REALIDAD Y FICCIÓN                                                                       LECTURA, COMENTARIO, CREACIÓN Escríbenos                                                                                                                                             Edición de la página

Web de la profesora Mercedes Laguna

Filosofía

  y Literatura    

                   

1º y 2º de Bachillerato. I.E.S. "P. Jiménez Montoya". Baza

Ensayos

de los alumnos de 2º de bachillerato

 

 

 “EL VIAJE DE LA VIDA”

El amor ,la realidad, el destino y la razón.

  

Eva Martínez Arredondo

 

 

Índice:

 

1.     INTRODUCCIÓN 

 

2. ENSAYO

2.1. Camino, búsqueda y final

2.2. Racionalidad e irracionalidad

2.3. Realidad y destino

 

3.     CONCLUSIONES

4. BIBLIOGRAFÍA

 

 

Introducción

 

- En este ensayo se van a abordar diferentes temas, pero todos ellos relacionados con una idea principal: la vida. Se debe aclarar primero que; no se trata de una reflexión de la vida material, (“el día a día”), sino que se abordará el tema desde lo más profundo de nuestro ser, el alma.

- Además, debo explicar, que identifico el alma como nuestro ser, aquello que hace que cada persona sea lo que es. Esta acepción del alma, ya se vio inaugurada por filósofos como por ejemplo, Platón (Teoría de las Ideas).

- Pero no tenemos que confundirnos, este ensayo no se trata de un texto filosófico, lo que ocurre es que si elegimos un tema como la vida, es difícil evitar que la filosofía penetre en él.

- Para concretar más sobre lo que vamos a hablar, otras ideas adjuntas a este tema serán: la búsqueda del amor y el camino que tenemos que seguir para encontrarlo, el papel que juega el destino en nuestra vida y el sentido, no de la vida, sino de las cosas que hacemos y por qué.

- El motivo por el cual he elegido estos temas es porque son cercanos a todos nosotros y, en especial el amor, es algo que nos envuelve en una delicada manta de sueños durante toda la vida.

 

DOCUMENTOS UTILIZADOS:

 

Ítaca

 

Konstantinos Kavafis

 

Cuando emprendas tu viaje hacia Ítaca

debes rogar que el viaje sea largo,

lleno de peripecias, lleno de experiencias.

No has de temer ni a los lestrigones ni a los cíclopes,

ni la cólera del airado Posidón.

Nunca tales monstruos hallarás en tu ruta

si tu pensamiento es elevado, si una exquisita

emoción penetra en tu alma y en tu cuerpo.

Los lestrigones y los cíclopes

y el feroz Posidón no podrán encontrarte

si tú no los llevas ya dentro, en tu alma,

si tu alma no los conjura ante ti.

Debes rogar que el viaje sea largo,

que sean muchos los días de verano;

que te vean arribar con gozo, alegremente,

a puertos que tú antes ignorabas.

Que puedas detenerte en los mercados de Fenicia,

y comprar unas bellas mercancías:

madreperlas, coral, ébano, y ámbar,

y perfumes placenteros de mil clases.

Acude a muchas ciudades del Egipto

para aprender, y aprender de quienes saben.

Conserva siempre en tu alma la idea de Ítaca:

llegar allí, he aquí tu destino.

Mas no hagas con prisas tu camino;

mejor será que dure muchos años,

y que llegues, ya viejo, a la pequeña isla,

rico de cuanto habrás ganado en el camino.

No has de esperar que Ítaca te enriquezca:

Ítaca te ha concedido ya un hermoso viaje.

Sin ellas, jamás habrías partido;

mas no tiene otra cosa que ofrecerte.

Y si la encuentras pobre, Ítaca no te ha engañado.

Y siendo ya tan viejo, con tanta experiencia,

sin duda sabrás ya qué significan las Ítacas.

 

 

La racionalidad imperfecta:
Ulises y las sirenas

 

Jon Elster

 

Pero atadme con fuertes lazos, de pie y arrimado a la parte infe­rior del mástil para que me esté allí sin moverme... Y en el caso de que os ruegue o mande que me sol­téis, atadme con más lazos todavía.

