REALIDAD Y FICCIÓN                                                                          LECTURA, COMENTARIO, CREACIÓN
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Escritura autobiográfica

 

Delirio y destino[1]

 

 

Fragmentos de un estudio sobre este libro

Mercedes Laguna González, 1997

 

 

“La filosofía necesita de la poesía para alcanzar un conocimiento profundo”

(María Zambrano)

 

 

  

El libro

         Delirio y destino. Los veinte años de una española fue escrito en La Habana a comienzos de los años cincuenta, y aunque la autora fue dando a la prensa en años posteriores algunos de sus capítulos[2], por separado, no se publicó en forma de libro hasta 1989[3].

 

1. Por qué María Zambrano escribe su autobiografía

 

Realizar una confesión purificadora con la intención de vivir en “un sueño lúcido”

 

            María Zambrano en este libro, que se podría calificar, entre otras cosas, como una autobiografía, pretende abrir su conciencia, transmitir un saber, aunque se trate de un saber trágico, por ejemplo descubrir que la vida es sueño. A medida que avanzamos en la lectura del libro, vamos comprendiendo hasta qué punto son una realidad sus palabras, sobre todo en la vida de María Zambrano y en los veinte años de la historia de España a los que se refiere (1925-1945).

            Pero no se trata de una autobiografía “al uso”, con datos de la vida real e interpretaciones más o menos elaboradas de los hechos e impresiones que se recuerdan. María Zambrano lo que nos presenta en Delirio y destino es una visión interior de sí misma y una visión, también interior, de la Historia que ha vivido.

            Zambrano nos muestra cuál es el método para conseguir esta visión interior de la vida propia y de la historia: en primer lugar, retroceder para poder ver mejor y, después, ser conscientes de la distancia de las cosas y de las situaciones. No es que nosotros tomemos distancia, es que existe una distancia inexorable que nos separa de todo:

“Se descubre la distancia inexorable que nos ha de separar siempre de todo; hasta de nosotros mismos”. (Zambrano, 1989:17)

           

            A lo largo del libro, la autora va desgranando las razones de por qué escribe la historia de su vida. Una de ellas tiene que ver con la vocación a la que ella se siente llamada: velar y dar luz[4]. En la línea de aquello que hacía Heráclito:

           

“Heráclito llamaba a despertar a los hombres  de su tiempo; a despertar viéndonos en nuestro sueño,            a despertar sin dejar de soñarnos; despertar sin dejar de soñarnos sería tener un sueño lúcido.” (Zambrano, 1989:63)

 

            Pero no es posible vigilar ni alumbrar si antes no nos hemos purificado. Para “despertar soñándonos” ya para llamar a los hombres de nuestro tiempo a que vivan “un sueño lúcido”, es necesario conocer nuestro pasado, realizar una confesión purificadora. Y así, la pensadora construye su autobiografía, como una confesión:

            “Si nos detenemos en la historia individual, podemos pensar que hay momentos en la vida de la persona en que se padece un ansia especial que se está a punto de lograr, cuando una persona despierta soñándose, cuando despierta porque su ensueño -su proyecto- se lo exige, le exige conocerse, conocer su pasado, liquidar las amarguras que guardaba en su memoria, poner al descubierto las llagas escondidas, realizar una acción que es a la par una confesión, “purificarse” haciendo”. (Zambrano, 1989: 64)

 

María Zambrano en Delirio y destino pone en práctica su teoría sobre el género literario de la confesión .

El ejercicio de la confesión, tal como lo propone aquí Zambrano y como aparece desarrollado en su ensayo[5] sobre este género literario, se puede aplicar, además de a la autobiografía, también a la lectura (interpretrativa, participativa, creadora) de la vida escrita de otro. El lector es invitado, implícitamente, a adentrarse en la revisión de la vida, repasando, a medida que lee, su propia historia personal. Funciona entonces la escritura autobiográfica como un espejo en donde se encuentra y se interpreta el lector de la misma.

