REALIDAD Y FICCIÓN                                         

Edición de la página                                                                                      FILOSOFÍA, LITERATURA, ARGUMENTACIÓN, CIENCIA, ARTE                                                                   Escríbenos

                             

                                                                                                                                             

LINDARAJA     REVISTA de estudios interdisciplinares y transdisciplinares. ISSN:  1698 - 2169

 

 

Racionalidad en la Ciencia

 

La noción de Racionalidad

en las Ciencias Sociales 

1. "El tejido de la racionalidad acotada y expresiva". J Francisco Álvarez, catedrático de la UNED.

 

2. Un modelo textil de racionalidad. Lectura de dos artículos del profesor Álvarez: "Responsabilidad, confianza y modelos humanos" y "El tejido de la racionalidad acotada y expresiva" (por Mercedes Laguna).

 


                                                      

         J. Francisco Álvarez ha escogido como camino de sus investigaciones la búsqueda de una noción renovada de racionalidad en la Filosofía de la Ciencia; profundiza, de manera acertada en mi opinión, en las nociones de responsabilidad y confianza, en su calidad de elementos constitutivos de un tipo de racionalidad complementarista (un tejido entre la racionalidad acotada, procedimental, por satisfacción y expresiva; considera necesario incluir los valores y las normas en una teoría ‘renovada’ de la racionalidad; insiste en la necesidad de trabajar con un modelo más integrador y completo del ser humano, que tenga en cuenta el papel que desempeñan las emociones en las acciones sociales, así como la función decisiva de la argumentación en el desarrollo de la racionalidad.                       

 

            ¿Por qué aparecerá en la página web del profesor José Francisco Álvarez una fotografía de un telar? ¿Significará que le gusta la artesanía, o simplemente que ama el trabajo paciente, constante, bien hecho?

            La respuesta se encuentra, quizá, leyendo sus publicaciones. En uno de sus artículos –“Responsabilidad, confianza y modelos humanos”– leemos:

            “Las tensiones que aparecen entre los rasgos descriptivos y normativos de diferentes modelos sobre la estructura de la conducta de los seres humanos, pueden encontrar cierta complementariedad resolutiva en una perspectiva que entiende a la racionalidad como tejer dinámico en el que intervienen explícitamente los valores y las normas. (2003: 1)”

             La racionalidad entendida como un tejer dinámico. Un sustantivo creado a partir de un verbo, tejer, un proceso, por tanto; acción que realiza un agente. Y un adjetivo, dinámico, remarcando la idea de movimiento, que se trata de  una acción clausurada, sino abierta y en desarrollo.

            El tejido y la acción misma del tejer forman parte de la metáfora con la que J. Francisco Álvarez nos explica su noción de racionalidad.

            Más adelante nos aproximaremos a la aportación de la imagen del tejido en esta metáfora cognitiva, como producto de la acción de tejer. Será cuando analicemos un segundo artículo de nuestro autor: "El tejido de la racionalidad acotada y expresiva".

            En sucesivos escritos Álvarez ha venido recogiendo la necesidad de revisar el concepto de racionalidad utilizado en las ciencias sociales, en concreto, la noción de racionalidad empleada en la teoría económica tradicional, la misma que se ha aplicado a otros ámbitos de los estudios sociales. El modelo estándar utilizado en la ciencia económica es el modelo intencional de la acción racional, que consiste en considerar al individuo como un agente que busca una elección óptima entre los medios de los que dispone y los fines que desea. Sin embargo, en este modelo de individuo la calidad de agente responsable y libre queda mermada hasta convertirse en lo que Amartya Kumar Sen llamaba “imbécil racional” (en la teoría económica estándar se habla del individuo como si sólo fuese capaz de utilizar una racionalidad meramente optimizadora de beneficios egoístas). Las expectativas del sujeto (llamadas también en esta teoría “creencias”) y sus preferencias ("deseos") se interrelacionan a través de la función de utilidad: “Con preferencias racionales el individuo es racional si elige lo que más prefiere entre las cosas que puede conseguir. Las preferencias son racionales si son transitivas y completas. Todo esto en un marco con información completa […] Sería suficiente decir que los agentes son racionales si y solamente si sus preferencias se pueden representar mediante funciones de utilidad ordinal y sus elecciones maximizan su utilidad” (2001: 212).

            En lugar de esta noción estrecha de miras (aunque ha pretendido y pretende ser la más real y universal), un sector de estudiosos de las ciencias sociales, como Jon Elster, Hargreaves Heap, economistas como A. K. Sen, entre otros, insisten hace décadas en la necesidad de ampliar el concepto de racionalidad. El camino para esta apertura pasa por analizar cómo se conforman las preferencias del sujeto, las influencias, bastantes veces causales, determinadas, (y no intencionales) de estas preferencias o deseos. Pero también por la inclusión de los valores, de la ética, y, en consecuencia, por el empleo de un modelo distinto del individuo que interviene en las relaciones sociales. Un individuo que es consciente de su acción, que selecciona de forma activa la información que le llega (“membrana semipermeable”, es la metáfora que utiliza Álvarez para explicar el papel activo del individuo en la transmisión y recepción de la información y del conocimiento).

