REALIDAD Y FICCI�N                                                                          LECTURA, COMENTARIO, CREACI�N Escr�benos

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SOBRE  ORACI�N Y MEDITACI�N

 

 

        Marco Antonio de la Rosa Ruiz Esparza, mg.

 

 

 

                 

                  

 

                        T E M A R I O

 

I.  �QU� ES MEDITACI�N?

            Desde el punto de vista budista.

            Desde el punto de vista cristiano.

 

II.  M�TODOS DE ORACI�N Y CONTEMPLACI�N.

             Pr�ctica de la Meditaci�n.

             La Meditaci�n. Una t�cnica y un contenido cristiano.

             C�mo hacer Meditaci�n.

             Algunas t�cnicas de Meditaci�n.

            Pr�ctica de iniciaci�n a la Contemplaci�n.

            La Meditaci�n del Budismo Zen.

             Silencio y Liberaci�n de la consciencia.

             El Hara como pr�ctica del camino.

             Los ejercicios b�sicos de la quietud.

             Pr�ctica de aproximaci�n a la oraci�n silenciosa.

             Ejercicio pr�ctico para estar presente �Aqu� y ahora�.

             Otro ejercicio para reforzar la consciencia de estar presente �Aqu� y   ahora�.

             Ejercicio pr�ctico para �profundizar� la propia presencia.

             Ejercicio para �expansionar la propia presencia.

             Ejercicio para �vivenciarse en Dios�.

             Aprender a mirar. Ejercicio 1�.

             Aprender a mirar. Ejercicio 2�.

             Aprender a mirar. Ejercicio 3�.

             Diversos modos de orar.

             La oraci�n con los medios audiovisuales.

             Pr�ctica de oraci�n en el peri�dico.

             Pr�ctica de la oraci�n multiverbal.

             Oraci�n de las manos.

             Oraci�n de los ojos.

             Oraci�n de todo el cuerpo.

             Ejercicios pr�cticos de la presencia de Dios.

             Pr�ctica de sensibilizaci�n a la presencia de Dios.

             La oraci�n de Jes�s (1).

             La oraci�n de Jes�s (2).

             La �Lectio Divina�.

             La pr�ctica de la �Lectio Divina�.

             La oraci�n centrante.

             Formas b�sicas y la pr�ctica de la Contemplaci�n.

             Sadhana. Un camino de oraci�n.

             Forma de �Zazen�.

             La oraci�n sin objeto.

             M�todo de Madame G�yon (1648-1717).

             La No-B�squeda como camino hacia Dios. �M�todo de Maestro   Eckhart (1260-1328).

             Caminos contemplativos: Juan de la Cruz y el Maestro Eckhart.

 

III.  ASPECTOS PSICOL�GICOS DEL CAMINO INTERIOR.

            Atenci�n.

            El sacramento del momento presente.

            Estructuras de profundidad y diferentes etapas en el camino interior.

            Transformaci�n de la consciencia.

            Como tratar las emociones.

            La cueva del coraz�n.

            �Depresi�n o proceso de transformaci�n?

 

IV.  EFECTOS DE LA MEDITACI�N.

             

    B I B L I O G R A F � A

 

 

 

 

 

1.       �QU�  ES  MEDITACI�N?

 

(ア)     Desde el punto de vista budista.

 (Kapleau Ph., El zen de la vida y de la muerte. ONIRO. Barcelona 1999, p�g. 276-277).

 

    Aunque exiten muchas clases de meditaci�n, la meditaci�n por excelencia es una forma de aprendizaje mental y espiritual que tiene como finalidad serenar y centrar la normalmente distra�da mente creando un cierto grado de serenidad f�sica y ps�quica, convierti�ndola en un instrumento para conocerse a s� mismo. La meditaci�n puede ser tambi�n un m�todo para limpiar la mente de impurezas y agitaciones como, por ejemplo, los deseos lujuriosos, el odio, la hostilidad, la indolencia, la agitaci�n, las preocupaciones y las dudas c�nicas. Al limpiar el polvo del espejo de la mente a trav�s de una meditaci�n disciplinada, logramos ver las cosas tal como son, su verdadera naturaleza, sin distorsionarlas con nuestras coloraciones mentales o emocionales. Otro de los frutos de la meditaci�n, aunque de menos importancia, es que fortalece y calma el sistema nervioso, y aprovecha las energ�as f�sicas, mentales y ps�quicas. Este �ltimo efecto es an�logo al de una bater�a que genera energ�a, una clase especial de energ�a (denominada poder del samadhi) que se genera y almacena en la parte inferior del est�mago del meditador, y hace que �ste sea capaz de responder instant�neamente a las situaciones urgentes sin ning�n tipo de tensi�n o de esfuerzo in�til. Gradualmente los vientos de la ira, la codicia y la insensatez se van calmando y el meditador retorna a la quietud del mundo de la nada, el luminoso vac�o, nuestro verdadero lugar. Si la meditaci�n se practica correctamente, el practicante desarrolla mayor vitalidad, ecuanimidad y concienciaci�n, y es capaz de responder a las circunstancias de su vida, La meditaci�n es una pr�ctica curativa en la que el coraz�n se serena y el esp�ritu se fortalece.

 

  B.-  Desde el punto de vista cristiano.-

 

            La  meditaci�n  profunda.-

(Guerra S., Meditaci�n, en NDE, Paulinas. Madrid 1991, 4�. ed., p�gs. 1222-1223).

 

      As� se llama muy corrientemente el nuevo tipo de meditaci�n que est� suplantando a la meditaci�n discursiva.

      Definici�n descriptiva. �La meditaci�n �dice J.B. Lotz- es aquel proceso que penetra todas las capas del hombre hasta el n�cleo m�s interno, y desde �l le enriquece, le transforma y le renueva� (J.B. Lotz, Kurze Anleitung zum meditieren. Frankfurt am Main 1973,13. Cita No. 4 del autor).

 

      Frente a la meditaci�n discursiva, la meditaci�n profunda tiene, por lo mismo, las siguientes caracter�sticas:

 

            Es un suceso de totalidad de la persona: participan todos los estratos de la misma profundamente unificados; toman parte el esp�ritu y el cuerpo (postura, respiraci�n, relajaci�n).

 

            Es un proceso predominantemente pasivo o receptivo (actitud de concha o recipiente): el �meditatente� deja suceder, deja hacer la realidad; la actividad consiste en la guarda de esa actitud receptiva, en dejarse penetrar por la realidad que surge de las capas profundas de las cosas y del meditante mismo; de ah� que el conocimiento o pensamiento que forma parte de esta meditaci�n no es propiamente racional, sino m�s bien un mirar directo, supra-racional, intuitivo.

 

            Pasa a primer plano el mundo de las im�genes y los s�mbolos, en los que se hace presente lo incondicionado, lo profundo del ser. Esta meditaci�n tiene como lugar psicol�gico una capa m�s honda que la de la raz�n discursiva: la capa o estrato de la vivencia, de la intuici�n. En ella las realidades u objetos son percibidos en una dimensi�n que escapa a la facultad simplemente racional o cient�fica. Ante esta dimensi�n de los objetos, que escapa al raciocinio, el hombre s�lo puede tener una actitud de apertura mediante la tranquilidad, el recogimiento, la admiraci�n, la disminuci�n y, finalmente, el silencio del pensamiento.

 

            Se acorta la distancia entre el meditante y el objeto meditado, porque se da un �encuentro� entre ambos, mientras en la meditaci�n discursiva se da un distanciamiento anal�tico, una separaci�n entre el sujeto y el objeto a nivel vivencial (aunque se d� un encuentro a nivel congnocitivo-racional).

 

            El suceso de la meditaci�n gira alrededor de una realidad que se simplifica m�s y m�s (intuici�n).

       

 

 

2.       M�TODOS  DE  ORACI�N  Y  MEDITACI�N.-

 

 

1.-  PR�CTICA  DE  LA  MEDITACI�N.-

        (Caballero Nicol�s, CMF.,  El salto al centro. �Pr�cticas de Interiorizaci�n-. Vol. 3�. EDICEP, Valencia. 1984, 4�. ed.)

 

a)      Sentido general de las pr�cticas.-

 

Objetivo b�sico de las pr�cticas.

Legitimidad de un esfuerzo inteligente.