Sin embargo, hemos de tener en cuenta que el texto autobiográfico no supone una “confesión” porque cuente hechos reales, o supuestamente reales, sino porque la autora ha querido  ser sincera en la génesis de la obra, ha sentido -como motivación para escribirla- el ansia especial de despertar soñándose. Se ha despertado porque su ensueño se lo exigía, le exigía conocerse a sí misma, le exigía conocer su pasado, le exigía liquidar amarguras que guardaba en su memoria, realizar una confesión purificadora.

Por eso, cuando leemos la escritura autobiográfica de esta autora -y de otros, como Rosa Chacel- , y hacemos como lectores un proceso similar, intentamos que llegue a nuestras vidas ese momento privilegiado del despertar soñándonos, cuando queremos conocernos, conocer nuestro pasado, a la vez, nos confesamos purificándonos en el acto creador que es también la lectura.

En consecuencia, importa poco que las autoras nos den pocos o muchos detalles de su vida y su pasado, si exactamente son relatos que corresponden exactamente con sus vidas o son inventados (en parte). Lo único que importa es que el proceso que ha originado la autobiografía y el proceso interno que la desarrolla sea sincero, y en esa medida, real; sólo así conseguirán lo que de hecho consiguen a menudo: mover el corazón de quien las lee, impulsar la mente hacia la necesidad de conocernos y encontrar, como ellas, nuestra propio camino.

 

 

           

Una forma de conocimiento. Búsqueda de la identidad personal.

 

            La escritura autobiografía supone -como la literatura en general y como la filosofía- una forma de conocimiento. En repetidas ocasiones, a lo largo de sus escritos, María Zambrano asegura que la filosofía necesita de la poesía para alcanzar un conocimiento profundo. Aunque a la escritora le gustaba utilizar la palabra “poesía” en lugar de “literatura”, podemos decir que su filosofía está teñida y penetrada por la literatura. Ella, María Zambrano no escribe propiamente poesía, pero toda su obra está escrita de forma poética, toda está impregnada de un tono lírico.

            “Y la esperanza en activo requiere y busca conocimiento, un conocimiento hondo: Poesía y Filosofía. La Filosofía necesita la Poesía, sino se marchita como planta importada”. (Zambrano, 1989: 82)

 

            La Filosofía para María Zambrano no es un conocimiento frío, racional, sino que conserva el sentido etimológico del término: amor a la sabiduría, sabiduría del corazón (como lo era para Diotima de Mantinea).

            “El pensamiento tiene siempre una función medicinal. Medicina a veces marga que la poesía endulza, aunque no sea más que por ir mezclada con algo de delirio”. (Zambrano, 1989:82)

 

El poder y diginidad que María Zambrano aplica a la poesía, se puede atribuir también a la autobiografía y a la novela lírica, porque son tipos y medios de introspección, de pensamiento, de consuelo.

 

La forma de conocimiento que supone la filosofía tiene que ver con el orden -un tipo de sistema- que organiza nuestra mente y nuestra vida:

            “Tarde tras tarde, había ido viendo aparecer trozos de la realidad que en su mente andaban vagando, sin conexión, a modo de fantasmas, cobrar realidad y vida; había sentido que aquellos sus pensamientos, parecidos a obsesiones, se hacían líquidos, entraban a formar parte de ese sistema circulatorio que es un sistema de pensamiento, y sistema es, ha de ser, aquello que constituye nuestra mente, aunque no se objetive jamás en un “sistema” ni esbozo de sistema filosófico. Para vivir simplemente, para andar por la vida en cualquier oficio y condición, para... nada, para poder soportarse a sí mismo y aceptar el hecho de haber nacido, es necesario haber en la mente un cierto orden… orden en nada semejante a un mosaico, a una quieta geometría, sino ese orden que emana de una acción unitaria. Porque la unidad, la nuestra, se hace, y ése es el orden.” (Zambrano: 1989: 94)

 

            Y este orden que busca María Zambrano no se consigue sólo con la filosofía, precisamente el hecho de organizar los veinte años a los que se refieren las páginas de este libro en torno a su identidad personal y a la historia de España es también una búsqueda de orden, una búsqueda de la identidad individual y colectiva. Escribir una autobiografía supone ordenar los propios recuerdos, seleccionar unos cuantos de todos los que emergen a la memoria y fluyen por ella, interpretarlos desde el tiempo en que uno se pone a escribir (el tiempo de la enunciación).

