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REVISTA PYTHAGORAS    I.E.S. "P. Jiménez Montoya". Baza

 

Revista Pythagoras

Concurso de Ensayo

 

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AMOR COMERCIAL

 

Mª Dolores Guijarro Martínez, 2º BCH- C

 

 

   

 

“Amor constante más allá de la muerte"

 

Cerrar podrá mis ojos la postrera

sombra que me llevare el blanco día,

y podrá desatar esta alma mía

hora a su afán ansioso lisonjera;

 

mas no, de esotra parte, en la ribera,

dejará la memoria, en donde ardía:

nadar sabe mi llama la agua fría,

y perder el respeto a ley severa.

 

Alma a quien todo un dios prisión ha sido,

venas que humor a tanto fuego han dado,

medulas que han gloriosamente ardido:

 

su cuerpo dejará no su cuidado;

serán ceniza, mas tendrá sentido;

polvo serán, mas polvo enamorado”

 

(Francisco de Quevedo)

 

 

 

 

 

Como en un libro abierto

leo de tus pupilas en el fondo.

¿A qué fingir el labio

risas que se desmienten en los ojos?

 

¡Llora! No te avergüences

de confesar que me has querido un poco.

¡Llora! Nadie nos mira.

Ya ves; yo soy un hombre... y también lloro.”

 

(Gustavo Adolfo Bécquer)

 

 

  

 

 

Ya en el siglo XVII  y en el siglo XIX poetas de la envergadura de Quevedo y Bécquer nos deleitaban con poemas como los citados anteriormente, cuyo tema base es el amor, ¿y qué es poesía sin amor?, un cúmulo de palabras vacías.

 

Desde el principio de los tiempos la mayor obsesión del ser humano ha sido alcanzar el amor eterno. Un amor que nos hace sentirnos ebrios de dicha y de gozo, no hace desinhibidos, le da al mundo un color diferente, lo hace brillar; el amor hace que entre nuestras tristes vidas quede un resquicio de luz con la que alimentar la esperanza.

 

 Amor, cuya descripción generalizada sería el vínculo entre un hombre y una mujer, dos hombres o dos mujeres, en la que ambos entregan, de forma desinteresada, todo lo que son y poseen. Todo es compartido, no hay secretos, solo una entrega y una confianza absolutas; los enamorados dejan de ser uno y otro para ser uno solo, se fusionan. En este proceso tan tierno y maravilloso debemos añadir un factor muy importante como es la atracción sexual y su consumación, que contribuirá a la perfecta compenetración de los enamorados.

 

Esta cohesión fue descrita, en el siglo XX, por el poeta sevillano Vicente Aleixandre en su poema “El viento”, perteneciente a su obra poética “Ámbito”:

 

 

(…) Si te das al viento,

date toda hecha

viento contra viento,

y tómame en él

y viérteme el cuerpo,

antes que mi frente,

tú y el viento lejos,

sea sólo roce,

memoria del viento.

 

 

También habría que mencionar su poema “Unidad en ella”, de su obra poética “La destrucción o el amor”:

 

 

(…) Quiero el amor o la muerte, quiero morir del todo,

quiero ser tú, tu sangre, esa lava rugiente

que regando encerrada bellos miembros extremos

siente así los hermosos límites de la vida (…).

 

 

Este sentimiento de una pureza y una fuerza inmensas, ha sido a lo largo de los siglos mancillado por guerras, violaciones, contratos matrimoniales, etc. El amor tal y como las novelas, romances y poemas nos lo han mostrado, no existe; y todo ello gracias a la condición humana que en su natural egoísmo ha mancillado tan noble sentir.

 

 

“El verdadero amor es como los espíritus: todos hablan de ellos, pero pocos los han visto.”

(François de la Rochefoucauld)

 

 

En la Edad Media, el amor sólo se reflejaba en los libros de caballería, y puede que en algún que otro matrimonio perteneciente al campesinado, puesto que los matrimonios entre la monarquía y la nobleza eran todos concertados en función de los intereses económicos y políticos de cada familia; esta situación aún hoy continúa vigente, pero, por lo normal, en países subdesarrollados.

