REALIDAD Y FICCIÓN                                                                                                                                               Edición de la página

Lindaraja .  REVISTA de estudios interdisciplinares y transdisciplinares. ISSN:  1698 - 2169

 

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Revista Lindaraja,

2005

 

 

 

 

 

Sobre verdad y mentira en sentido extramoral (1873). Friedrich Nietzsche.  Irene García Carrión

La actualidad del pensamiento filosófico. La filosofía a partir de Nietzsche. Irene García Carrión

 

Friedrich Nietzsche

Sobre verdad y mentira en sentido extramoral (1873)

 

Irene García Carrión

 

 

 

 

Guión para la clase

 

Ideas fundamentales

  • Crítica del lenguaje
  • Crítica del concepto de verdad
  • Arte como modelo de conocimiento, comprensión estética de la realidad

 

La crítica del lenguaje y del concepto de verdad

  • El origen del lenguaje no es lógico, nace de la imaginación, de la capacidad del hombre de crear metáforas.
  • Mediante el lenguaje se crean una serie de estructuras que permiten adaptar al individuo al medio hostil en el que se encuentra. El hombre crea el lenguaje por necesidad.
  • Por acuerdo, el hombre fija lo que ha de ser considerado “verdad”. Aparece así, por primera vez, el contraste entre verdad y mentira. La “verdad” es entendida como adecuación, algo será verdadero si se corresponde con el concepto asignado con anterioridad.
  • El lenguaje, los conceptos, hacen referencia al mundo sensible, nos permiten describir las cosas, acceder en cierto modo a ellas, sin embargo no debemos olvidar que es un mero instrumento y no en si mismo algo de lo que podamos pretender algún tipo de conocimiento o a lo que podamos aplicar las nociones de verdadero y falso.
  • El concepto supone la eliminación de lo individual, de la diferencia, de lo particular. El concepto fija, detiene, la realidad (esto supone para Nietzsche un alejamiento de la vida, que en si misma es plural y cambiante).
  • El error del hombre es haberse instalado en una “mentira confortable”, ha olvidado que él mismo crea los conceptos y toma como verdad aquello que en realidad solo son metáforas, los instrumentos que el mismo construyó para poder “moverse” en el mundo. El hombre se ha olvidado de sí mismo como “sujeto artísticamente creador”.
  • La verdad no se desea por si misma, sino por las consecuencias agradables que trae consigo. Esa comprensión “humanizada” del mundo, ese tomarse como “medida de todas las cosas” le hace caer en el error de creer que esas “cosas” se le presentan de manera inmediata y que puede tener de ellas un conocimiento directo. “Olvida que las metáforas…no son más que metáforas y las toma por las cosas mismas.”

 

Comprensión estética del mundo

  • Es por este motivo que Nietzsche se expresa por medio de metáforas y aforismos a la hora de exponer su pensamiento. No pretende demostrar ni argumentar nada, pues no cree que el mundo sea una realidad absoluta que podamos llegar a conocer (esto es una mera construcción de la fantasía humana).
  • El conocimiento humano es un conocimiento interpretativo y relativo a la perspectiva de cada individuo. Es por eso el arte el modelo a seguir.
  • Hombre intuitivo – hombre racional. No se trata de afirmar al uno frente al otro ya que los dos se necesitan mutuamente, son complementarios e indisolubles.

 

La Crítica a la metafísica

 

El término metafísica

Metafísica (del griego metá ta physikà, más allá de la física) es utilizado por primera vez por Andrónico de Rodas, recopilador de la obra de Aristóteles, hacia el año 50 a.C.

 Originariamente el término se utiliza para hacer referencia a los libros colocados por Andrónico después de aquellos que trataban de la “physis”, del mundo físico. Será la tradición la que interpretará este “ir después de la física” no ya en su sentido originario, de mera descripción, sino con un sentido diferente, relacionando el término con todos aquellos temas que hacen referencia a algo que parece encontrarse en un plano diferente y opuesto del físico, más allá de este.

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Hay un momento en la historia del pensamiento, que Nietzsche sitúa en Sócrates y Platón, en el que se producirá una división entre mundo sensible y mundo suprasensible.