            Esto nos muestra que María Zambrano escribe su autobiografía como búsqueda de su identidad (que está inevitablemente ligada a los episodios históricos y también a las otras gentes).

 

 

Nuestro sueño va en el sueño común. Búsqueda de la unidad de los elementos y sus criaturas, del tiempo y del espacio.

 

            Pero María Zambrano no se busca sola, se siente inmersa no sólo en la historia sino también en la naturaleza y en el sueño que hará posible encontrarse a los otros, a las personas que viven en su época y también a todas las que han vivido.

            La filosofía -el pensamiento, la meditación-, la búsqueda de orden y el ejercicio de un saber poético, que busca el amor, que es consciente de la multiplicidad de los tiempos, y, a la vez de su necesaria unidad, consciente de las conexiones de los espacios y de las épocas, de la solidaridad “real” con las personas que son y las que han sido, conducen a María Zambrano a una forma de expresión que algunos consideran intermedia entre la filosofía y la literatura y que ella denomina en esta extraña autobiografía: “delirio”.

 

“Y en medio de la angustia sintió que despertaba, que iba a despertar de nuevo, a despertar… ensoñándose. Y entonces tenía que disponerse a vigilar su sueño. El suyo, sola, del que sólo podría responder, ¿pero era posible? Nuestro sueño no va en el sueño común cuando lo hay y vivimos de él rodeados, cuando vivimos entre… ¿Cómo estar seguro de no ser sonámbulo de la historia? ¿Y cómo estar seguro de no haberse “negado”? Porque o se es de los que vigilan el sueño, o se el de los que sueñan simplemente, de los soñados, se es “piedra”. Y la piedra no puede “rajarse” más de lo preciso… Quería servir; eso era cierto. La angustia dejaba paso al despertar entre el despertar de aquella primavera madrileña, leve. El aire era ligero, el sol era claro y estimulante, brotaban las hojas, como si una inteligencia circulara entre todo, había insectos, se oían de nuevo los pájaros. Los elementos y sus criaturas formaban también un sistema, una inteligencia circulaba a su través, una inteligencia viviente que está en todo, más allá de los límites que parecen mantener separados los seres en otras horas; un ritmo común que abarca desde el movimiento de los astros a la yerba que brota en el resquicio de las piedras, que hace girar dentro del mismo círculo a las constelaciones lejanas de diamantes y al jaramago de oro que había florecido en el alero del vecino tejado. “Caminando cuando el eje del Planeta se vuelca hacia el solsticio del verano-verde el almendro, mustia la violeta” había escrito el poeta Antonio Machado, el cantor de la humilde primavera de los campos castellanos. La primavera que es más verdad en la pobreza. Diosa del despertar más visible en las criaturas sin brillo, en las tierras casi áridas, en el olmo seco que reverdece en tres hojas, en los que apenas respiran… despertar es respirar, ir respirando en el ritmo común de todo lo que respira.” (Zambrano, 1989: 96-97)

 

Despierta porque sale a la calle después de una grave enfermedad que la había acercado a la muerte, y se encuentra -en la pobreza de su enfermedad y en la pobreza de España- unida a la naturaleza y nota como algo milagroso el hecho de RESPIRAR.

Sería interesante relacionar esta idea del “sistema” que forman las criaturas y los elementos con su ensayo “Poema y sistema” del libro Hacia un saber sobre el alma.

Se trata de una autobiografía que requiere ser escuchada, ser leída con voluntad de participación.

