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LINDARAJA
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Para una lectura pedag�gica de
La
Fenomenolog�a del Esp�ritu de Hegel
Feliciano Sanz Orme�o
(Unas notas deslavazadas sobre una
posible lectura pedag�gica (esto es: pol�tica) de la
Fenomenolog�a y sobre Hegel en general)
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Tal vez por mis condiciones de existencia como �educador�
(con mala conciencia) o por la lectura (simult�nea) de la
Rep�blica de Plat�n tiendo (y en la medida en que la
tendencia es comprendida, quiero- dir�a Hegel) a una
lectura pedag�gica de la Fenomenolog�a del Esp�ritu. De
todos modos hay un claro anclaje en la cosa misma �v�ase por
ejemplo el pasaje del Pr�logo referido a la �Formaci�n del
individuo� o la raigambre ilustrada de la Enciclo-pedia
(aunque desde mi punto de vista se trate m�s bien de una
liquidaci�n del car�cter revolucionario de la ilustraci�n,
de su lado radical y una absorci�n de su lado reformista).
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Tres figuras cristianas: el m�stico, el te�logo y el pastor.
El primero, H�lderlin, en su forma secularizada, como
artista, el segundo, Schelling (�) y el tercero Hegel.
Hegel, el pastor, en su forma moderna, como educador. En la
relaci�n sistem�tica Arte-Religi�n-Filosof�a tambi�n se
transparenta algo de esto.
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Terry Pinkard describe en su biograf�a sobre Hegel como, en
sus primeros a�os, se ve�a destinado a intervenir en el
mundo como �educador del pueblo�. Frankfort supondr�a un
cambio en este sentido -no s�lo estil�stico o te�rico sino
tambi�n en cuanto a este aspecto pr�ctico: aristocratizacia
del saber. M�s tarde, implicado en la reforma de la
educaci�n de su amigo Niethammer, velar�a por una educaci�n
humanista frente a la polit�cnica que resultaba del
movimiento ilustrado. La falla de esa educaci�n ilustrada
era su car�cter meramente formal como lo era el individuo al
que iba destinada, un individuo abstracto, el mero ciudadano
sin tradici�n que osaba renombrar los meses ignorando la
Historia. La Historia, el remedio contra la revoluci�n. La
Raz�n como Esp�ritu.
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La Fenomenolog�a se propone educar al individuo, pero
educarlo en su sentido profundo, en el sentido de la paideia
plat�nica. No es mera instrucci�n te�rica sino formaci�n del
individuo, formaci�n moral y pol�tica del sujeto. El devenir
de la ciencia en la conciencia del individuo, su elevaci�n
al elemento de la ciencia, no es un mero proceso cognitivo,
sino tambi�n y fundamentalmente, moral. El elemento de la
ciencia es la estancia en que se ha suprimido la alteridad y
el sujeto reconoce todo lo otro como autoalienaci�n, todo
hecho como hecho (de hacer). Acceso a la conciencia
de la libertad en la que ya se encuentra el individuo
moderno y de la que no dispone a�n pero que la educaci�n
puede proporcionarle... A cambio de que renuncie a su
subjetividad particular y se subsuma en el s� mismo del
ciudadano, del hombre moderno.
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El acceso a la conciencia de la libertad por la renuncia a
la subjetividad particular es una asc�tica de la verdad. Del
mismo modo que el acceso a la Verdad no puede llevarse a
cabo sino en el proceso moral de constituci�n como sujeto
pol�tico, est� constituci�n no puede llevarse a cabo si no
es en el medio de la verdad. La autoconciencia se constituye
as� desde la identidad.
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En �ltima instancia, la lectura de la Fenomenolog�a (y no
s�lo de la Fenomenolog�a que describe la transformaci�n del
sujeto en su acceso al saber, sino tambi�n de la L�gica como
desarrollo del objeto, como Ciencia libre, de la Libertad)
tiene que ser una lectura pol�tica, pero no en el sentido de
que exprese ideol�gicamente unos ciertos intereses de clase,
etc, ni como un saber que deba aplicarse en la pr�ctica
instrumentalmente. Desde la Constituci�n de Alemania
y el Sistema de la Eticidad hasta los Principios
de Filosof�a del Derecho, la motivaci�n de Hegel es
siempre pol�tica; es el problema del poder, esa fuerza ciega
que el saber debe sujetar, el Absoluto innombrable que tiene
que ser nombrado haci�ndose transparente, que tiene que
saberse, lo Infinito que debe mostrarse en su verdad, el mal
que tiene que justificarse, redimirse por el reconocimiento.
La ciencia de la L�gica es una ciencia de la Pol�tica, un
Saber del Bien en la m�s clara tradici�n Plat�nica o, mejor,
aristot�lica. (El plat�nico ser�a, a mi juicio, Schelling).
Hegel saluda a Napole�n como lo hiciera Arist�teles con su
Alejandro Magno.
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Un texto conclusivo que apunta en esta direcci�n:
�La
Escuela se sit�a, en efecto, entre la Familia y el Mundo
efectivo, y constituye el termino medio, asegurando la relaci�n,
el pasaje de aquella a �ste...La vida en la familia, en efecto,
que precede a la vida en la escuela, es una relaci�n (respectividad)
personal, una relaci�n del sentimiento, del amor, de la fe y de
la confianza natural; �ste no es el lugar de una Cosa sino el
lugar natural de la sangre...Por el contrario, en el mundo, el
hombre vale seg�n lo que hace...El mundo constituye un ser en
com�n independiente de la subjetividad; el hombre all� vale
seg�n su saber hacer y su aptitud para cada una de las esferas
al tiempo que se desprende de su particularidad y se forma en el
sentido de un ser y un hacer universal.... La escuela es la
esfera intermedia que hace pasar al hombre del c�rculo de la
familia al mundo...Es en este contexto que comienza para el
hombre la existencia doble...� (Fragmentos del discurso del 2 de
Septiembre de 1811 en el Gymnasium de N�rnberg) Aqu� se puede
entrever algo acerca del Nosotros de la Fenomenolog�a y su
relaci�n con la conciencia.
Feliciano Sanz
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� Feliciano Sanz Orme�o, 2005
LINDARAJA. Revista de estudios
interdisciplinares y transdisciplinares. Foro universitario de
Realidad y ficci�n
URL: http://www.realidadyficcion.org/lecturapedagogica.htm
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