  Liberar la conciencia.

  Armon�a y receptividad.

  Los procedimientos.

  Sentido y estructura de las pr�cticas.

  L�mites de las pr�cticas.

 

b)      C�mo disponerse para la pr�ctica.-

 

 Situar el tema.

   Lugar.

   Asiento

   Postura

1.       Postura estable.

2.       Sentarse recto.

3.       Ca�da vertical.

4.       El vientre.

5.       Manos y pies.

6.       Los ojos.

7.       Actitud general b�sica.

 

c)       La respiraci�n.-

 

+ Situaci�n del tema.

  Objetivos de la respiraci�n.

1.       Dominio de la corporalidad.

2.       Descansar.

3.       Tranquilizarse.

4.       Frenar los pensamientos vagabundos.

5.       Crear un �mbito de soledad y libertad.

6.       Aprender la actitud contemplativa.

 

      + Estructura de la persona y respiraci�n.

        Estructura del acto respiratorio.

        Longitud del aire

        La pr�ctica.

        Efectos de la respiraci�n.

      Evoluci�n de la respiraci�n.

      C�mo terminar una sesi�n de pr�ctica.

 

d)      Respiraci�n y oraci�n.-

 

Respiraci�n y oraci�n.

   La lucidez.

   Leyes de la meditaci�n.

   La pr�ctica. Dos formas de hacerla.

1.       La oraci�n de coraz�n.

2.       El �Hong-So�.

     Evoluci�n de la frase-respiraci�n.

 

e)       Relajaci�n: puerta de la interioridad.-

 

   Situar el tema.

   La esencia de la relajaci�n.

   Objetivos de la relajaci�n.

1.       Descansar.

2.       Tranquilizar.

3.       Ampliar los l�mites de la propia conciencia.

4.       Abrir caminos para la evangelizaci�n de la mente y del cerebro subconsciente.

 

 

+ �Por qu� el cuerpo?

+ Lo que el cuerpo representa.

+ Vivencia de la corporalidad.

+ El esquema corporal.

+ El por qu� de la relajaci�n.

+ La pr�ctica.

+ La actitud b�sica.

+ Ejercicios b�sicos.

1.       Relajaci�n progresiva.

2.       Relajaci�n a trav�s de la respiraci�n.

2.1.   Relax global con actitud de abandono.

2.2.   Relax global con sensaci�n de �peso�.

3.       Relajaci�n mental a trav�s de la imagen.

4.       El aislamiento.

 

    + Anotaciones generales a la pr�ctica de la relajaci�n.

    + Ap�ndices (texto �ntegro de una pr�cticas de relajaci�n).

 

f)        Relajaci�n y oraci�n.-

 

Situar el tema.

     La actitud meditativa.

     + Significado de la actitud meditativa.

     + Caminos hacia la actitud meditativa.

     La pr�ctica.

     + Para favorecer la entrega.

     + Oscilaciones normales.

       Advertencias.

1.       El sue�o.

2.       Las distracciones.

 

     + Sensaci�n de perder el tiempo.

 

g)       Ritmo y oraci�n.-

 

 Situar el tema.

     El ritmo.

     Caracter�sticas del ritmo.

     Ritmo, pensamiento y corporalidad.

   Ritmo respiratorio, pensamiento y corporalidad.

   + Expresiones del ritmo.

   Ritmo puro y meditaci�n.

1.       Aprendizaje del ritmo puro.

2.       Ritmo y oraci�n.

 

+ Ritmo y repiraci�n.

1.       Respiraci�n r�tmica.

2.       Respiraci�n r�tmica y oraci�n.

 

+ Respiraci�n r�tmica con retenci�n y oraci�n.

 

h)  Aprendizaje de la actitud pasiva.-

 

   + Situar el tema.

     Conciencia activa y conciencia pasiva.

     Din�mica de la conciencia pasiva.

    Conciencia pasiva y dominio de la palabra interior.

     Superficie y fondo.

     Los nombres.

     La pr�ctica.

     La observaci�n silenciosa del mundo interior.

   + Un ejercicio excepcional.

   +  La observaci�n silenciosa del mundo interior.

   + Observaci�n silenciosa de la propia mente (ejercicio 1�.).

   + Observaci�n silenciosa de la propia mente (ejercicio 2�.).

   + Anotaciones para el trabajo.

   + Efectos de la �conciencia pasiva�.

1.       Produce un estado de libertad.

2.       El car�cter se transforma.

3.       Desarrolla la intuici�n.

4.       Surge la actitud meditativa.

 

   + Algunas objeciones y dificultades.

   + Referencia al casette pr�ctico (grabaci�n).

   

i)  Dominio y control de la mente profunda.-

+ Tu problema es tu mente.

+ Imagen y experiencia.

+ Autosugesti�n y condicionamiento permanente.

+ Descenso a la profundidad.

1. Qu� entendemos por profundidad.

1.1. Estructura general de la mente y del cerebro.

1.        Significaci�n del sistema l�mbico.

2.        Significaci�n del hipot�lamo y relaci�n con el sistema aut�nomo.

3.        Relaci�n din�mica de los niveles cerebrales y mentales.

 

2.  Qu� significa descender a la profundidad.

3.  Niveles de electicidad cerebral y profundidad.

             3.1. El hecho.

             3.2. Significaci�n.

             3.3. Comprensi�n din�mica del nivel �alfa�.

 

     + Condiciones para el descenso a la profundidad.

     + Procedimientos para descender a la profundidad.

     + La respiraci�n y el descenso a la profundidad.

     + La relajaci�n y los niveles �alfa�.

1. La relajaci�n directa.

2. La relajaci�n indirecta.

3. La relajaci�n y el estado de vigilia.

 

     + C�mo construir un programa para el subconciente.

1. Qu� es un programa.

2. C�mo se construye un programa.

 

     + C�mo condicionar la mente profunda.

1.Mediante la �palabra�.

2. Mediante la �imagen visual�.

 

     + Preparaci�n de la pantalla mental.

     + Utilizaci�n de la pantalla mental.

     + Aplicaciones de la visualizaci�n.

1. Imagen y meditaci�n.

2.  Imagen y car�cter.

3.  Imagen mental y curaci�n.

 

     + Procedimientos.

     + Cinta casette (grabaci�n).

    

j)  Ap�ndice descriptivo.-

 

   Presentaci�n.

1. Las cintas est�n sistematizadas.

2. Ejercicios seleccionados.

3. El objetivo.

4. Utilizaci�n del material.

5. Advetencias fundamentales.

6. Material de las grabaciones pr�cticas.

7.       Descripci�n de los niveles.

 

 

2.-  LA  MEDITACI�N.-  Una t�cnica y un contenido cristiano-.

      (Caballero Nicol�s, CMF., La meditaci�n. �Una t�cnica y un contenido cristiano-. En: El  camino de la libertad. Vol. III., Col. C.P. 79-80. EDICEP, Valencia 1980, 6�. ed.).

 

a)  Una revoluci�n definitiva: la transformaci�n espiritual de la mente.

            Niveles de cambio.

           Tu problema es tu mente.

            Meditar no puede ser s�lo una moda.

           Si est�s resuelto.

 

b)  Naturaleza de la meditaci�n.

            La meditaci�n nos lleva a la vida de todo.

           Meditar es profundizar la propia mente.

            Clases de meditaci�n.

           �Qui�n puede meditar? y �cu�ndo se medita?

 

c)  Objetivo de la meditaci�n.

            �Para qu� meditar?

            Meditar para cambiar de actitud.

 

d)  Preparaci�n para la meditaci�n.

           Lo que muchos no saben.

           Preparaci�n externa.

a)        Postura.

b)        Hora para meditar.

c)        Lugar para la meditaci�n.

 

+ Preparaci�n Interna.

1.       Preparaci�n del nivel f�sico.

a)      La respiraci�n.

b)      La relajaci�n.

2.  Preparaci�n del nivel afectivo.

3.  Preparaci�n del nivel mental.

 

e)  M�todo de la meditaci�n.

            Cambie de m�todo de meditar.

            Conc�ntrese en un objeto.

            Aprenda a �mirar� y a silenciarse. 

 

a)        El objeto de la meditaci�n.

  �En qu� medito?

      C�mo meditar en un objeto.

      C�mo meditar en una frase.