            Este nuevo tipo de racionalidad atiende a los procedimientos y trata de satisfacer determinados objetivos, en lugar de buscar optimizar a toda costa. Por tanto en lugar de la acción de “optimizar”, la nueva noción busca simplemente “satisfacer”; está situada en la línea de una acción más flexible, pero también más eficaz, “y si además consigue destacar la importancia de que el sujeto mismo se considere agente de su acción (racionalidad expresiva) introduce la posibilidad de una discusión racional sobre los fines” (2001: 213).

            J. F. Álvarez parte en sus artículos en este punto de la “racionalidad acotada” (bounded rationality) que utilizan algunos autores, por ejemplo, Hargreaves Heap, y luego va completando esta noción con otros tipos de racionalidad: la racionalidad expresiva, la cognitiva, racionalidad sintética, al fin. Busca la complementariedad para una definición renovada del modelo de individuo, para “elaborar una teoría de la acción que nos permita sustentar una noción de racionalidad suficientemente abarcadora como para comprender la acción social”.

Responsabilidad, riesgo, confianza

            Álvarez contribuye a la nueva noción de racionalidad con dos conceptos a los que considera elementos decisivos dentro de un tipo de racionalidad que busca satisfacer determinadas preferencias en lugar de optimizarlas: estos dos elementos son la responsabilidad personal y la confianza. Ayudan a elaborar un modelo complementarista de los individuos: muestran que es inadecuado el modelo de acción social que considera al individuo como un ser principalmente egoísta, que va a tender en primer lugar y siempre a optimizar los objetivos que lo beneficien a él aun a costa de los otros:

             “La satisfacción personal puede entenderse como un valor cuya satisfacción (no optimización) tratan de alcanzar los individuos. Al incorporar este valor en nuestros modelos humanos se puede lograr una comprensión mejor de las prácticas sociales y de ciertas formas de génesis de la acción colectiva; para las ciencias sociales resulta interesante estudiar hasta qué punto la confianza puede ser la expresión racional de un compromiso. […] Dilucidar el vínculo entre un ejercicio responsable de la racionalidad y la confianza indispensable para diversas prácticas sociales, puede ayudarnos a elaborar modelos complementaristas de los individuos” (2003: 1).

       El riesgo es una elemento inherente a la acción social. Sin embargo, junto

al riesgo y a la inseguridad que produce el acecho del peligro, vive, puerta con puerta, la confianza. Si no se mantuviera viva la confianza no llevaríamos a cabo muchas de las acciones sociales de las que somos agentes conscientes, responsables, libres. No invertiríamos nuestro tiempo en acciones que nos nos suponen beneficio inmediato, ni beneficio económico. Actuamos y esperamos que puedan servir a alguien, o a nosotros mismos, o a nuestros hijos, en el futuro. Confiamos y esperamos.
 
        Siguiendo a Jon Elster y Antonio Damasio, J. Francisco Álvarez se detiene también en el aspecto causal de nuestras acciones sociales: las emociones están en la génesis de muchas de nuestras actuaciones. A este elemento lo considera Álvarez, metafóricamente, el telar de la racionalidad. Hay emociones que nos impulsan a hacer algo que sin su fuego, con la mera razón no emotiva, no haríamos. Luego, comprendemos, cómo nos han abierto puertas de las que ni siquiera teníamos noticia. Otras emociones, sin embargo, nos conducen a romper las normas y ir en contra de los valores que construyen el orden social. Tanto en un caso como en otro es decisivo que les concedamos el papel que ocupan para poder reflexionar de forma cada vez más adecuada sobre las causas y las consecuencias de las acciones.
 
         Aquel modelo de individuo, como "imbécil racional", cuya utilización critica Amartya Kumar Sen, busca la optimización de sus preferencias montado en su caballo de egoísmo (el único que ganaba siempre, según el modelo estándar de la intencionalidad racional). Sin embargo, no todo el orégano es monte: ya nos avisaba mister Smith:
           "Por más egoísta que se pueda suponer al hombre, existen evidentemente en su naturaleza algunos principios que le hacen interesarse por la suerte de los otros, y hacen que la felicidad de éstos le resulte necesaria, aunque no derive de ella nada más que el placer de contemplarla" (Adam Smith, La teoría de los sentimientos morales" (citado por J.F. Álvarez).
 