“El hablar a quien nos escucha nos descubre, sin que él nos diga nada, el grado de verdad y, sobre todo, el grado de convicción de lo que decimos. El que sabe escuchar hace de conciencia del otro y, así, sobreviene a veces un silencio: el silencio del que habla con su conciencia o ante ella”. (Zambrano, 1989: 105)

 

            Si sabemos, como lectores, escuchar bien sus palabras, su conciencia se abrirá más, se descubrirá, y, en el mismo proceso, estaremos elaborando la propia autobiografía.

 

Hay un texto clave para la interpretación de la autobiografía de María Zambrano: “La multiplicidad de los tiempos”.

            En la página 113 comienza un capítulo llamado “La multiplicidad de los tiempos”. En él María Zambrano cuenta algo que le sucedió en su juventud en el jardín de la casa de sus padres en Ciudad Lineal. No se trata del relato de un hecho concreto, en primer lugar porque no cuenta un acontecimiento externo; funciona dentro de la obra como un espejo en donde el lector puede ver entrever algo sobre la elaboración de la escritura autobiográfica de María Zambrano.

 

 

2. Estructura de delirio y destino

 

Cinco maneras de narrar:

            El contenido que compone Delirio y destino. Los veinte años de una española se organiza en torno a cinco maneras de narrar:

1.   Reflexiones filosóficas.

2.   Relatos de su vida: infancia, juventud, vida adulta.

3.   Relatos de la historia de España (especialmente de los años a los que se refiere el título, aunque también aparecen los ecos de otras épocas a través de sus personajes).

4.   Estas tres formas de contar se completan en muchas ocasiones con fragmentos de narración de tono lírico, especialmente al comienzo y al final de los capítulos, incluso de las partes que componen los capítulos.

5.   Un tipo de narración a la que María Zambrano denomina “delirios”, y que ocupa la última parte del libro.

 

3.2. Estructura interna de la obra.

            Zambrano ha cuidado mucho la estructura de esta obra. En Delirio y destino aparecen cohesionados absolutamente todos los elementos narrativos y de contenido que van apareciendo a lo largo de sus páginas, de manera que el resultado es un SISTEMA, un orden impregnado de “delirio”: una estructura concéntrica que gira y tiende a un eje, como si de un imán se tratase.

            Antes de concretar cuál es la estructura básica del libro, hemos de recordar que Delirio y destino no es sólo una autobiografía, es también un libro de memorias -nos referimos a “Memorias” como el subgénero literario en el que el autor no sólo cuenta los hechos de su vida individual sino también los de la historia colectiva en los que ha vivido inmerso-.

 

Proponemos el siguiente esquema para la estructura interna de Delirio y destino:

 

            PROLEPSIS                                    HORA                                   NOCHE

            Preparación                                        Plenitud                                  Fracaso. Exilio

Filosofía                                             Inocencia                                Esperanza

Infancia y juventud                           Persona. Historia                    Llamada a ser

                                                                                                          Aurora

 

 

 

 

 

 


 

                                                                                                          DELIRIOS

Unicidad de tiempos, espacios y personas

                                                                                                                                                                                                                                                                  

En la hora, el momento de plenitud y de máxima inocencia -en los dos planos, personal e histórico- convergen todos los hilos que tejen la obra. Los capítulos anteriores actúan como preparación, lo que María Zambrano llama en uno de los capítulos “Recordando el futuro”, una forma de prolepsis que cumple la estructura de la obra al ir interpretando todos los datos de la infancia y la juventud, junto con la reflexiones filosófico-poéticas.

 

Correspondencia con los capítulos del libro:

 

1. Preparación (Prolepsis):

            De la primera parte (Un destino soñado) los siguientes apartados:

n    Adsum

n    Recordando el futuro

n    España despierta soñándose

n    La vuelta a la tierra

n    La multiplicidad de los tiempos

n    La vuelta a la ciudad

n    La coyuntura histórica

n    Un minuto de silencio

 

2.   La hora:

            De la primera parte (Un destino soñado) los siguientes apartados:

n    La inspiración

n    La hora

n    Domingo, 12 de abril

n    14 de abril

 

3.   La noche (Fracaso):

            De la primera parte (Un destino soñado) los siguientes apartados:

n    Hacia el Nuevo Mundo

n    13 de junio de 1940

n    Desde La Habana a París

n    La hermana

 

4.   Delirios:

            La segunda parte (Delirios).  