      Maneras de meditar repitiendo una frase.

      C�mo meditar en una cualidad.

      Un final feliz de la meditaci�n: el silencio.

 

b)        Efectos de la meditaci�n.

      Una reconstrucci�n total.

      Fuerza de la mente y direcci�n en que se ejerce.

      Niveles de profundidad de estas modificaciones.

      Integraci�n mental.

      La meditaci�n y el sistema nervioso.

      Con la meditaci�n cambia la fisonom�a del cuerpo.

      Con la meditaci�n cambia la afectividad.

      La mente va creando significados nuevos y m�s estables.

      Se produce una manera m�s profunda de estar.

a)        Estar m�s all� del tiempo y del espacio.

b)        Estar en silencio.

 

            La meditaci�n mejora la convivencia.

            Una religiosidad m�s limpia y un Dios m�s cercano.

 

       h)  �C�mo se puede notar si se hace bien la meditaci�n?

               La aventura de los que meditan.

               Niveles de profundidad en la misma meditaci�n.

              Etapas en el cambio de car�cter a trav�s de la meditaci�n.

a)        Etapa de impacto inicial.

b)        Etapa del cambio en profundidad.

(ア)        Existe un per�odo de asimilaci�n.

(イ)        Existe una ansiedad propia del crecimiento.

c)        Etapa de mayor integraci�n y estabilidad mental.

+ Se�ales de progreso en la segunda etapa.

+ Se�ales de progreso en la tercera etapa.

 

a)        �Por qu� algunos no progresan en la meditaci�n?  

              No buscan la limpieza Interior.

              No meditan con regularidad.

              Les falta decisi�n.

           +  Algunas actitudes equivocadas en la meditaci�n. 

 

 

3.-  C�MO  HACER  MEDITACI�N.-

       (Merton Thomas, OCSO, Direcci�n y Contemplaci�n, Madrid 1986, pp. 79-102)

 

a)      Recogimiento.

b)      El sentido de la indigencia.

c)       El ambiente apropiado de la oraci�n.

d)      Sinceridad.

e)      Concentraci�n y unidad.

f)       El tema de la meditaci�n.

g)      Fundamentos.

 

 

4.-  ALGUNAS  T�CNICAS  DE  MEDITACI�N.-

 

a)      Pr�ctica de iniciaci�n a la contemplaci�n.

(Vega Manuel, Contemplaci�n y Psicolog�a. NARCEA Madrid 1989, pp. 107-113).

 

-          Finalidad.

-          Base.

-          Tema.

-          Objetivo.

-          Moderador.

-          Obst�culos a evitar.

-          Normas Generales.

-          Manera de realizar las vivencias de contemplaci�n (8 pasos).

 

b)      La meditaci�n del budismo Zen.

(Kapleau Ph., El Zen de la vida, op.cit., p�gs. 277-281).

 

       +  Meditar con el cuerpo inm�vil o en movimiento.

 

      Hablando en t�rminos generales, meditar significa mucho m�s que simplemente permanecer sentado (la forma m�s conocida de meditar) en una postura estable e inm�vil intentando concentrar la mente. Meditar es realizar cada acto con plena atenci�n y clara consciencia. �Meditar es ser consciente de lo que est� sucediendo en nuestro cuerpo, en nuestras sensaciones, en nuestra mente y en el mundo� (Thich Nhat Hanh).

  La pr�ctica de meditar sentado y la pr�ctica de meditar con el cuerpo en movimiento se complementan mutuamente. Si te �sientas� cada d�a durante un determinado per�odo de tiempo, se desarrolla un tipo especial de energ�a. Esta energ�a te permite realizar las actividades diarias de forma consciente �ya sea trabajando con una computadora, asistiendo a reuniones, construyendo una pared de ladrillos, cocinando la comida, jugando con tus hijos o lo que fuere- te resultar� m�s f�cil vaciar y concentrar tu mente cuando te sientes a meditar.

  Cualquier persona puede meditar, no se requiere un talento especial. La meditaci�n, al estar libre de contenido filos�fico o religioso, puede ser practicada por cualquier persona y por todos.

  Cuando est�s preparado para meditar, elige un lugar retirado, como la privacidad de tu habitaci�n, el s�tano, un rinc�n del patio trasero o cualquier lugar parecido que est� aislado. Ya que los sonidos m�s molestos son los de la voz humana , deben evitarse, si ello es posible. En cambio, los sonidos naturales, como el canto del p�jaro, el chirrido de un grillo, el maullido de un gato o el ladrido de un perro, por lo general no perturban al meditador. El repiquetear de la lluvia o el constante flujo de un manantial o de una cascada son especialmente apropiados; todos estos sonidos ejercen un efecto calmante en la mente del meditador.

  Al meditar, si�ntate frente a la pared, cortina o mampara sin dibujos. Los ojos descansar�n m�s si son de color beige, marr�n o crema, y es aconsejable mantenerlos entreabiertos. Lo m�s indicado es que las rodillas est�n a cuatro o cinco palmos de distancia de la pared. Si te sientas demasiado cerca, tus ojos puedenm fatigarse.

 

   +  La  Postura.

 

  Para una persona normal y sana lo id�neo es sentarse en una postura estable sobre una esterilla o en una silla, Si mantienes el cuerpo inm�vil en una posici�n estable, no tendr�s que lidiar con tantos pensamientos fortuitos como suceder�a si estuvieses movi�ndote constantemente, ya que esta clase de pensamientos aumentan con el movimiento. Si has elegido sentarte sobre una esterilla, empieza adoptando una postura confortable sent�ndote sobreun almohad�n firme, preferentemente en una de las diversas posturas que existen con las piernas cruzadas (Kekka �flor de loto-, Hanka �media flor de loto-). Es aconsejable llevar ropa holgada y confortable, ya que de ese modo no se entorpece la circulaci�n. Para que tu cuerpo tenga estabilidad, las dos rodillas deben estar en contacto con la esterilla o la alfombra. De no ser as�, tu cuerpo permanecer� tenso, y para aliviar la sensaci�n de incomodidad te mover�s constantemente. Para evitar que los pensamientos fortuitos proliferen �el mayor obst�culo para la concentraci�n- debes mantener la espalda erguida y la cabeza recta, sin inclinarla hacia adelante.

  Sentarse en una silla con un respaldo recto puede ser tambi�n un buen modo de meditar. Inserta un peque�o almohad�n debajo de tus nalgas para que te ayude a mantener la espalda erguida y los pies en contacto con el suelo. Una silla especial escandinava puede tambi�n ser muy �til.

  Aunque est�s postrado en cama, puedes beneficiarte de la meditaci�n si sigues las siguientes indicaciones:

 

    +  La  Respiraci�n.

 

  En lugar de respirar con el pecho, es mejor hacerlo de forma natural con la parte inferior del est�mago, dirigiendo la atenci�n hacia un punto situado cuatro dedos por debajo del ombligo. La ventaja de hacerlo es que tiende a centrar el cuerpo y la mente en esa zona en particular, evita que la cabeza y los hombros se tenses, reduce la cantidad de pensamientos fortuitos y calma el sistema nervioso. No se debe �presionar el aire hacia abajo� o manipular la respiraci�n de ning�n modo; s�lo se aconseja, al iniciar cada sesi�n, inspirar una odos veces profundamente, y exhalar el aire lentamente despu�s de cada inspiraci�n, para armonizar la respiraci�n y la mente. Mientras lo hagas, imagina que est�s exhalando todas las tensiones y los pensamientos negativos. A continuaci�n respira con tu propio ritmo natural.

 

     +  Los  ojos  y  las  manos.

 

  Mant�n los ojos abiertos y sin enfocar. (�Sin enfocar� significa que no intentes percibir lo que hay enfrente de ti.) Cerrarlos totalmente estimula el adormecimiento o la aparici�n de un tipo u otro de visiones. La postura m�s indicada de las manos es colocarlas sobre el regazo, con las palmas hacia arriba, cerca del abd�men, la mano izquierda sobre la palma derecha,  con los pulgares toc�ndose ligeramente, manteniendo los codos cerca del cuerpo aunque relajados. La ventaja de esta postura es que produce el m�ximo descanso.

 

      +  Cu�nto  tiempo  se  debe  meditar.