                                                                                                                                                    Odisea

 

 Ulises no era por completo racional, pues un ser racional no habría tenido que apelar a este recur­so; tampoco era, sencillamente, el pasivo e irra­cional vehículo de sus cambiantes caprichos y deseos, pues era capaz de alcanzar por medios indirectos el mismo fin que una persona racional habría podido alcanzar de manera directa. Su si­tuación -ser débil, y saberlo- señala la nece­sidad de una teoría de la racionalidad imperfecta que casi ha sido olvidada por filósofos y cientí­ficos sociales. […]

 La tesis general que estamos defendiendo es que atarse a sí mismo es un modo privilegiado de resolver el problema de la flaqueza de voluntad; la principal técnica para logar la racionalidad por medios indirectos. Sin embargo, hay otro camino que se puede tomar. Este otro enfoque consiste, aproximadamente, en una redisposición del espacio interno de la persona, sin ningún mecanismo causal establecido en el mundo exterior. Así exploramos tres variedades de este enfoque, y las contrastamos con el método escogido por Ulisies: la idea de Ainslie de las apuestas privadas indirectas, la idea de Strotz de planeación consistente, y la noción de Taylor, de responsabilidad para sí mismo. Creo yo que la estrategia de Ulises está íntimamente relacionada con el enfoque aristotélico de la psicología, mientras que las otras nociones tienen estrechos vínculos con la filosofía existencialista. No negaré que puede lograrse cierto grado de control de sí mismo simplemente ayudándose a sí mismo. Pero, como argüiré más adelante, se logran resultados más duraderos actuando sobre el mundo circundante.

 

El silencio de las sirenas

Franz Kafka

Existen métodos insuficientes, casi pueriles, que también pueden servir para la salvación. He aquí la prueba: Para protegerse del canto de las sirenas, Ulises tapó sus oídos con cera y se hizo encadenar al mástil de la nave. Aunque todo el mundo sabía que este recurso era ineficaz, muchos navegantes podían haber hecho lo mismo, excepto aquellos que eran atraídos por las sirenas ya desde lejos. El canto de las sirenas lo traspasaba todo, la pasión de los seducidos habría hecho saltar prisiones más fuertes que mástiles y cadenas. Ulises no pensó en eso, si bien quizá alguna vez, algo había llegado a sus oídos. Se confió por completo en aquel puñado de cera y en el manojo de cadenas. Contento con sus pequeñas estratagemas, navegó en pos de las sirenas con alegría inocente. Sin embargo, las sirenas poseen un arma mucho más terrible que el canto: su silencio. No sucedió en realidad, pero es probable que alguien se hubiera salvado alguna vez de sus cantos, aunque nunca de su silencio. Ningún sentimiento terreno puede equipararse a la vanidad de haberlas vencido mediante las propias fuerzas. En efecto, las terribles seductoras no cantaron cuando pasó Ulises; tal vez porque creyeron que a aquel enemigo sólo podía herirlo el silencio, tal vez porque el espectáculo de felicidad en el rostro de Ulises, quien sólo pensaba en ceras y cadenas, les hizo olvidar toda canción. Ulises (para expresarlo de alguna manera) no oyó el silencio. Estaba convencido de que ellas cantaban y que sólo él estaba a salvo. Fugazmente, vio primero las curvas de sus cuellos, la respiración profunda, los ojos llenos de lágrimas, los labios entreabiertos. Creía que todo era parte de la melodía que fluía sorda en torno de él. El espectáculo comenzó a desvanecerse pronto; las sirenas se esfumaron de su horizonte personal, y precisamente cuando se hallaba más próximo, ya no supo más acerca de ellas. Y ellas, más hermosas que nunca, se estiraban, se contoneaban. Desplegaban sus húmedas cabelleras al viento, abrían sus garras acariciando la roca. Ya no pretendían seducir, tan sólo querían atrapar por un momento más el fulgor de los grandes ojos de Ulises. Si las sirenas hubieran tenido conciencia, habrían desaparecido aquel día. Pero ellas permanecieron y Ulises escapó. La tradición añade un comentario a la historia. Se dice que Ulises era tan astuto, tan ladino, que incluso los dioses del destino eran incapaces de penetrar en su fuero interno. Por más que esto sea inconcebible para la mente humana, tal vez Ulises supo del silencio de las sirenas y tan sólo representó tamaña farsa para ellas y para los dioses, en cierta manera a modo de escudo.

 

 

 

 

- El ensayo claramente se puede dividir en tres partes: primero se habla del camino que seguimos en esta vida para conseguir nuestros propósitos, (uno de ellos es el amor), y lo que resulta al final. La segunda parte habla de la racionalidad e irracionalidad y de cómo somos capaces de emplearlas a la hora de controlarnos a nosotros mismos de nuestras pasiones. Por último, se habla de cómo en ocasiones no somos capaces de darnos cuenta de la realidad, de los peligros que nos acechan y de qué manera plantarles cara.