 

 

En la hora, el momento de plenitud y de máxima inocencia -en los dos planos, personal e histórico- convergen todos los hilos que tejen la obra. Los capítulos anteriores actúan como preparación, lo que María Zambrano llama en uno de los capítulos “Recordando el futuro”, una forma de prolepsis que cumple la estructura de la obra al ir interpretando todos los datos de la infancia y la juventud, junto con la reflexiones filosófico-poéticas.

 

 

4. Tiempo, memoria, narratividad

 

Contar la propia vida; la memoria teje con el tiempo un texto narrativo: un acto creativo.

            El concepto del tiempo y su función decisiva en la vida es un elemento recurrente en la obra de María Zambrano. En este texto, autobiográfico, cobra un relieve especial, puesto el tiempo, como ingrediente de la narratividad, es uno de los rasgos característicos del género literario autobiográfico.

            Es la memoria la encargada de traer a la superficie del presente el tiempo que ya ha pasado, la que selecciona unos recuerdos y olvida otros, la que nos mantiene en conexión con otros momentos de nuestra vida. Cuando la persona humana quiere contarse o contar a alguien (o a unos lectores indefinidos) su pasado tiene que construir un relato y, por tanto, ha de utilizar las técnicas propias de la narración, con todo lo que implica de re-construcción, de inclusión de elementos ficticios. Está realizando un acto creativo, aun con elementos de la realidad, sin embargo es la creación literaria una forma de aprehender la realidad. 

 

Omnipresencia de la memoria.

            “Los recuerdos se hundían entonces, en la primera infancia, en un fondo oscuro, fluido de donde luchaba por aparecer. Pero entonces, y siempre el recuerdo, la memoria aparece como viniendo de un olvido, de un oscuro fondo que ofrece una resistencia, inexpugnable. Y somos así, opacos a nosotros mismos en esa primera, espontánea forma de conocimiento en que ni siquiera pretendemos conocernos, que es la memoria. La memoria, primera revelación, ineludible de la persona…,¿por qué este tener presente nuestra vida pasada, aunque los recuerdos concretos desaparezcan? La memoria está siempre ahí, viviente; no descansa. Y si fuera posible que en algún instante ningún recuerdo pasara por la mente, está ahí continua la referencia del pasado, la imposibilidad de acoger ningún suceso por esperado que sea, ninguna persona por mucho amor que nos traiga desde un alma limpia y desprovista de inscripciones; de huellas, de sombras.” (Zambrano, 1989: 19)

 

            ¿Por qué la memoria está siempre viviente y no descansa? Así lo siente María Zambrano y así lo podemos experimentar nosotros a poco que seamos conscientes de nuestros pensamientos, de los sentimientos inesperados que surgen no sabemos de dónde, de las imágenes y sensaciones que parecen emerger de algún lugar remoto por dentro de la persona. Para Zambrano -nos los ha ido diciendo a lo largo de todas sus obras- la persona humana pertenece al orden universal y atemporal, al sistema que cohesiona todos los elementos y las criaturas, de ahí que vivamos inmersos en una “multiplicidad de los tiempos” que se entrelazan unos con otros y que nos llaman a ser conscientes de sus relaciones.

            La memoria es la primera revelación, ineludible de la persona. En le proceso de la escritura autobiográfica, la memoria se muestra como viniendo de un olvido, de un oscuros fondo que ofrece una resistencia inexpugnable. Sin embargo, es la forma más asequible para conocernos.

            Por esto, el trabajo de la escritura autobiográfica es luchar contra esa opacidad en la que se presenta el pasado y convertir lo inexpugnable en campo abierto.