 

   En cada sesi�n, �cu�nto tiempo debes meditar sentado? Depende del tiempo del que dispongas y del grado de madurez de tu pr�ctica. Al meditar por primera vez es aconsejable hacerlo durante poco tiempo �digamos diez o quince minutos cada d�a-, y a medida que el cuerpo y la mente se acostumbren a la rutina de la meditaci�n en reposo, puede irse aumentando gradualmente su duraci�n. Es preferible meditar poco tiempo pero de forma regular, que hacerlo espor�dicamente durante largos per�odos de tiempo.

 

       +  C�ando  sentarse  a  meditar.

 

   �Cu�l es el mejor momento para sentarse a meditar? Aunque se recomienda hacerlo a primeras horas de la ma�ana �cuando todo est� silencioso, hay pocos coches en la calle, el tel�fono no suena, est�s descansado y todav�a no has desayunado-, puedes hacerlo en cualquier momento.

 

       +  C�mo  concentrar  la  mente.

 

   Aunque hay muchos m�todos para concentrar la mente, el m�s corriente y sencillo es contar la inhalaciones y las exhalaciones. Al inhalar, piensa �uno�, y al exhalar �dos�, y contin�a hasta llegar a diez. Despu�s vuelve a empezar de nuevo y cuenta hasta diez. Siempre que pierdas la cuenta o hagas m�s de diez, vuelve a contar desde el principio. No es necesario visualizar los n�meros, s�lo es preciso concentrarse totalmente en ellos.

Evita contar en forma mec�nica.

  Otro m�todo consiste en ser consciente del ritmo de tu respiraci�n, es decir, volverte una unidad con tus inspiraciones y exhalaciones.

  El valor de estos ejercicios estriba en que la mente se serena y la actividad del intelecto desaparece. Las oleadas de pensamientos se apaciguan y la mente alcanza gradualmente la concentraci�n. Ten en cuenta que los pensamientos pasajeros que aparecen y desaparecen de la mente no son un obst�culo. No intentes rechazarlos; simplemente, conc�ntrate en contar, o en los ritmos de la respiraci�n.

 

5.-  SILENCIO  Y  LIBERACI�N  DE  LA  CONCIENCIA.-

     (Caballero Nicol�s, CMF., Silence and the liberation of consciousness. Claretian Publications. Quezon City, Philippines. 1985, pages 5-190).

 

a)        El ruido y las personas ruidosas.

b)        C�mo destruir el ruido y reconstruir la persona.

c)        Silencio es la soluci�n.

d)       Requisitos para el sielncio: conciencia y atenci�n voluntaria.

e)        Enviromental and corporal silence.

f)         Silencio afectivo.

g)        Silencio mental.

 

 

6.-  El  HARA  como pr�ctica en el camino.-

(Graf D�rckheim Karlfried, Hara. �Centro vital del hombre-. Mensajero. Bilbao 1986, pp. 97-190.)

 

a)        El simbolismo del cuerpo.

b)       Hara: experiencia vivida, toma de conciencia, y ejercicio.

c)        Sentido y condiciones previas a todo ejercicio.

(ア)        Enraizamiento, vinculaci�n a la tierra.

(イ)        Sentido y l�mites del ejercicio.

(ウ)        Condiciones de base de toda pr�ctica.

(エ)        Elementos fundamentales del ejercicio: postura, respiraci�n, tensi�n.

 

d)       El ejercicio a la actitud (o postura) justa.

El arte de estar asentado gracias al Hara.

e)        Contracci�n � Distensi�n � Tensi�n.

f)        El ejercicio de la respiraci�n.

 

 

7.-  LOS  EJERCICIOS  B�SICOS  DE  LA  QUIETUD.- 

      (Graf D�rckheim Karlfried, Jap�n y la cultura de la quietud. Col. Hombre y Misterio. Mensajero. Bilbao 1985, pp. 35-47).

 

a)       El ejercicio de la inmutabilidad del cuerpo.

b)       El ejercicio de respiraci�n.

c)        El ejercicio del centro.

 

 

8.-  PR�CTICA  DE  APROXIMACI�N  A  LA  ORACI�N  SILENCIOSA.-

      (Caballero N., La oraci�n: sus bases humanas y sus t�cnicas. En �El Camino a la Libertad�, Vol. IV, Col. C.P. 92-93, EDICEP, Valencia 1987, 6a. ed., pp. 337-339).

 

     Naturalmente que la pr�ctica que voy a exponer representa s�lo una lejana idea de lo que en realidad ocurre. Pero sentirla, siquiera de forma fotogr�fica, como en pintura, da una cierta disposici�n para comprender qu� es lo que intento decir y discernirlo mejor cuando ocurre.

 

I.                    San Juan de la Cruz define la contemplaci�n como una �noticia general, confusa y amorosa�.

 

  Las se�ales que he citado anteriormente son se�ales de que se apunta ya la contemplaci�n, esa noticia general, confusa y amorosa, �General� en cuanto que no me relaciono con algo �concreto�, con contornos definidos; �confusa�, en el sentido de que no es clara como un paisaje, como un sonido, como algo que toco, ni algo que pienso o siento.

 

  En esta pr�ctica quiero reproducir �aproximadamente s�lo� ese estado de

 

a)      conocimiento general: no particular.

 

b)      confuso: no claro.

 

II.                 Si�ntese c�modamente. Elija un lugar tranquilo, sin ruidos o con lo menos posible.

 

III.               Si utiliza la t�cnica de relajaci�n much�simo mejor. Lo aconsejo. Entonces una vez sentado, rel�jese lo m�s que pueda.

 

IV.               Ponerse en la presencia de Dios. Tome conciencia lo m�s vivamente que pueda de que El est� aqu� y ahora con usted, en usted.

 

V.                 Observar� que le est� dando una cierta presencia en sus pensamientos, en su imaginaci�n, en su recuerdo, etc.

 

VI.               Ahora trate de mantener esa �conciencia de presencia�, pero

 

c)       no diga nada ni externa ni internamente. No lo piense, pero no deje de darse cuenta de que est� Dios presente.

 

d)      No lo imagine  tampoco. Trate de quitarle todo lo corporal.

 

e)       No lo sit�e, no lo localice, ni delante, ni detr�s, ni arriba ni abajo. Pero siga manteniendo la conciencia de su presencia.

 

h)      Al llegar aqu� observar� que no queda m�s que un aparente �despojo�. M�s bien parece que no queda �casi nada�. No obstante procure mantener esta conciencia de la presencia de Dios as� de limpia todo el tiempo que pueda. Deje que ella le invada y le penetre.

 

Lo que queda  es eso �aproximado a la noticia general, confusa�, que est� en la base de la contemplaci�n. Digo, y esto quiero que quede bien presente, que se trata s�lo de un ejemplo que no debe confundirse con la realidad.

 

En este momento, cuanto ocurre, no como ejemplo, sino como resultado del desarrollo normal de la oraci�n, tiene aplicaci�n el consejo de San Juan de la Cruz:

 

�... dejen estar al alma en sosiego y quietud, aunque les parezca claro que no hacen nada y que pierden el tiempo, y aunque les parezca que por su flojedad no tienen gana de pensar all� nada, que harto har�n en tener paciencia y en perseverar en la oraci�n sin hacer ellos nada; s�lo lo que all� han de hacer es dejar al alma libre y desembarazada y descansada de todas las noticias y pensamientos, no teniendo cuidado all� de qu� pensar�n ni meditar�n, content�ndose s�lo con una advertencia amorosa y sosegada, y estar sin cuidado, sin eficacia y sin gana de gustarlo o de sentirlo. Porque todas estas pretensiones inquietan y distraen al alma de la sosegada quietud y ocio suave de contemplaci�n que aqu� se da� (San Juan de la Cruz, Noche Oscura I, c. 10, n�m. 4.)

 

9.-  Ejercicio pr�ctico para estar presente  �AQU�  Y  AHORA�.-

       (Caballero Nicol�s, La oraci�n, op. cit., pp. 128-129)

 

a)        Ejercicio denominado �dejar de lado...�

 

b)        Objetivo del ejercicio: Establecer el estado de calma: Llevar a la persona a un estado sin conflicto. El tibetano lo denomina ji nes, que quiere decir: �permanecer en calma�.