 

- Cada una de las partes nombradas están relacionadas respectivamente con los textos expuestos anteriormente.

 

- Hay que señalar que el tema del amor se encuentra presente a lo largo de todo el ensayo.

 

 

 

 ENSAYO

 

1. Camino, búsqueda y final

 

A lo largo de nuestra vida no debemos tener miedo a emprender ningún viaje, no importa el destino ni las dificultades que nos podamos encontrar, sólo importa el final. Todos aquellas adversidades que se interpongan no enseñarán o aportaran algo y sino es así, basta con echar mano al olvido. Ese amigo siempre fiel, dispuesto a guardar nuestros más preciados tesoros (los buenos recuerdos) y a su vez, capaz de sepultar aquello que nos hace sufrir. Mas a veces, este amigo parece que nos abandona y no es eso lo que pasa, es que en ocasiones las cosas que nos desgarran el alma son las que nunca debemos olvidar. Por eso es mejor, ir guardándolo todo, el conjunto de todas nuestras vivencias, será la causa y razón de ser lo que somos.

 

Aunque es verdad que resulta un poco difícil no tener miedo ante cualquier viaje nuevo. Por ejemplo, si empiezas un nuevo trabajo, tienes  la preocupación de si estarás haciendo bien las cosas o si por el contrario te estás equivocando. Pues en el viaje de la vida, en vez de tener tantas inquietudes, es mejor pensar en las emociones con las que nos podemos encontrar. Hablar de este viaje puede ser muy general, por eso no vamos a centrarnos en un punto, el amor.

 

El amor es como una estación, tiene infinitos destinos, se puede ir donde tu billete (tu corazón) te lleve. Lo malo es que si nos entrenemos demasiado hay trenes que se pueden perder. Teniendo suerte, puede que ese tren perdido se vuelva a encontrar en alguna parada pero también puede que se pierda para siempre y quede en nuestro pensamiento como un tren inalcanzable, un tren de los sueños.

Claro que, esos trenes de los sueños son tremendamente hermosos, porque como no los hemos tomado no sabemos sus defectos y quedan idealizados. Perpetuos deseos que nunca se podrán aplacar. No obstante, siembran en nuestro corazón la intriga de a qué destinos nos hubieran llevado si a tiempo los hubiéramos tomado.

Luego están esos otros trenes, que nos llevan hasta el infinito, hasta las estrellas. Dulces viajes, maravillosos destinos, que nos llenan cada día de ilusión y cada noche nos desbordan con una arrebatadora pasión.

Pero nada es eterno, si la suerte y el destino así lo deciden, nos pueden abandonar en la próxima parada. Es entonces cuando nos planteamos si ha merecido la pena emprender ese viaje, y la respuesta es sí. Porque todos esos momentos son únicos, propios y de nadie más.

Además, al final puede que el tren menos esperado sea el que nos lleve a ese destino soñado.

El amor está tan ligado y presente en la vida que ambos viajes se deben abordar de igual modo: siendo fieles a nosotros mismos.

En la vida nos vamos encontrar con ilusiones (amores) y con sueños rotos (desamores), pero luego comprenderemos que hemos encontrado la razón de todo: saber afrontar cualquier tipo de circunstancia siguiendo nuestras ideas y convicciones, definir nuestro ser, ese es final.

 

2. Racionalidad e irracionalidad

 

Decimos que las personas se guían de la razón para superar cualquier problema. Pero la verdad es que para salirnos de las normas establecidas por los demás y así seguir las nuestras propias hacemos uso de la irracionalidad. Esta nos proporciona la opción de romper con todo lo establecido. Aunque es la razón la que nos hace pensar de manera correcta a la hora de tener que salvarnos ante una situación adversa.

Entre estas situaciones destacan las pasiones. Estas nos ponen una venda en los ojos y no nos dejan ver más allá de ellas. Por ello, siempre hay que dejarlas a un lado para que no se conviertan en un mal mayor. No porque sean malas, sino porque nos impiden ver las cosas realmente importantes de la vida… Como le ocurre a Ulises al encontrarse con las sirenas…).

 

Aquí se plantea la siguiente pregunta: ¿cuándo llega la irracionalidad a apoderarse de nosotros? Pues a lo largo de nuestra existencia esto se dará siempre que nos encontremos con algo que la razón no nos sepa explicar.

 

La razón será la que nos salve de diferentes peligros, pero llegando nuevamente al terreno amoroso, es cuando más irracional se vuelve nuestro pensamiento. Porque a veces hay amores que no sabemos cómo ni cuándo irrumpieron en nosotros. Intentamos que la razón nos ilumine para llegar a entender de qué manera una sola persona nos ha podido cambiar tanto.