           

            Hemos de tener presente que a María Zambrano le importan el tiempo y la memoria no sólo en cuanto tienen que ver con la elaboración de la escritura autobiográfica, sino, ante todo, como elementos imprescindibles del saber vivir; piensa que el ser humano requiere un entrenamiento constante para ir aprendiendo a vivir en el tiempo:

            “Pues vivir exige y es una larga paciencia, un hacerse en el tiempo, experiencia, parto de la historia”. (Zambrano, 1989, 91-92)

 

Aquí, Zambrano se pronuncia respecto a la unidad entre la vida personal y la vida colectiva, histórica.

 

 

5. El futuro

            El futuro es una modalidad de tiempo, uno de eso múltiples tiempos en los que vivimos. Al explicar la estructura de Delirio y destino, vimos cómo toda la primera parte del libro, hasta el capítulo “La inspiración” funcionaba a modo de prolepsis respecto a la hora de plenitud (en la vida de María Zambrano y en la vida de España -la proclamación de la República-). Toda esta sección aparece salpicada de referencias al futuro, incluso uno de los capítulos se llama “Recordando el futuro”.

 

 

Formas de hablar del futuro

            Las maneras de hablar del futuro son principalmente dos:

1.   Interpretar el pasado a la luz del presente. Esto se puede hacer en la escritura autobiográfica desde la posición privilegiada que posee el autor: escribe en un tiempo presente: el de la enunciación, en el que dispone de todos los datos para analizar los hechos, ( los pude interpretar como una preparación de lo venidero).

2.   Los sueños y las intuiciones, o premoniciones que atisban algo de lo que puede suceder en el futuro.

 

            Veamos las principales noticias del futuro que recogen los primeros capítulos de Delirio y destino:

            En primer lugar la autora recuerda que en su juventud se propuso, después de revisar su existencia, un proyecto de vida; proyecto que se formula mediante futuros, concretamente con verbos a los que antecede una partícula de negación: no haré esto que he hecho porque me ha ido mal. (Notemos el eco de Santa Teresa en el Libro de la Vida).

“Y ya sé que “el otro” el prójimo está solo en su fondo como yo, y tampoco puede valerse. Todos están solos, cada uno está solo. No tendré pues enemigo, ni creeré que nadie me ama especialmente, ni menos lo desearé, que antes me devoraba este anhelo de que me quisieran, de ser amada.” (Zambrano, 1989: 22)           

 

 

 

6. Sueño y poesía

 

Soñamos en la poesía, en los relatos líricos, en los delirios, en un tipo de texto autobiográfico escrito como visión del interior y conexión con la multiplicidad de los tiempos y de las personas.

 

            María Zambrano pensaba que sobre todo soñamos en la poesía. Pero ella no escribió, por lo menos no publicó, poesía propiamente dicha; sin embargo, sus escritos rezuman, todos ellos, un perfume poético. Muchos fragmentos son relatos líricos, especialmente esos que la autora llama en su autobiografía “delirios”; pero hay más; uno muy significativo es el denominado “ensayo” de “Diotima de Mantinea”, es un ensayo en cuanto reflexiona sobre una serie de temas filosóficos, vitales, creativos, etc., pero la forma es enteramente lírica, el conocimiento es necesario exprimirlo desde el lienzo de un lenguaje poblado de resonancias múltiples. Está ahí para el estudio del investigador, de la mente racional que entresaca de él su enseñanza para organizarla, pero él en sí mismo está construido con un orden preciso, cohesionado hasta irradiar destellos, y está ahí sobre todo para dejarse impregnar quedamente, como orvallo que cae sobre el césped, con su sabiduría.

 

Por este camino se podría decir que la autobiografía y el relato lírico son uno de los caminos, también privilegiados como la poesía, para soñar. Podemos entender soñar como la superación de sí mismo en cuanto a materialidad, la faceta espiritual del ser humano, o como el consuelo que necesitamos, o como en la capacidad que tenemos para crear como dioses.