 

 

c)        Valor del ejercicio: El mismo San Juan de la Cruz, por tanto desde otra vertiente bien distinta a la tibetana, advierte la gran importancia que para la oraci�n tiene este �mantenerse en calma�.

Todo, pues, lo que tienda a establecer a la persona en la serenidad, en la calma, en la paz, es un valor de oraci�n.

 

d)       Escenario exterior: un lugar tranquilo, donde pueda realizarse el ejercicio con la menor distracci�n ambiental.

 

e)        Actitud interior: la de �dejar ir...� la de �dejar estar�; no aferrarse a nada, como quien suelta todo...

 

f)         Ejercicio: consiste en decirse despacio mentalmente las siguientes o parecidas palabras, mientras uno se mantiene sentado en una postura c�moda.:

 

        �Yo dejo aparte, yo depongo todos los cuidados y las preocupaciones por el porvenir, los proyectos de orden espiritual o material: los deseos de �xito, los temores de fracaso sobre cualquier cosa de que se trate. Me desentiendo de todas las seguridades y de todas las inquietudes relacionadas con lo que yo ser� o me ocurrir� en el futuro.

        Yo dejo, yo aparto, yo depongo todos los recuerdos agradables o penosos referentes a lo que he hecho o querido hacer en el pasado, a todos los episodios de mi vida pasada.

        Yo dejo aparte todo lo que me preocupa ahora mismo, todo lo que se relaciona con mi actividad presente, y tambi�n lo que me pude corresponder en la actividad de otros. Dejo mis ambiciones, mis temores, dejo todo aquello hacia lo que se dirige mi inter�s� (A. David-Neel, La connaisance trascendante, Par�s, Adyar, 1958, pp. 66-67).

 

    Naturalmente que uno puede reducir el ejercicio de repetici�n mental a otras palabras y a menos palabras, auque la repetici�n y la insistencia en �yo dejo...� tiene un valor, puesto que mejor se va adecuando la actitud a las palabras.

 

      A medida que esto se asimila, la persona se queda tranquila, m�s serena �aqu� y ahora�.

 

10.-  Otro ejercicio para reforzar la conciencia de estar presente �AQU� Y AHORA�.-

        (Caballero N., La oraci�n., op. cit., pp. 129-130)

 

a)       Ejercicio de respiraci�n.

 

b)       Objetivo del ejercicio: aprender a �estar�.

 

Siempre estamos �haciendo algo�, pensando, sientiendo, planeando, movi�ndonos. Y hemos llegado a confundir �la vida� con sus expresiones.

 

Ahora se trata de conectar, en cuanto se pueda, con la misma vida que soy, antes de expresarse en �actividad�. Por eso intento con este ejercicio realizar una �aproximaci�n�, que la pr�ctica ir� acentuando, a un

 

-estar aqu� y ahora

 

-sin calificativos, de si soy alto, bajo, o listo o tonto, o querido u odiado. Se trata de llegar a estar, consciente de que �existo�:

 

   -sin historia (sin pasado).

   -sin proyectos (sin futuro).

 

c)        Ejercicio: despu�s de adoptar la postura correcta: sentado c�modamente, con la cabeza, tronco y cuello en l�nea recta, aunque sin rigidez, �inspirar y espirar� lentamente, con profundidad, pero sin esfuerzo penoso.

 

Mientras tanto conc�ntrese

 

    -en la conciciencia de que �estoy existiendo�. No debe decirlo interiormente, sino s�lo tomar conciencia de ello, sin verbalizarlo. Y mantenga esta conciencia 10 � 15 minutos.

 

    -Puede tambi�n concentrarse en la misma respiraci�n. Esc�chese a s� mismo respirar, que es como escucharse existir.

 

Todos los ejercicios que tienden a �hacer presente a la persona�, producen calma, serenidad, porque suprimen los conflictos propios de los recuerdos y de los deseos. 

 

 

11.-  Ejercicio pr�ctico para  �PROFUNDIZAR�  la propia presencia.-

        (Caballero N., La oraci�n., op. cit., pp. 130-134).

 

     Antes de realizar este ejercicio pr�ctico recomiendo la lectura y comprensi�n de su fundamento din�mico.

 

a)        La base del ejercicio es �la respiraci�n�.

 

b)        Objetivo: profundizar ese silencio que existe entre la inspiraci�n y la espiraci�n: Ese centro silencioso no es un vac�o, tras la apariencia de �nada� se esconde un �plenitud�. Hay que irlo agrandando y penetrando.

 

       Todo el acto de respirar es un presente, pero detr�s se esconde otro �nivel de presencia m�s profundo�. En ese nivel hay que ir situando la experiencia del yo profundo de la persona y �otra forma� de presencia de Dios.

 

c)        Ejercicio: situarse en una postura c�moda, mejor como se indica en la preparaci�n para la meditaci�n.

 

d)        Fases del ejercicio:

 

-Una vez situado en la postura correcta, comenzar a inspirar lentamente. Al llegar al final de la inspiraci�n, detenerse y mantenerse unos momentos en ese vac�o que se produce cuando no se inspira ni se espira.

 

Este es el momento fundamental del ejercicio.

 

-Los ojos abiertos, aunque fijos en un punto cercano del suelo o de la pared, la conciencia ha de dirigirse a ese vac�o que se crea y tratar de �mirar adentro�.

 

  Quiero aclarar esto m�s. Cuando digo dirigir los ojos a un punto exterior hay que tener presente que siempre que dirijo los ojos a algo hay una doble implicaci�n: los ojos que se dirigen hacia el objeto y la conciencia que tengo del objeto. Ambas cosas son esenciales para ver.

 

Pero puede ocurrir que tenga los ojos fijos en algo y sin embargo que no vea, porque la conciencia, la atenci�n est� en otra direcci�n.

 

Esta especie de desdoblamiento es lo que ahora se requiere. Por una parte los ojos fijos en un punto externo, pero por otra la conciencia, la atenci�n vuelta hacia ese vac�o tratando de �mirar dentro�.

 

  Este mirar ha de realizarse como quien est� delante de una gruta oscura y, colocado delante de la boca de entrada, mira con atenci�n hacia adentro, tratando de penetrar en la oscuridad. No se ve nada, pero sigue mirando que algo se manifieste. La mirada ha de ser persistente, penetrante, interesada.

 

  En esta mirada se est� gestando el nacimiento de la intuici�n.

 

e)        Detr�s de ese silencio, o si se quiere, �en ese silencio� se encuentra esa otra persona m�s profunda y m�s definitiva que soy yo. Y de ese silencio emerger� tambi�n otra experiencia de Dios.

 

f)         Poco a poco ese silencio, que aparec�a como un intervalo entre la inspiraci�n y la aspiraci�n, se ir� agrandando.

 

Aqu� el silencio y no es un intervalo sino que es un tel�n de fondo en el que todo ocurre. Esa profundidad silenciosa se va revelando como lo que es: la plataforma sobre la que se asienta toda forma de vida y de expresi�n de la misma. En definitiva esas dos realidades esenciales: Dios y Yo, m�s all� de los condicionamientos.

 

  Puede observarse que existe una gran similitud de este ejercicio y el Zen. El vac�o, el silencio va llen�ndolo todo. Ese momento entre dos respiraciones va siendo una atm�sfera que se ir� prolongando. Y de esa atm�sfera saldr�, cuando sea, lo que llaman la �iluminaci�n�.

 

  El creyente tiene mayores garant�as para su trabajo porque siempre trabaja sobre unas bases doctrinales que le aseguran la direcci�n y que le dan la confianza de que no cuenta solamente con sus propias fuerzas y recursos sino, sobre todo, con los de Dios. Siempre es consciente de que su trabajo, por profundo que sea, es s�lo una �disposici�n�.

 

g)        Cuando el ejercicio se hace con los ojos cerrados, �nicamente se ha suprimido el objeto exterior, el objeto del sentido. Lo dem�s sigue igual. Puede tener una cierta desventaja para algunas personas, y es que algunos, al cerrar los ojos tienen m�s distracciones que con los ojos abiertos.

 

 

 

h)        Puede dedicarse este ejercicio de 10 a 15 minutos diarios. Gradualmente se podr� ir aumentando a medida que se vayan observando mejores condiciones para hacerlo.