Lo propio del mundo sensible, su mutabilidad, el cambio, pasan a ser considerados valores inadecuados que impiden el acceso a un tipo de conocimiento “más perfecto”.

Para conocer el mundo sensible se hace necesario entonces construir otro, el de los valores, las normas, los conceptos…mediante los cuales poder conocer este. Las ideas, los conceptos, serán considerados como lo verdadero. Frente a las ideas, el mundo físico aparece como un mero reflejo de esa verdad.

Así, por un lado nos encontramos con el mundo sensible, que es la realidad en la que nos movemos, y por otro se presenta el mundo suprasensible convertido en fundamento del primero.

 

Se crean de este modo dos planos:

·        El mundo sensible: imperfecto, mutable, aparente, múltiple, irreal…

·        El mundo suprasensible: perfecto, inmutable, verdadero…

 

Así, según este esquema de pensamiento, el mundo que se nos aparece a los sentidos se convierte en irreal y aparente, y su comprensión dependerá de la referencia a unas estructuras “reales y verdaderas” los conceptos, las ideas, que se encuentran en otro plano del conocimiento, en el mundo suprasensible.

 

Es precisamente esta escisión lo que provocará la crítica fundamental de Nietzsche.

El considerar los conceptos, las ideas, como lo máximamente real en detrimento del mundo sensible supondrá una infravaloración de la vida.

Esa confianza en algo que está más allá de lo sensible implica una renuncia a lo real, a la vida.

 

La relación de la metafísica con el nihilismo

 

Para la metafísica el mundo suprasensible es el que permite comprender el mundo sensible, es en ese mundo suprasensible donde se encuentran los conceptos, los criterios que nos permiten acceder a lo sensible.

En el momento en que Nietzsche niega valor a ese mundo suprasensible y puesto que era este el que nos permitía un acceso al mundo sensible, es a partir de aquí, cuando nos quedamos sin nada.

Ya no tenemos mundo suprasensible, pero tampoco mundo sensible ya que el acceso a este último dependía del primero. Esto es el nihilismo. Para Nietzsche, el fin lógico de la metafísica.

La solución pasa por tomar conciencia del problema lo que supondrá, en cierto modo, superar la propia metafísica.

 

El eterno retorno y la voluntad de poder

  

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La actualidad del pensamiento filosófico. La filosofía a partir de Nietzsche 

Irene García Carrión

 

Heidegger

Siguiendo la crítica de Nietzsche a la metafísica Heidegger pretende poner de manifiesto el modo específico del conocer humano.

Frente al racionalismo y el subjetivismo propios de la modernidad que conciben al hombre como sujeto capaz de alcanzar verdades absolutas, Heidegger quiere demostrar que este pretendido modo de conocer no solo es una mera ilusión, sino que además violenta de tal modo “la verdad” que impide cualquier posible acceso a ella.

 

El asunto más propio de la filosofía, ya desde Parménides, y que vertebra toda la historia de la filosofía es la pregunta por aquello en que consiste “ser”.

A partir de esta pregunta se pone de manifiesto la dificultad con que nos encontramos a la hora de intentar pensar aquello que sea “ser”.

 El error para Heidegger está en la propia pregunta, ya que al intentar contestar, al pretender definir el “ser” lo estamos convirtiendo en ente, en algo concreto y determinado, produciéndose de este modo una confusión, una asimilación entre ser y ente.

 

Frente a la comprensión reduccionista que la metafísica hace de “Ser” como concepto, como objeto de conocimiento, Heidegger pretende poner de manifiesto la diferencia esencial entre Ser y ente (la diferencia ontológica), y a partir de ella, analizar la “realidad” humana.

  La metafísica piensa la vida como una relación entre sujeto y mundo, entendiendo este último como objeto de conocimiento del primero.

   El hombre que se comprende a sí mismo como sujeto racional se cree con la capacidad de alcanzar “la verdad” pensada de modo absoluto, y cree que esta verdad que es el bien, la perfección…, se encuentra ya dada de una vez, acabada, y que la razón ese “don divino” del que el hombre ha sido dotado es el instrumento que le permitirá alcanzarla.