“Heráclito llamaba a despertar a los hombres  de su tiempo; a despertar viéndonos en nuestro sueño, a despertar sin dejar de soñarnos; despertar sin dejar de soñarnos sería tener un sueño lúcido.” (Zambrano, 1989: 64)

 

Tener un sueño lúcido: despertar sin dejar de soñarnos. Podría consistir en ser capaces de ver cómo se produce el sueño: por ejemplo, ser capaces de confesarnos a través de una autobiografía o en ser capaces de llegar a experimentar el sueño del otro a través de la lectura activa y participativa de su autobiografía, o en ser capaces de “creernos jugando” el juego de la ficción de una obra lírica (poesía o novela) en la que el autor ha utilizado la forma autobiográfica o la expresión de sentimientos para presentarnos a sus personajes (personajes de un relato o personaje que se expresa poéticamente). Sería ser partícipes de las claves del sueño: “despertar soñándonos”.

“Es el ansia que se produce y que se está a punto de lograr en ciertos momentos de la historia -individual y colectiva- cuando un pueblo despierta. (…) También hay ensueño en la acción genérica del hombre que es la historia” (Zambrano, 1989: 64)

 

 

Poder de la palabra creadora

            “Cuando leyó a Bergson le embriagó la crítica del tiempo a imagen y seme­janza del espacio; el descubrimiento de «la durée» y de la intuición y se sintió segura de que entre Filosofía y Música no hay diferencia, que las dos hacen algo análogo con el tiempo; recogerlo quizá, ese tiempo de la superficial con­ciencia, el tiempo cadena, condena; introducir un sistema de número o de palabra y lograr así que el tiempo sucesivo por el que nos arrastramos sea como un solo instante”. (Zambrano, 1989: 114)

           

            No hay diferencia entre la Filosofía y la Música, se trata de introducir un sistema, bien de números, bien de palabras para lograr que el tiempo sucesivo por el que nos arrastramos sea un solo instante. Zambrano habla de la Filosofía y la Música, pero, al escucharla, escuchamos los ecos sonoros de su Razón Poética, a la que podríamos definir como el pensamiento multidimensional expresado con un lenguaje y una estructura propios de la literatura.

            La filosofía, la música, la literatura intentan que el tiempo sucesivo en el que vivimos se pueda reducir a un solo instante, pero ese instante es verdad tan sólo en el momento del éxtasis. De aquí que la misión del arte sea provocar momentos de éxtasis, que serán verdad en la medida que el arte sirva sólo de espejo, no únicamente como fin.

 

            “Pues, ¿por qué los místicos lograron abstraer el tiempo casi enteramente, vivir en dos tiempos o en tres, como le sucedió a Teresa de Ávila, tan lejos que la tenía y había vuelto a pensar en ella? Quizá porque ella, Teresa, vivió el “instante” en el éx­tasis, el tiempo histórico en su acción en el mundo, entre el mundo, y vivió también el tiempo de la meditación. (…) Ya que sólo el éxtasis en cualquiera de sus formas parece agotar el anhelo, la expectación de la vida humana, esa espera que cada instante del tiempo sucesivo nos trae, esa promesa desmentida cuando sólo vemos que se cumple la misma ley. Y descubrió así que la ley es una decepción de la esperanza, que aquello que aguardamos en relación con el tiempo y con todo es más que la ley y va más allá de ella, que la Justicia no basta.” (Zambrano, 1989: 116-117)

 

Filosofía y Poesía

 

            “Y la esperanza en activo requiere y busca conocimiento, un conocimiento hondo: Poesía, Filosofía. Una meditación previa más que ciencia. La Filosofía como tal necesita de ella también, sino se marchita como planta importada.” (Zambrano, 1989: 82)

 

                        Un conocimiento hondo. Esto es lo que busca la filosofía de María Zambrano y lo que nos transmite su lenguaje transido de literatura. Es el tipo de filosofía que Sócrates aprendió de Diotima de Mantinea, la vuelta a los orígenes al relato lírico para buscar y expresar el pensamiento y el sentimiento, pero también un relato mítico, universal y atemporal. Es su vocación: iluminar un saber sobre el alma.