         La responsabilidad con que nos enfrentamos a nuestras acciones es la que nos hace confiar en la responsabilidad de los otros. A pesar de que sabemos del riesgo (convertido en incertidumbre en casos extremos, como el día 11 de marzo; cada día con su tragedia o con su consecuencias que afectan a aspectos múltiples de nuestras vidas); a pesar, digo, del riesgo, nos seguimos atreviendo a utilizar el correo, a poner por escrito lo que pensamos, a lanzar al viento nuestro trabajo o nuestras opiniones; a ejercer nuestros derechos; a tomar el tren.
 

       “La conexión entre responsabilidad y confianza, y sus satisfacciones (no optimizaciones) respectivas aparecen como componentes de un posible modelo de individuo que consideramos soporte emociones y objetivos. Si no nos consideramos responsables, es muy probable que no tengamos confianza en los demás. Y si tenemos confianza es muy probable que nos consideremos responsables de nuestras acciones. Por tanto, aunque resulta indispensable disponer de una teoría de la racionalidad, ésta haría bien en incorporar adecuadamente la cuestión de los valores y las emociones" (2003: 5-6)

El tejido de la racionalidad

       La segunda parte de la metáfora cognitiva que utiliza Álvarez para explicar la racionalidad consiste en la imagen de un tejido (el producto de la acción de tejer). Un tejido compuesto por trama y urdimbre, imágenes éstas a su vez de dos tipos de racionalidad que necesitan complementarse, tratarse de forma integrada: la racionalidad instrumental y la racionalidad expresiva.

       Vamos a presentar brevemente estos dos tipos de racionalidades. Para ello, es conveniente acudir al segundo artículo de nuestro autor que queremos comentar: "El tejido de la racionalidad acotada y expresiva".

        La racionalidad instrumental es la que atiende a las acciones que optimizan la relación entre nuestros objetivos y nuestros medios.

         La racionalidad expresiva, en la noción utilizada por Hargreaves, se refiere a la racionalidad que tiene en cuenta los elementos expresivos que intervienen en la acción, es decir, los que corresponden al individuo como agente.

        Según José Francisco Álvarez, es posible defender "una perspectiva complementarista o sintética de la racionalidad". Amartya K. Sen "defiende  claramente una perspectiva complementarista entre los componentes morales de la acción y los componentes estratégicos".

        "En mi opinión se trata de comprender la racionalidad como el resultado de un proceso conformado tanto por la trama de la racionalidad instrumental como por la urdimbre de la racionalidad expresiva, al menos por la urdimbre de algo que comparte muchos puntos con lo que algunos han llamado racionalidad expresiva (Hargreaves Heap, 1989). En algunos casos los componentes expresivos pueden formularse como restricciones de la racionalidad instrumental, en otros casos la racionalidad expresiva debe entenderse como una ampliación del contenido informativo. La cuestión no consiste en utilizar una noción instrumental para unas cosas y una perspectiva expresiva para otras, más bien se trata de pensar en la complementariedad sistemática" (2003:17)

 

       Para la comprensión de este tipo de racionalidad entretejida, J. F. Álvarez acude al análisis de la objetividad, y a la utilización de otra metáfora: una membrana semipermeable. También, en esta línea, al uso estratégico de los argumentos. Pero estas cuestiones habremos de tratarlas en otra ocasión.

         _____________________________________________________________

Los artículos reseñados, a los que hacemos alusión son

- ÁLVAREZ ÁLVAREZ, J. F.: "El tejido de la racionalidad acotada y expresiva". Manuscrito, XXV (2), pp. 11-29, Micjael B. Wrigley (ed.) (2002): Dialogue, Language, Rationality. A Festtchrift for Marcelo Dascal. CLE7UNICAMP, State University of Campinas, Campinas, Sp. Brazil.

- ÁLVAREZ ÁLVAREZ, J.F.: "Responsabilidad, confianza y modelos humanos", Isegoría, nº 21, diciembre 2003.

Otro artículo al que también hacemos referencia es:

- ÁLVAREZ ÁLVAREZ, J.F.: "La inteligencia de la razón impura: racionalidad en el contexto de educación", en Vega Reñón, Rada García, Mas Torres: Del pensar y la memoria (Ensayos en homenaje al profesor Emilio Lledó). Madrid, UNED, 2001.

 

 

 

J. Francisco Álvarez es profesor de la UNED, catedrático de la asignatura Metodología de las Ciencias Sociales

 

Volver a la Revista LINDARAJA

 

© J. Francisco Álvarez Álvarez (de los artículos citados, en sus correspondientes ediciones, arriba señaladas).

____________________________________________________

© Mercedes Laguna González, 2004 (de la lectura)

LINDARAJA. Revista de estudios interdisciplinares y transdisciplinares. Foro universitario de Realidad y ficción.

URL: http://www.realidadyficcion.org/racionalidad.htm

______________________________________________________

Volver a la Revista LINDARAJA

Volver a la página principal de Realidad y ficción

Volver al inicio

 

 

 

 

 
 
   

Edición del sitio web:

© Mercedes Laguna González

Foro Realidad y ficción

18800 Baza (Granada)

 

Escríbenos