   El problema es que los “objetos” propios del hombre, aquellos de los que tenemos que ocuparnos no son necesarios en sí mismos (como bien le recordará Aristóteles a Platón), sino que el ámbito propio de lo humano, el del actuar humano, es el de la temporalidad, el devenir y aquí es imposible encontrar los objetos que busca la razón de la metafísica.

   Entonces, si lo propio del hombre es su temporalidad no tiene sentido seguir pensando “la vida” o “el mundo” como objeto de conocimiento, ni seguir concibiendo al hombre como un sujeto conocedor de objetos.

   El Ser no puede ser comprendido como un ente concreto ya que, en cierta medida, trasciende a todos los entes. Ese trascender, sin embargo, no significa que el Ser se encuentre en algún tipo de plano separado “más allá” de los entes al modo en que podría concebirlo la metafísica.

   Muy al contrario el Ser es lo más real y por ello mismo es lo más oculto para el hombre. Por eso la verdad será para Heidegger (al igual que ocurre en su sentido Griego originario) el des-ocultamiento del Ser y por eso este sentido de des-ocultar, de des-cubrir, se encuentra en relación con la idea de interpretación y en concreto con una comprensión estética de la realidad.

    La característica propia del hombre es el modo en que se relaciona con el mundo, su tarea es hacerse en cada momento, actuar. Así, el modo específico del hombre es “ser-en-el-mundo” (Dasein).El hombre es, en cada momento, definido por sus acciones, son sus acciones las que lo constituyen como tal. Su tarea es hacerse a sí mismo en cada momento, elegir entre las distintas posibilidades de ser. Lo más propio, su “esencia”, es un proceso activo, inacabado y en este sentido eterno (es el “eterno retorno” de Nietzsche entendido como devenir).

Gadamer y la hermenéutica

Dice Aristóteles en la Metafísica que “el ser se dice de muchas maneras”, en efecto, cada lengua piensa el mundo de un modo distinto, pero esta no es una diferencia cualitativa. No hay un modo más "verdadero" de pensar el mundo, solo hay diferentes modos de hacerlo.

El modo de ser de una tradición se encuentra en su lenguaje, por eso es allí donde hay que buscar “su verdad”,  esto es lo que hace la hermenéutica.

Gadamer tomará de su maestro Heidegger el sentido de lenguaje entendido como fuente de conocimiento.

Para Gadamer la comprensión se da en una “fusión de horizontes”, al igual que para Heidegger la comprensión se realizaba en los propios nexos, en el ámbito relacional del Dasein.

La verdad para Gadamer no es tampoco algo fijo, sino que se da como evento en el tiempo, en la temporalidad.

Frente al fundamentalismo metafísico la hermenéutica se presenta como un tipo de realidad “histórico – narrativa – interpretativa”. Una racionalidad que afirma su propia validez no exhibiendo fundamentos sino contando e interpretando de cierta manera los asuntos comunes a la cultura de la que forma parte el interlocutor, siempre de un modo abierto y  dejando siempre un espacio para la crítica. 

Con la hermenéutica podemos reconocer “la verdad” en el enlace, enlace que a la vez está poniendo de manifiesto la pluralidad y la diferencia originaria de la verdad.

Para Gadamer la hermenéutica filosófica es comprensión. No es una teoría del arte del comprender o del método, sino una teoría de la experiencia humana, de la praxis vital del hombre (gran influencia de Aristóteles y de la idea de saber práctico frente al saber técnico o instrumental).

Esta conexión entre hermenéutica y filosofía práctica nos permite entender la experiencia hermenéutica en un sentido filosófico práctico

 La filosofía, el arte, la historia..., todas son diferentes formas de experiencia vital, ámbitos vitales donde el hombre actúa. Todo lo que el hombre puede experimentar es lo que puede ser comprendido. 

El mundo se hace presente para el hombre en el lenguaje, no hay “mundo” fuera de la experiencia lingüística.

Para una ontología hermenéutica como la de Gadamer es el lenguaje el que nos permite reconocernos y pensarnos en el mundo.

 Nuestro pensamiento tiene un contenido vital, el lenguaje, que es nuestro nexo vital y aquello que nos liga con los otros configurando nuestra realidad. 

