintivo de la aristocracia, ahora todo hombre libre, que aspira a gobernarse a sí mismo y participar en el gobierno de su ciudad, ha de poseer un alto grado de formación. La necesidad de conocer el mundo para adaptarse a él, presente en todos los pueblos de la antigüedad, evoluciona en el espíritu griego hacia la necesidad de conocerse el hombre a sí mismo, como eje central del gobierno de la polis. Frente a los pueblos regidos por un emperador, de poder más claramente religioso, está el del hombre que se forma y gobierna a sí mismo. De ahí que el concepto de ἀρετή (virtud[3]) derive hacia el aspecto racional y social del ser humano, hacia la ética y la política conjuntamente. Se promueve la oratoria: el dominio de la palabra significaba la soberanía del espíritu, porque con la palabra el hombre expresaba su conocimiento, y por ende capacidad de dominio, del mundo. El ideal humano, asociado a la aristocracia arcaica, era el héroe; ahora lo es el “buen ciudadano”. La educación, y la oratoria como parte fundamental de ésta, son imprescindibles en la vida democrática de la Asamblea y en la formación de un hombre-ciudadano, un hombre capaz de gobernar la polis, a través de su inteligencia y su cultura. Paideía (παιδεία): Los griegos vieron por primera vez que la educación debe ser también un proceso de construcción consciente. El pueblo griego se caracteriza, frente a otros pueblos, por un marcado antropocentrismo: desde la forma humana de sus dioses, hasta la preocupación por esa misma forma en su representación plástica denotan ese carácter. Ya desde los tiempos de Homero, la inquietud principal es el hombre y su destino. El hombre aparece como algo que puede –y debe– ser formado, idea que culminará con Sócrates, Platón y Aristóteles.
Entre los siglos V y IV aparecen dos tendencias a la vez contrapuestas y complementarias del problema del gobierno y la naturaleza del hombre:
1. Sofística: La vida democrática crea también a los sofistas, profesionales de la enseñanza, pero no de contenidos (ciencia), sino formal (oratoria, lógos como lenguaje); preparan a la gente para ser buenos políticos, buenos oradores. Se desarrolla la oratoria como medio de con-vencer al adversario político (todo ciudadano libre o polites lo era,) hace que aparezca la figura del sofista, profesor a sueldo que enseñaba el arte de la persuasión.
2. Sócrates (469-399 a.C.) La inquietud filosófica da un giro del problema del cosmos al problema del hombre. Se trata de un giro moral ? preocupación por el hombre como ciudadano y por el “ideal” de polis. La confrontación entre la justicia “real”, ideal, frente a la justicia “aparente”, circunscrita al ámbito del lenguaje (“el hombre es la medida de todas las cosas”, dirá Protágoras) que defienden los sofistas es el motor del nuevo problema a que se abre la filosofía.
PLATÓN (Atenas 427-347 a.C.)
En este autor, ética y política se muestran inseparables; el hombre y sus valores se definen y expresan principalmente en cuanto ciudadano. Para muchos, el núcleo del pensamiento platónico es su polémica con los sofistas, a partir de la necesidad planteada de encontrar la definición verdadera de “justicia” para evitar relativismo moral y posibilitar la creación de leyes racionales y objetivas. La guerra del Peloponeso sumió a Atenas en una depresión ante su propio sistema político, depresión que hizo replantear sus propios cimientos, y girar sus ojos hacia el sistema de la ciudad vencedora: Esparta. Esta polis se convierte en modelo de educación colectiva hasta las últimas consecuencias. Si Esparta no destaca en el campo de la filosofía ni de las artes, ocupa en cambio un lugar preponderante en el terreno de la educación. Su creación más característica es su Estado, que representa aquí, por primera vez, una fuerza pedagógica en el sentido más amplio de la palabra. Predomina aquí el deal de eunomía frente a isonomía. Junto a esto, se suma la crisis y la corrupción en que degenera la democracia en la época de la tiranía de los Treinta, gobierno que condena a Sócrates, su maestro, al que amaba profundamente, a beber la cicuta.
