REALIDAD Y FICCIÓN                                                                                                               FILOSOFÍA, LITERATURA, ARGUMENTACIÓN, CIENCIA, ARTE    

                                                

                                                                                                                                             

lindaraja     REVISTA de estudios interdisciplinares y transdisciplinares. ISSN:  1698 - 2169

 

 

 

 

  

 

 

 

 

 

  

Cuestiones metodológicas en la investigación filosófica

Jacinto Rivera de Rosales

Un fragmento del artículo

El querer es “auto-posición”, “auto-afirmación”. “Toda investigación, como acción humana que es, no ha de perder el hilo conductor de ese querer, de ese interés que se encuentra en su fundamento, pues en caso contrario dejaríamos de saber para qué, de dónde y a dónde, o sea, dejaríamos de comprender el sentido de neutra acción y del objeto de nuestro estudio”. “Se trata ciertamente de un saber situado, y, por consiguiente, ese preguntar reflexivo nace de la experiencia propia ya configurada, para confirmarla o reinterpretarla, enriquecerla o incluso desbordarla. Sólo hay comprensión cuando se va de las teorías a la realidad y de la realidad a las teorías”.

            Por eso la primera regla práctica es seguir el interés propio para la elección del tema. Sólo si escogemos lo que enlaza con nuestras preocupaciones y problemas, lo que creemos que puede proporcionar orientaciones a nuestra propia vida, nuestra investigación será realmente fecunda, sin olvidar, dice Rivera de Rosales el gozo y el aspecto lúdico que supone pensar y ordenar  coherentemente las ideas, el entrenamiento de nuestras fuerzas. “Este es el fundamento y la meta en el estudio de la filosofía: la originariedad, que cada uno reconstruya desde sí, desde su libertad, desde la comprensión del mundo”. “La investigación filosófica ha de servir en primer lugar a uno mismo, a crecer intelectualmente en aquello que le interesa […], entonces quizás lo sea también para los otros”.

La segunda regla práctica que ofrece Rivera de Rosales tiene que ver con la elección del tema:

“Hay que concretar el tema de forma asequible a las posibilidades de uno mismo, asequible por su amplitud, el tiempo disponible, la preparación que ya se tiene, los idiomas que se conocen o se pueden aprender, la bibliografía alcanzable, etc., en una palabra, hay que medir las propias fuerzas. Porque lo más importante no es saber muchas cosas, estar sumamente informado; siempre ignoraremos más. Es preferible estudiar detenidamente tres libros básicos y trabajárselos a fondo, que leer treinta a la carrera. En el primer caso lograremos únicamente repetir los tópicos de la interpretación que haya venido hasta nosotros, las ideas digeridas por otros, los datos y citas de segunda y tercera mano, sin tener propiamente la experiencia de lo que significa pensar y enfrentarse no ya sólo a la tradición interpretativa, sino con el asunto mismo de la filosofía.

Es importante estar informado, como corresponde a nuestra finitud, pero más aún darse tiempo para pensar por sí mismo esos materiales aportados por la lectura, elaborarlos personalmente, elaborarlos desde nuestra originariedad. A eso se le llamaría “formación”: se forman pequeños núcleos de ideas engarzadas y pensadas por uno mismo que, como formaciones cristalinas, dan lugar a otras nuevas similares, o bien van tomando cuerpo y ensanchándose, organizando de esta manera el material aportado y haciéndose así uno mismo capaz de recibir orgánicamente más información y de configurar poco a poco una visión de la realidad”.

Rivera de Rosales: “Cuestiones metodológicas en la investigación filosófica”. Anales del Seminario de Historia de la Filosofía, nº 11, pp. 9-52. Editorial de la Universidad Complutense, Madrid, 1994.

 

 


 

 

 

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