En efecto, a diferencia del resto de los animales, cuya relación con el entorno se produce de una forma fija, nosotros somos capaces de tomar distancia con respecto a lo que nos rodea y esta distancia nos la proporciona el lenguaje.

Hay que tener cuidado sin embargo de no cosificar, de no objetivar el mundo mediante el lenguaje ya que el dominio de la cosa no permite su comprensión. Es por eso que Gadamer critica el empleo del método científico en filosofía. El objeto de la filosofía no es ninguna "cosa" que pueda ser manipulada. Su “objeto” será en todo caso aquello que constituye al hombre como tal, su realidad vital. 

Este es el aspecto fundamental, no hay que entender a los entes del mundo como objetos, sino como aquello que permite abrir un espacio de unión, como aquello que posibilita la comunicación.

La verdad no hay que buscarlo pues en el tú o el yo, sino en la relación entre ambos, en un nuevo ámbito creado por los dos, en el ámbito donde se produce la comunicación, en el nexo relacional. Este será el sentido de la “fusión de horizontes”. 

La comprensión del otro pasa por la creación de un ámbito común, de una nueva realidad compartida que abra el espacio a una nueva verdad, no la tuya o la mía, sino la nuestra.

Nuestro reconocimiento como individuos libres pasa necesariamente por el reconocimiento del otro no como objeto susceptible de ser dominado, sino como libertad en sí mismo. 

Lo importante es esta relación de reciprocidad entre el yo y el tú, salirse de ella destruiría el vínculo que permite la comprensión, la cual se produce solo en un proceso de mediación, de relación entre pasado y presente, entre intérprete y texto, entre tú y yo. 

La lingüisticidad constituye el mundo propio del hombre, es allí donde se hacen efectivas sus relaciones. El mundo del hombre, su historia, su tradición se hace efectiva en el lenguaje, sin embargo este todo abarcante que es la lingüisticidad no puede ser estudiado al modo en que las ciencias estudian sus objetos, porque precisamente por ser un todo abarcante es imposible tener de ella una experiencia completa, acabada.

Mediante el lenguaje no nos apropiamos de las cosas al modo en que lo hacen las otras ciencias, si no que mediante él nos encontramos ya como partícipes dentro de una estructura de significación.

El lenguaje no nos proporciona saber, sino experiencia, la experiencia vital de nuestra propia temporalidad, de nuestro modo de “ser-en-el-mundo”.

No hay conocimiento de “cosas” ya que es en el propio vínculo que establece el lenguaje, en la comunicación, en la comprensión, donde la verdad se hace presente.

    El lenguaje, como ámbito de creación de relaciones, es en definitiva ley que regula, que discrimina y que, por lo tanto, permite el acontecimiento de la verdad. Así, cada interpretación supone la creación de un nuevo ámbito de comprensión. Cada momento es diferente en muchos aspectos y es esta diferencia, son estos nuevos elementos los que configurarán una nueva experiencia, el acontecimiento de una nueva verdad.

Es en este sentido en el que la hermenéutica se identifica con la experiencia estética. Porque al igual que cada vez que contemplamos una obra de arte descubrimos en ella algo nuevo, tenemos de ella una nueva experiencia, del mismo modo ocurre que al retomar los textos, al volver a pensarlos abrimos la posibilidad de una nueva comprensión permitiendo así que la verdad acontezca de nuevo.

 

La influencia de la hermenéutica en la filosofía actual

La hermenéutica es uno de los temas que más ha influido en el desarrollo de la filosofía actual. El llamado “giro lingüístico” de la filosofía supone la introducción en la reflexión filosófica, de la interpretación como forma esencial del saber.

Junto a ella se encuentra la crítica al cientifismo, proponiendo un modelo de racionalidad no dogmático. La influencia se produce en todos los ámbitos del pensamiento.

J.Habermas, Wittgenstein, K.O.Apel, K.Popper, T.S.Kuhn, P.Ricoeur, Foucault, Derrida, G.Vattimo…son algunos de los pensadores más importantes influidos por el denominado “giro lingüístico”.

 

 

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© Irene García Carrión , 2005

LINDARAJA. Revista de estudios interdisciplinares y transdisciplinares. Foro universitario de Realidad y ficción

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