Principales aportaciones: · Mundo de las ideas: la justicia y el bien en sí como conceptos fundamentales, frente al relativismo moral sofista ? intelectualismo moral. · Dialéctica: búsqueda de la verdad a partir de la contraposición de dos pareceres contrarios. (aporta a nuestros días un modelo en que el diálogo no implica relativismo). · Modelo educativo aristocrático: el gobierno de los mejores. (La República). (debate actual sobre la importancia de la educación en un sistema democrático).
ARISTÓTELES (Estagira –Macedonia–, 384- Calcis de Eubea , 322 a.C.)
Representa en gran medida la plenitud del “ideal de ciudadano” (Ética a Nicómaco). En él se suman el espíritu científico y la inquietud por conocer la naturaleza de los jonios con la gran preocupación por el hombre como “animal social” (zoon politikón) –idea muy unida a su otra famosa definición del hombre como “animal racional” (zoon logikón)–.
Principales aportaciones: · Lógica. Sienta las bases fundamentales del pensamiento lógico y científico. · Física: su pensamiento domina durante toda la Edad Media y el Renacimiento, hasta Galileo. · Política: más descriptivo, desapegado y analítico que su maestro, llevó a cabo una clasificación de las formas de gobierno y sus degeneraciones a partir de las conocidas en su época. (la causa de la degeneración de los sistemas sigue siendo de crucial actualidad). VI. HELENISMO: LAS ESCUELAS MORALES
Alejandro Magno ha conquistado un imperio, unificado bajo un solo rey, y hace surgir el concepto de humanidad frente al de ciudadano adscrito a y definido por su patria. La cultura griega, con sus ideales humanísticos y racionales, se ha extendido por todo el Oriente conocido. Estas dos características permanecen tras la fragmentación de su imperio, pero ahora se añade también la inseguridad derivada de las constantes guerras y enfrentamientos. El desarraigo y la lejanía del Estado como garante de una forma de vida dan lugar al predominio de la idea de individuo frente a la de ciudadano. En esta época, y por influencia oriental, proliferan los diversos “misterios”, formas de religiosidad conducentes a alcanzar la salvación y una vida plena tras la muerte. La pérdida de arraigo e identificación con la polis, así como la inseguridad reinante, dan lugar a un pensamiento de tintes más individualistas –frente los “sociales” o “políticos” anteriores– y prácticos –frente al carácter investigador y científico de las especulaciones filosóficas anteriores–. Así, el complejo sistema moral de Aristóteles, que ofrece una perfecta y detallada descripción de la areté del ser humano como animal social y racional, deja paso a unas filosofías de tintes prácticos, llevaderos, aplicables al ciudadano medio y encaminadas, más que al conocimiento, a ofrecer recetas viables para una búsqueda individual de la felicidad.
Principales escuelas: · Estoicos: defienden el ideal de “apatía”, ausencia de perturbación del alma, aceptación del destino. Fundada por Zenón de Citio (336-262 a.C.). · Epicúreos: defienden el ideal de “ataraxia”, ausencia de dolor; exaltación de la amistad y la vida sencilla. Fundada por Epicuro de Samos (341-270 a.C.).· Cínicos: lo más destacable es su desprecio a las convenciones sociales. Propugnan la vuelta a la naturaleza y la igualdad social. Fundador: Antístenes; figura más destacada: Diógenes.
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[1] Sobre el lenguaje natural y convencional, ver el Cratilo, de Platón. [2] Aunque es de época clásica, su filosofía se sitúa todavía dentro del contexto de la explicación del cosmos y la naturaleza. No obstante, su introducción de la inteligencia (noûs) como principio ordenador es ya un avance respecto al anterior materialismo. Empédocles, igualmente, sigue la tradición de los jónicos, aunque su actividad se sitúe en la Magna Grecia. [3] Aunque se traduce por “virtud”, el término no posee las connotaciones morales que posee hoy en día. En realidad se relaciona etimológicamente con ἀριστος, superlativo de ἀγαθός, y viene a significar, más que “virtud”, “excelencia”. La “excelencia” del ser humano, por ejemplo, se entiende como el máximo desarrollo de éste como tal. Lo que se considere, pues, que define al ser humano, influirá en la evolución de este término.
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