 

 

12.-  Ejercicio para  �EXPANSIONAR  LA  PROPIA  PRESENCIA�.-

        (Caballero N., La oraci�n., op. cit., pp. 134-137).

 

      Nadie debe hacer esta pr�ctica si no ha comprendido previamente las bases te�ricas en que se apoya. Puede parecer a primera vista un ejercicio �raro�, pero adem�s de que est� justificado te�ricamente, doctrinalmente, produce resultados �tiles y beneficiosos en quien practica.

 

a)        Objetivo del ejercicio: tiene por finalidad llevar la propia conciencia m�s all� de los l�mites en los que normalmente se manifiesta. Ordinariamente solamente tengo conciencia de mi propia realidad a trav�s de los sectores en los que se manifiesta: el cuerpo, la afectividad, la mente.

 

b)        Base din�mica del ejercicio: podemos partir de un ejemplo actual: las ondas de radios o de trelevisi�n.

 

-las ondas est�n en el aire, llen�ndolo todo.

 

-no obstante no se manifiestan m�s que all� donde existe un receptor autorizado.

-�qu� ocurrir�a si las ondas fueran conscientes de s� mismas? Pero que s�lo lo fueran en la medidad en que se convierten en m�sica o en palabra o en imagen visual en los aparatos...

 

-al cerrar los aparatos esas ondas dejar�an de ser conscientes de s� mismas.

 

-Pero �qu� ocurrir�a si, despu�s de cerrar los aparatos esas ondas fueran conscientes de s� mismas? En este caso tendr�a: una conciencia �directa� de s� mismas, y adem�s tendr�an una conciencia �no limitada a un lugar ni a un momento�. Recobrar�an de repente una conciencia en toda su amplitud, se ver�an en todas las partes, invadi�ndolo todo, llen�ndolo todo.

 

Esto, naturalmente, es un ejemplo, aunque expresivo de lo que le ocurre a la persona humana.

 

-La conciencia, el alma, el Yo profundo, el esp�ritu, o como se le quiera llamar �se manifiesta� en el cuerpo, en la afectividad o en la mente. Pero no es consciente directamente de s� mismo.

 

-A medida que estos sectores de manifestaci�n se perfeccionan, se profundizan, se silencian, la conciencia va apareciendo cada vez menos limitada, m�s expansiva, m�s inmediata.

 

-Si logramos descondicionarla totalmente de esos �receptores�, la conciencia, el Yo profundo, el alma, aparece, como todo lo �espiritual�, en toda su amplitud expansiva. Y de esto se trata: de recuperar mi conciencia en toda su amplitu, m�s all� de los l�mites en los que ordinariamente se manifiesta.

 

-Entonces se advertir�, ser� una experiencia, que mi alma, mi concienci, mi Yo profundo �no tiene lugar�; est�, podemos decir, �en todas partes�.

 

  Esta representa una presencia, aunque parezca exageraci�n, �universal�.

 

Puedo decir con verdad que �yo estoy en todo lugar�: Dios ha hecho mi �esp�ritu� amplio como el universo. Y ese esp�ritu busca recuperar su estado m�s normal. Esto viene a significar buscar las bases �extra-temporales� y �estra-espaciales� que poseemos.

 

 

c)        Ejercicio: ahora disp�ngase a realizar un ejercicio, un intento por llevar la conciencia m�s all� de los l�mites en los que normalmente se manifiesta.

 

(ア)        Adopte una postura c�moda.

 

(イ)        Relaje todo su cuerpo.

 

(ウ)        Conc�ntrese lo m�s que pueda en �la vivencia� de que se encuentra presente en todas partes. No lo diga con palabras, sino trate de �vivirlo� sin decirlo ni exterior ni interiormente.

 

(エ)        Mantenga esa conciencia, esa vivencia, esa impresi�n todo el tiempo que le resulte c�modo. De momento no trate de sentirse presente en nada en concreto, sino simplemente en general: vivirse en todo, vivenciarse presente en el universo entero. No es ninguna ficci�n, de hecho es as�.

 

(オ)        Despu�s intentar realizar un gesto de apertura a todo. Abrirse a todo cuanto existe. Que todo quepa dentro de uno.

 

(カ)        Cuando esa presencia, esa vivencia sea fuerte, lo suficiente, se podr� actuar en cualquier lugar, utilizar cualquier cosa.

 

(キ)        Para terminar el ejercicio se hace lentamente, como se indica para la meditaci�n. Y volver a la vida normal.

 

    

 

13.-  Ejercicio para �VIVENCIARSE  EN  DIOS�.-

         (Caballero N., La oraci�n., op. cit., pp. 137-138).

 

      Es en el fondo el mismo ejercicio anterior. Despu�s de sentirse, de vivenciarse en todo, tratar de tomar conciencia, de dirigir esa conciencia �expansiva�, amplia, sin l�mites de lugar, a Dios. Y dejarla reposar en El. Sentirse en Dios, seg�n aquello de que �en Dios vivimos, nos movemos y existimos� (Hch. 17,28).

 

         Despu�s se puede llevar esa conciencia a la vivencia de estamos y vivimos en Cristo Jes�s:

 

(ク)        sentirse existir en El (Col. 1,17).

 

(ケ)        tratar de mantener esta conciencia elo mayor tiempo posible. Darse cuenta de que tenemos otra forma de existencia m�s all� de los meros condicionamientos que nos imponen el cuerpo, la afectividad, la mente concreta y todas las circunstancias ambientales de nuestra vida, en este mundo cotidiano.

 

Despu�s, de la misma forma que en el ejercicio anterior, terminar suavemente.

 

Este ejercicio se pude repetir varias veces durante el d�a, con una duraci�n inicial de 10 a 15 minutos, e irlo prolongando, porque �l constituye una verdadera oraci�n, o al menos dispone maravillosamente a la misma.

 

 

14.-  APRENDER  A  MIRAR.-  Ejercicio 1.-

        (Caballero N., La oraci�n, op. cit., pp. 257-258).

 

   Como al principio es dif�cil tomar conciencia directa de Dios, vamos a tratar de abrirnos a El haci�ndolo presente en una plabra, en una frase.

 

 En este caso se trata de abrirnos a esa palabra, o a esa frase y dejar que nos penetre hasta el fondo; dejar que ella vaya ganando y condicionando nivels m�s profundos de uno mismo.

 

 No es que yo interponga una palabra o una frase entre Dios y entre m�; es que en este caso concreto la palabra, la frase es el objeto al que me abro. Poco a poco la frase dejar� su contenido y desaparecer�. Reconozco ciertamente que representa todav�a una cierta presencia indirecta de Dios, pero buena para comenzar.

a)           Ahora si�ntase c�modamente.

b)           Rel�jese y tranquil�cese lo m�s que pueda.

c)            Tome conciencia de que Dios est� presente �aqu� y ahora�.

d)           Abrase a su presencia, repitiendo lentamente, lo m�s conscientemente que pueda cualquier frase, la que m�s agrade, que indique una apertura, una acogida, una entrega a su voluntad. Por ejemplo:

 

(コ)        �S�, Padre�

(サ)    �H�gase tu voluntad�

(シ)    �Se�or, aqu� estoy para hacer tu voluntad�, etc...

 

d)       Dejar que la frase penetre, invada la persona. Dejarla que resuene dentro de uno mismo y abrirse a esta presencia, �no clara� de momento, de Dios.

 

 

15.-  APRENDER  A  MIRAR.-  Ejercicio 2�.-

 

a)      Si�ntase c�modamente.

 

b)      Rel�jese y tranquil�cese.

 

c)       Colocado frente a un Cristo o una imagen religiosa, abra los ojos despu�s de haberse relajado y tranquilizado y trate de �observar atentamente, relajadamente, sin hablar interiormente� el Cristo o la imgen religiosa.

 

Deje que ella vaya penetrando y penetrando en usted. Todo lo que tiene que hacer es abrirse a ese s�mbolo, hasta que le suelte la realidad que mantiene atrapada. O mejor hasta que la realidad misma se vaya haciendo presente.

 

  Lo que en el fondo est� ocurriendo es una �vivencia�. Y toda vivencia es un factor de cambio y de evoluci�n interior.

 

 

 16.-  APRENDER  A  MIRAR.-  Ejercicio 3�.-

 

a)      Si�ntase c�modamente.

b)      Rel�jese y tranquil�cese.

