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La Reina de las Nieves[1]

Carmen Martín Gaite

 

 

Estructura general de la novela

Mercedes Laguna

 

1. Respecto a la composición

            La construcción de la novela La Reina de las Nieves forma lo que se podría llamar en narrativa un montaje, es decir, los capítulos se suceden no siguiendo el orden lineal de la historia de un solo personaje (ni en un mismo espacio, ni tiempo ni la sucesión lógica de un solo acontecimiento), sino alternando las distintas líneas vitales de personajes diferentes y distintas perspectivas para contar la historia.

            Pero no sólo la discontinuidad aparece en la hilación de los capítulos, también nos perdemos en el desarrollo del argumento, si no estamos muy atentos a las pistas del narrador, dentro de cada uno de los capítulos: por ejemplo, en el capítulo 2 de la 1ª parte (“Celda con luz de luna”), Filo (después sabremos que se trata de Leonardo Villalba) habla, al contar a Julián sus “sueños”, de su vida pasada, recuerda escenas y personajes sobre todo de su infancia, cuando su abuela le contaba cuentos (p. 99). Pero es en la 2ª parte (“De los cuadernos de Leonardo) cuando, sin una lectura atenta, podemos pensar que Leonardo está ya en la Quinta Blanca, y, claro, se trata de un desplazamiento en el tiempo y en el espacio dirigido por sus recuerdos.

            Vamos a explicar esto con más detenimiento.

 

2. Tipo de narrador. Esquema general

            En LA PRIMERA PARTE  encontramos a un narrador en 3ª persona que cuenta la historia. A primera vista parece que se trate de un narrador omnisciente, sin embargo, a medida que avanzamos en la lectura comprobamos que la narración está focalizada desde la perspectiva de las gentes del pueblo[2]; especial importancia cobran aquí los relatos, recuerdos y sensaciones, de Rosa Figueroa, antigua sirviente de la Quinta Blanca.

 

            En LA SEGUNDA PARTE, subtitulada “De los cuadernos de Leonardo”, el narrador cambia radicalmente tomando la identidad de uno de los personajes: el protagonista de la novela (o uno de los protagonistas si  consideramos que, del mismo modo, Casilda Iriarte también es personaje fundamental de la misma), Leonardo Villalba, se trata, pues, de un narrador en primera persona protagonista.

El recurso que emplea la autora para construir este narrador, y ayudar a los lectores a introducirse en el cambio de perspectiva que se supone la segunda parte (mucho más amplia que la primera y la última), nos la indica el subtítulo: “De los cuadernos de Leonardo”. Parece que le narrador “omnisciente” nos ofrece aquí las interioridades de Leonardo Villalba porque ha tenido acceso a sus cuadernos de notas. Ya nos había adelantado en el segundo capítulo que el Filo escribía lo que inventaba y sobre todo que contaba historias y sueños (aunque los adornarse con mentiras[3]). Aunque no aparece de forma explícita este proceso, indirectamente podríamos pensar en un narrador editor.

Es precisamente la autorrepresentación de Leonardo, su introspección, el buceo por sus recuerdos y la construcción que va tejiendo entre el pasado y el presente lo que consigue el objetivo que se había propuesto el protagonista y nos conduce a los lectores al desenlace de la historia. Por eso la autora ha necesitado mayor número de páginas para desarrollar esta parte, y, ha escogido, además, el narrador adecuado, el que expresa de forma más directa los vericuetos de los pensamientos, los sentimientos, las dudas, en definitiva, la interioridad del personaje.

 

            En LA TERCERA PARTE vuelve a aparecer el narrador en 3ª persona; esta vez la focalización está unida a la perspectiva de Casilda Iriarte, la actual señora de la Quinta Blanca (y en ocasiones a la perspectiva de su  interlocutor -antes de que llegue Leonardo-, Mauricio Brito).

Se completa la historia, se recogen todos los cabos sueltos que los distintos narradores, y los personajes a través de ellos, han ido dejando a lo largo del texto: todos cobran sentido, especialmente se unen en el climax final las dos fábulas (o historias): la del cuento maravilloso que Andersen versionó, La Reina de las Nieves, y las historias unidas de Leonardo Villalba y Casilda Iriarte.

 


 

[1] El estudio de La Reina de las Nieves que presentamos a continuación sirvió para la lectura y el comentario de la novela en cuatro grupos de 1º de Bachiller durante el curso 97-98 en el I.E.S. "P. J. Jiménez Montoya" de Baza (Granada). Se elaboró como un intento de resolver las dudas de los alumnos respecto a la estructura de la obra, sus temas y las técnicas narrativas.

[2] Ver el comentario del primer capítulo de la novela.

[3] Más adelante nos detendremos en esta cualidad ficticia de la literatura y en su doble vertiente de entretenimiento y de conocimiento del mundo.

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