 

            “… acaso la Filosofía, la Metafísica, la Filosofía poética, no han ido pensando lo que el anhelo exige. Pues, se daba cuenta de que el pensamiento filosófico nos permite atrevernos a sentir lo que de todas maneras sentiríamos, mas sin atrevernos y, entonces, quedaría como casi siempre quedan nuestros sentires, a medio nacer. Y por eso la vida de tantas gentes no pasa de ser un conato, conato de vida. Y es grave, porque la vida ha de ser de alguna manera plena en este conato de ser que somos; en este no-ser que no puede renunciar a ser, ni puede quedarse así. Pues vivir humanamente debe ser ir sacando a la luz el sentir, el principio oscuro y confuso, ir llevando el sentir a la inteligencia.” (Zambrano, 1989: 92-93)

 

            “Vivir humanamente debe ser ir sacando a la luz el sentir, el principio oscuro y confuso, ir llevando el sentir a la inteligencia”. Otra vez Diotima de Mantinea, aunque no la nombre; y ya no es el personaje real o ficticio que Platón presenta dialogando con Sócrates en El Banquete, o no solamente ese personaje, sino lo que María Zambrano ha asimilado y ha hecho emerger del hontanar de la sabiduría del ser humano a lo largo de los siglos, que por supuesto no se limita al pensamiento racional.

            También este “ir llevando el sentir a la inteligencia” lo encuentran los lectores en un cierto tipo de literatura, por supuesto en la de la autora que analizamos ahora.

 

            “Sí, entender lo que se siente, sin anularlo, sin dejar de sentirlo; sí, una inteligencia que rescata a lo más alejada de ella. Y quien no puede intentar siquiera hacerlo con la realidad total que nos rodea necesita igualmente hacerlo en su vida.” (Zambrano, 1989: 94)

 

¿Quién nos explica lo que el ser humano siente? Quizá los filósofos, los buenos escritores… Y por supuesto cuando nosotros, como buenos lectores sabemos interpretarlo.

 

La literatura española

 

            En las páginas 68 y 69 la autora relaciona mediante un binomino, que encontró en Galdós, la historia de España y la literatura: el hambre y la esperanza. Hambre y esperanza que vienen desde el Lazarillo trasvasando la realidad a la ficción.

María Zambrano subraya la actitud meditadora de los hombres del 98. “Meditaron sobre la menuda realidad minuciosamente y con una voluntad de conocimiento (p. 84)

La voz de Unamuno “aunque se dirigía a los hombres, antes y sobre ellos, se dirigía al Dios desconocido a quien quería despertar. (…)Y como padecía hambre de autor, cayó sobre don Quijote tratando de rescatarlo de la novela cervantina, de la ironía y de la impasibilidad de la mirada de Cervantes; quiso hacerlo suyo convirtiéndolo en personaje de tragedia; en protagonista de la tragedia, de la fe; “¡señor creo, ayuda mi incredulidad!” repetía incansablemente a lo largo de su poesía y de su prosa, debía ser su continua, insistente jaculatoria”. (87)

           

Es lo que María Zambrano buscaba: llegar con las palabras, impregnadas de saber universal y atemporal, al corazón de los lectores y “activarlos”, revelar lo que tienen como dormido dentro.

 

 

 

 


 

[1] 1989. Madrid: Mondadori.

[2] Ver la cronología de María Zambrano en las páginas anteriores.

[3] Para las circunstancias de su escritura y las de su publicación, ver la dedicatoria y la presentación del libro.                                                                                          

[4] Para esta idea de “su vocación” es clave lo que la misma María Zambrano explica en el número de la Revista Antrhopos dedicado al estudio de su obra, concretamente en un texto al que llama “A modo de autobiografía”.

[5] Zambrano, 1995. La Confesión: género literario. Madrid: Siruela. Fue publicado por primera vez en México en 1943.

 

 

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© Mercedes Laguna González, 2005

LINDARAJA. Revista de estudios interdisciplinares y transdisciplinares.

Foro universitario de Realidad y ficción.

URL: http://www.filosofiayliteratura/Literatura/deliriodestino.htm

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