 

c)       Tome conciencia, observe silenciosamente, en la medida en que le sea posible, que Dios le est� llenando por completo.

 

(ア)        sienta que se encuentra sumergido en Dios.

 

(イ)        d�jese abandonado a esta presencia. Deje que ella le invada del todo. No la resista.

 

(ウ)        No hace falta que diga nada, que pronuncie ninguna palabra, Puede, no obstante hacerlo, si tiene gana de ello, pero evitando que ella distraiga, o que espante la mayor conciencia directa de la presencia de Dios.

 

       Los ejercicios que podr�an planearse ser�an indefinidos. Cada cual debera hacerlos. Deber� salvar lo esencial a todo ejercicio, lo esencial a la oraci�n, desde la vertiente humana:

  

(エ)        conciencia de la presencia de Dios.

 

(オ)        apertura a la misma.

 

      No hay que alarmarse si las cosas no salen bien desde el principio, como uno desear�a. Siempre que se trabaja con sinceridad algo bueno ocurre.

 

      Por otra parte los grados de limpieza y de silencio son indefinidos, de manera que no se puede decir que uno �tenga o no tenga silencio�, �est� limpio o no est� limpio�. M�s bien habr�a que matizar: �se est� m�s o menos limpio�, �m�s o menos silencioso�. De lo contrario la oraci�n se convertir�a en una pr�ctica casi imposible. Siempre que hay alguna limpieza, alg�n silencio, hay igualmente alguna apertura y receptividad, y si se orientan a Dios, en esa misma medida hay oraci�n y transformaci�n.

 

 

 

 

17.-  DIVERSOS  MODOS  DE  ORAR.-

      (Borras P., �Papeles� en www.fespinal.com/espinal  Col. Cuadernos Cristianismo i Justicia).

 

(ア)        Punto de partida:

a)      Desde el contexto cultural.

b)      Desde nuestro ritmo y estilo de vida.

c)       Desde nuestra imagen de Dios.

d)      Desde una vida cristiana �a m�nimos�.

e)       Falta de m�todos para orar.

f)        �La oraci�n de petici�n?

 

(イ)        �Qu� actitudes debemos cultivar para poder orar?

         Aceptar la vida.

         Reconocer la presencia.

         Ir tomando decisiones.

         Vivir desde la comunidad cristiana.

         Vivir desde una vida unificada.

         Orar es mirar y escuchar.

 

(ウ)        Diversos modos de orar.

         Ofrecer el d�a.

         Mirar a la realidad durante el d�a.

         Mirada al cielo.

         Presencia de s�mbolos.

         Oraci�n sobre la vida.

         Oraciones hechas.

         Situarse delante de Dios.

         Lecturas.

         M�sica.

         Escribir.

         Lectura meditada de los textos de la liturgia.

         Orar antes y despu�s de los acontecimientos.

 

 

 

18.-  LA  ORACI�N,  CON  LOS  MEDIOS  AUDIOVISUALES.-

       (Checa R., Orar es Amar. �Contemplaci�n para todos-. CEVHAC-Progreso. M�xico, D.F., 1985, pp. 141-145).

 

1.        La oraci�n por la imagen.

2.        La oraci�n por el sonido.

3.        La oraci�n por la imagen y el sonido.

 

    PR�CTICA  DE LA  ORACI�N  CON  MEDIOS  AUDIOVISUALES.-

 

ORAR  ante  un  icono  con  fondo  musical.

 

(カ)        Se coloca un icono o copia de icono aut�ntico frente al grupo, de ser posible suficientemente iluminado, mientras la sala queda a oscuras o con una luz tenue. Flores y alguna vela encendida.

 

(キ)        Se toma una posici�n c�moda; se comienza la distensi�n y r�tmicamente.

 

(ク)        Respirar profunda y r�tmicamente.

 

(ケ)        Fijar la vista en el icono suavemente, mirarlo con devoci�n.

 

(コ)        Mientras, el que dirige explica el simbolismo y el significado del icono.

 

(サ)        Al terminar y al principio, se inicia el fondo musical: m�sica sueve, propia para recogerse, quiz� de car�cter religioso, una melod�a gregoriana o m�sica especial para orar.

 

(シ)        Se deja un tiempo suficiente, m�nimo de 30 minutos en silencio y oraci�n.

 

(ス)        Se termina como toda oraci�n con un canto o plegaria com�n; viene luego un intercambio entre quienes oraron para enriquecimiento mutuo.

 

    Este m�todo, puede aplicarse tambi�n a una sonorama, a un filme corto, a un videotape.

     Los efectos se dejar�n sentir en poco tiempo. Junto a una decisi�n de una vida cristiana cada vez mejor, posiblemente el deseo y la inquietud ser�a de una oraci�n profunda y solitaria.

 

19.- PR�CTICA  DE  ORACI�N  EN  EL  PERI�DICO.-

      (Checa R., Orar es Amar, op.cit., pp. 152-153).

 

      1er. CASO:  Forma Voluntaria.

 

                  PRIMERA  PARTE

 

(セ)        Tomar un peri�dico serio y hojearlo pausadamente, examinando cada una de las secciones.

 

(ソ)        Ir se�alando las noticias, editoriales, reportajes o informaciones de todo tipo que m�s impresionen.

 

(タ)        Seleccionar entre todas ellas, una o dos que me parezcan m�s adecuadas para hacerlas objeto de meditaci�n.

 

 

                   SEGUNDA  PARTE

 

(チ)        Colocarme en posici�n c�moda y procurar la distensi�n, la relajaci�n, respirando r�tmicamente.

 

         Es menester, sin embargo, procurar una desposici�n respiratoria para una adecuada oxigenaci�n de la sangre. Y por otro lado, la libre circulaci�n del torrente sangu�neo, que ba�e especialmente el cerebro, a fin de mejorar la actuaci�n de las facultades mentales.

         Posteriormente ha de procurarse la relajaci�n de las tensiones f�sicas. Estas se acumulan frecuentemente en los m�sculos del cuerpo, m�s especialmente en las articulaciones y en la nuca. Un buen ejercicio de �distensi�n� o �relajaci�n� favorecen mucho. 

 

(ツ)        Ponerse en presencia de Dios con una actitud de fe, esperanza y amor.

 

         TERCERA  PARTE

 

Leer el art�culo, noticia o informaci�n previamente seleccionada, con calma, con atenci�n y asimilando su contenido.

 Una vez le�do y asimilado comenzar una reflexi�n, m�s o menos con esta gu�a:

 

(テ)        �Qu� me dice este acontecimiento con relaci�n a la Providencia del Padre; en orden a la salvaci�n, de Cristo, en cuanto respecta a la acci�n del Esp�ritu Santo?...

 

(ト)        �Qu� significa como hecho eclesial? �con relaci�n a mis hermanos?

 

(ナ)        �Qu� importancia tiene como valor positivo o contravalor?...

 

(ニ)        �Qu� proyecci�n social alcanza sobre la comunidad humana: la ciudad, la regi�n, el pa�s, el continente, el mundo?

 

(ヌ)        �Qu� influencia tiene en la preparaci�n del Reino?

 

 

                  CUARTA  PARTE

 

Considero el acontecimiento, como creo que Cristo lo ve, en esta circunstancia, desde el Evangelio.

 

(ネ)        Dialogo el acontecimiento con El.

 

(ノ)        Lo contemplo a la luz que el Se�or me d� y con la unci�n que El me conceda, como un hecho de salvaci�n.

 

(ハ)        Saco las consecuencias pr�cticas para mi vida y compromiso, seg�n la lecci�n que de los hechos he recibido.

 

(ヒ)        Pido a Dios que El intervenga en la forma m�s conveniente para que los acontecimientos mediatos, se orienten a su gloria y propicien el bien de todos.

(フ)        Le doy gracias por la luz que me ha dado en la oraci�n y porque el acontecimiento parfece en l�nea de su voluntad.

 

As� termina la oraci�n en el peri�dico que puede aplicarse, con las variantes que amerite el caso, a los otros medios de informaci�n: radio, televisi�n, cine  

 

 

20.- PR�CTICA  DE  LA  ORACI�N  MULTIVERBAL.-

      (Checa R., Orar es Amar, op.cit., p. 131).