De la noche a la mañana, sin previo aviso, nos rompe todos nuestros esquemas, creando sentimientos que antes no existían, que cambian por completo el viaje de nuestra vida.

 

La única explicación que la razón es capaz de darnos ante tal fenómeno es:

el amor es ilógico, completamente irracional así como todas aquellas emociones y experiencias que aporta a nuestra vida.

 

Por lo que igual el uso de la razón a lo largo de este viaje depende del momento, circunstancias y del estado del verdadero ser que rige la vida,

el alma.

 

 

3. Realidad y destino

 

En relación con lo que se ha dicho en el apartado anterior, aquí tratamos el tema de la realidad y de lo confusa que esta puede llegar a ser.

Pues con la razón pretendemos salvarnos de esos peligros que se interponen en nuestro camino. Lo que ocurre es que no siempre lo conseguimos.

Por esta razón a veces nos sentimos derrotados, creemos que es el destino o mala suerte que nos ha puesto una zancadilla para que tropecemos y no tiene por qué ser así. El motivo es que no sabemos distinguir quién es el verdadero enemigo entonces no hay forma de combatirlo. Esto ocurre cuando ese enemigo somos nosotros mismos. Se debe a que nos ponemos limitaciones, creyendo no ser capaces de seguir un nuevo tramo del viaje.

Vemos obstáculos que nos resultan imposibles de superar y no nos atrevemos a intentarlo. Por esta cobardía y falta de valor que demostramos preferimos pensar que es culpa de otra persona. Entonces nos estamos evadiendo de la realidad y así solo conseguimos perjudicarnos, porque creemos estar a salvo y no lo estamos.

 

Además por otro lado está el destino, este juega un papel muy importante en nuestro viaje. Pues de él depende, en gran medida, los tramos que hemos de recorrer y el final que encontremos.

Ahora bien, ¿el destino está preescrito o nosotros mismos somos lo autores de esa obra tan particular? Ya que es una pregunta de compleja respuesta, diremos que ambas cosas. Por una parte, el destino ha de existir por si solo, es demasiado importante como para que las personas puedan establecerlo a su antojo. Por otra parte, si somos capaces de modificarlo, pero solo en una pequeña proporción.

 

Para acabar con esta parte, hay que decir que todos los aspectos de la vida están definidos por el destino y por la realidad en la que nosotros los enmarquemos. A ser posible, es preferible que esta realidad sea verdadera, que se desprenda de todo tipo de imaginación, de fantasía que traen consigo las pasiones que no podemos controlar.

 

 

 

 Conclusiones

 

- La vida es un viaje al cual no debemos temer , no importa las situaciones que nos encontremos, ya sean buenas o malas. Estas nos aportarán siempre una enseñanza.

 

- Para superara cualquier adversidad basta con utilizar la razón y no dejarnos llevar por las pasiones. Para ello, será necesario situarnos de forma adecuada en la realidad, así evitaremos confusiones.

 

- Sólo sabiendo cuales son nuestros verdaderos enemigos y problemas podremos afrontarlos. De esta manera no caeremos en el error de creer estar a salvo y luego no estarlo.

 

- El amor nos acompaña durante toda nuestra vida. Pienso que poder amar es uno de los mayores privilegios que poseen las personas. Además es un bien que no nos puede arrebatar nadie.

 

- Finalmente, el destino se podría identificar como el recorrido que seguimos a lo largo de este viaje, que puede tener algunas variaciones, pero que nos llevará (junto con nuestras vivencias) a la última parada, el final.

 

 

 

BIBLIOGRAFÍA

 

- Ítaca de Konstantinos Kavafis

 

- Racionalidade irracionalidad: Ulises y las sirenas de Jon Elster

 

- El silencio de las sirenas de Franz Kafka

  

 

 

.................................................................

 

Mensajes     

Volver al inicio de la página

______________________________________________________________________________

© Eva Martínez Arredondo.

© Revista Diotima de Mantinea, ISSN, nº 1698 - 2622; nº 3, diciembre de 2006.

 

--------------------------------------------------------------------------------------------

 

Foro de Realidad y ficción

www.realidadyficcion.org

www.filosofiayliteratura.org

 

Para participar:

Envía un E-mail desde tu servidor de correo habitual a

editora@realidadyficcion.org

 

 

 

 
 

Edición del sitio web:

© Mercedes Laguna González

Foro Realidad y ficción

18800 Baza (Granada)

 

Escríbenos