Con el paso de los siglos esta tendencia disminuyó pero no desapareció, hasta que en el siglo XX nos encontramos con que ya no hay división social y que, los asuntos económicos y políticos, por lo general, no intervienen en la formación de compromisos y matrimonios.

 

Finalmente llegamos al siglo XXI, en el que la degradación del amor ha alcanzado su auge y ha dado lugar al desarrollo del amor comercial.

Para entender mejor el amor comercial  debemos conocer primeramente un fragmento del libro “El arte de amar” de Erich Fromm:

 

“Toda nuestra cultura está basada en el deseo de comprar. La felicidad del hombre moderno consiste en la excitación de contemplar las vidrieras de los negocios, y en comprar todo lo que pueda, ya sea al contado o a plazos. Hombres y mujeres consideran a la gente en una forma similar. Una mujer o un hombre atractivos s0n  los premios que se quiere conseguir. “Atractivo” significa un buen conjunto de cualidades que son populares y por las cuales hay demanda en el mercado de la personalidad. De ese modo, dos personas se enamoran cuando sienten que han encontrado el mejor objeto disponible en el mercado, dentro de los límites impuestos por sus propios valores de intercambio”

 

 

Resumiendo, el amor comercial es aquel en el que no importan ni los sentimientos, ni la felicidad, lo único importante es que la persona con la que decidas compartir tu vida esté dentro de los cánones de belleza; y es que en el mundo que vivimos no tienen cavidad los sentimientos, sencillamente porque estos no nos proporcionan prestigio o poder económico.

 

Hoy por hoy, todo tiene más importancia que el amor, el éxito, el prestigio, el dinero, el poder. Todo ello como el resultado del desarrollo de nuestra sociedad, que nos ha convertido en seres egocéntricos, superficiales y profundamente consumistas, en seres cuya obsesión principal es alcanzar el máximo poder adquisitivo sin que importe el atropello que estamos ocasionando al eterno amor.

 

El ser humano ha nacido para amar, a la familia, a los amigos, a su pareja, incluso a los animales. A lo largo de nuestra vida y como fruto del desarrollismo anteriormente mencionado crece en nuestro interior un sentimiento violento como motivo de nuestra frustración amorosa que, tan sólo el amor el capaz de retener, tan sólo el amor saca a flote lo mejor de nosotros; pero si el amor se extingue, esa violencia interior crece y crece, hasta alcanzar plena madurez, y que puede destruir tanto nuestra esencia como la de nuestros seres queridos.

 

Con cada día que pasa, el ser humano se siente más y más desolado, debido al vacío que sentimos en nuestro interior, vacío que ningún bien material podrá rellenar, pues ese hueco pertenece solo al amor, aunque desde hace mucho tiempo nadie se preocupa de dicho vacío, nadie se acuerda de amar y completar ese hueco, para así en un futuro convertirnos en seres realizados que aman y son amados, que son felices, incluso sin ningún bien material; porque por muchos siglos que pasen y  por mucho poder adquisitivo que tengamos, no existe moneda que pueda comprar el amor, pues es tan puro y tan digno que ningún sucio metal puede deshonrarlo.

 

Y así el amor desde un segundo plano sigue ejerciendo una fuerza tremendamente poderosa sobre nosotros, porque aunque lo ignoremos, lo necesitamos, está adscrito a nosotros, somos fruto del amor y como tal  lo aclamamos.

 

Mientras asistimos a la caída de los sentimientos, a la extinción del amor ¿existirá alguien aún en el mundo capaz de amar así?; quizá si, quizá no. Tan solo nos queda la esperanza de que aún exista, y mientras, nos consolamos con las historias de amor de novelas y telenovelas, aferrándonos inconscientemente a nuestras últimas esperanzas de amar, a nuestras últimas esperanzas de amar y ser amados más allá de la razón.

 

 

“El amor es la poesía de los sentidos.”
(Honoré de Balzac)

 

  

Por:  Mª Dolores Guijarro Martínez

 

 

 

 

 

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©  Mª Dolores Guijarro Martínez, 2º BCH- C

© Revista Diotima, abril de 2007. Foro de Realidad y ficción.

 

 

 

 

 

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