 

1.                     La persona interesada ha de seleccionar su palabra motivadora.

2.                     Colocarse en clima propicio y en ambiente adecuado.

3.                     Sentarse en posici�n c�moda, cerrar los ojos.

4.                     Respirar, concentrarse y recogerse.

5.                     Ponerse en presencia de Dios, seg�n lo sugiere la palabra motivadora.

6.                     Colocarla a nivel mental a la altura de la frente y comenzar a repetirla, penetrando en su significado.

7.                     Acelerar el ritmo, cada vez m�s intensamente; y bajarlo y subirlo alternativamente.

8.                     Repetirlo en espiral lo m�s aprisa posible, como tratando de subir m�s arriba y m�s arriba.

9.                     As� permanecer por espacio m�nimo de una media hora; m�s si es posible.

10.                 Al terminar, ir movi�ndose poco a poco, tras de abrir los ojos. Nunca cambiar de golpe y volver al estado de actividad ordinaria.

 

 

21.-  ORACI�N  DE  LAS  MANOS.-  

       (Finkler P., Cuando el hombre ora, op. cit., pp. 82-83).

 

     Las manos se prestan admirablemente para expresar los m�s variados sentimientos de las diversas posturas corporales.

 

(エ)        Palmas abiertas puestas una contra otra a la altura del pecho.

 

(オ)        Manos juntas con los dedos cruzados a la altura del pecho. Expresa recogimiento que favorece la interiorizaci�n.

(カ)        El mismo gesto pero con las manos levantadas hasta la altura del rostro subraya m�s el significado, como por ejemplo cuando se hace durante la peque�a elevaci�n de la patena y el c�liz en la misa. Se acent�a todav�a m�s el sentido de oferta si las manos se separan una de otra y se levantan por encima de la cabeza.

 

(キ)        Manos cruzadas diagonalmente sobre el pecho apoyando en �l las palmas.

 

(ク)        Manos superpuestas al estilo oriental como para recibir la comuni�n en la palma, pero d�ndoles un �ngulo de 45 grados y levant�ndolas junto al cuerpo mientras los codos se separan, formando as� con ella como una cunita en la que se guarda algo muy precioso.

 

(ケ)        Manos y brazos c�idos a lo largo del cuerpo con las palmas al frente y un poco separadas del cuerpo (como se ve en algunas im�genes de la Milagrosa).

 

(コ)        Manos levantadas a la altura del rostro, con los brazos formando �ngulo recto, los antebrazos abiertos as� como las palmas dirigidas al frente (actitud de los orantes en las catacumbas).

 

(サ)        Manos abiertas y levantadas por encima de la cabeza, bien extendidas hacia arriba (actitud de los carism�ticos).

 

(シ)        Brazos en cruz (como el Se�or crucificado). Expresa la verticalidad del cuerpo que apunta hacia lo alto (Dios) y la horizontalidad de los brazos que apunta hacia los hermanos.

 

 

22.-  ORACI�N  DE  LOS  OJOS.-

       (Finkler P., Cuando el hombre ora, op.cit., 84).

 

      Los ojos constituyen uno de los modos m�s finos para expresar los sentimientos.

 

A.       Ojos abiertos fijos en el suelo.

B.       Ojos abiertos y dirigidos a lo alto.

C.      Ojos fijos en un objeto (tabern�culo, ostensorio, crudifijo, imagen, etc.).

D.      Ojos cerrados.

 

 

23.-  ORACI�N  DE  TODO  EL  CUERPO.-

       (Finkler P., Cuando el hombre ora., op.cit., pp. 81-82).

 

a)      De pie. Cuerpo erecto, con el peso del tronco distribuido equitativamente sobre ambos pies.

 

b)       De rodillas.

 

c)        De rodillas y al mismo tiempo sentado sobre los talones o sobre una banqueta de carmelita o en el suelo con las piernas encogidas como en el yoga (loto).

 

d)       Peque�a inclinaci�n s�lo con la cabeza, o gran inclinaci�n, en la que todo el cuerpo sepliega hasta la altura de las rodillas.

 

e)        Peque�a postraci�n: de rodillas y sentados sobre los talones, doblando el cuerpo hacia adelante sobre los muslos, con los codos apoyados en el suelo, el antebrazo y las manos extendidas adelante o bien con las manos una sobre otra y la frente tocando el suelo o apoyada sobre las manos. Es la postura t�picamente oriental o �rabe.

 

f)         Grande postraci�n: tumbados de bruces en el suelo, con el cuerpo extendido, las puntas de los pies juntas y los talones un tanto separados, la frente apoyada sobre los brazos cruzados. Se emplea oficialmente en algunas liturgias.

 

g)      Sentados en una silla: las plantas de los pies bien colocadas en el suelo, de modo que las piernas y los muslos formen �ngulo recto, la pelvis bien acomodada, la columna vertebral erecta, la cara mirando al frente, los hombros ca�dos. (Si la altura de la silla no fuera proporcionada a la persona, servirse o de almohadas, cuano es baja, o de un cascabel, si es demasiado alta).

 

 

24.-  EJERCICIOS  PR�CTICOS  DE  LA  PRESENCIA  DE  DIOS.-

         (Caballero N., La oraci�n: sus bases y sus t�cnicas. Op.cit., pp. 225-230).

 

 

     Ejercicio 1�.

      

a)        Ejercicio:  tomar conciencia de Dios presente aqu� y ahora.

 

b)        Motivaci�n:  Dios est� cerca. Lo llena todo, lo invade todo.

Nuestro Dios es un Dios que �mira escondido� (Mateo 6,18).

 

c)        Postura:  si�ntese en postura c�moda; adopte aqu�lla que mejor evite          tensiones y favorezca la calma interior.

 

d)       Rel�jese cuando le sea posible.

 

e)        Ahora, c�modamente sentado y relajado, entra en un clima de serenidad, de calma. Preste atenci�n a la realidad de que Dios est� presente �aqu� y ahora�.

 

(ヘ)        puede verbalizar la realidad, si lo cree oportuno y repetir una frase que recoja esta misma realida: Ej. �Dios est� aqu�, �estoy en la presencia de Dios�, �yo estoy en Dios�, etc...

 

(ホ)    puedo tomar conciencia de su presencia sin verbalizar nada, sin decir nada ni vocal ni mentalmente, Tomar conciencia no supone necesariamente hablar. La conciencia, en definitiva es, �la observaci�n silenciosa de lo que es�. Cuando la conciencia crece, cuando se hace m�s intensa, menos falta hacen las palabras. Todo es m�s silencioso y m�s penetrante.

 

(マ)    Persista en esta toma de conciencia. Mantenga la atenci�n todo el tiempo que pueda y deja que la realidad se imponga, vaya ganando planos de profundidad.

 

(ミ)    Si se verbaliza, si se repite una frase, rep�tala despacio, observando atentamente lo que dice, intentando penetrar las mismas palabras, ir m�s all� de las mismas.

 

 

f)         Haga este ejercicio de forma que no se fatigue. Puede iniciarlo con frases de 10 minutos e irlo prolongando a medida que vaya siendo capaz.

 

 

g)        Cuando termine haga, antes tres o cuatro respiraciones profundas y despu�s abra los ojos; mueva, como quien se desperaza, los brazos y piernas para evitar cierto agarrotamiento que puede producirse en la relajaci�n. Bastar� generalmente con apretar los pu�os fuerte o mover los dedos de los pies con cierta fuerza.

 

    Ejercicio 2�.

 

a)        Tomar conciencia de Dios presente aqu� y ahora.

 

b)        Descripci�n del ejercicio: para �l nos servimos de la respiraci�n. Introducir un ritmo controlado y tranquilo de repiraci�n serena y tranquilizadora. Esa tranquilidad, a trav�s de una circunstancia, tan vital como la respiraci�n, es nuestra aportaci�n a lo divino.

 

c)        Postura: la misma del ejercicio anterior.

 

d)       Relajaci�n, mejor si se hace; no obstante puede, simplemente adoptarse una postura c�moda.

 

e)        Comenzar expulsando todo el aire de los pulmones, sin violencias, sin forzar nada.Todo ha de resultar natural, tranquilo.

 

f)         Al meter el aire, al inspirar, acompa�e �mentalmente� la entrada del aire con la conciencia de que Dios �est� aqu�.

 

(ム)        Puede mentalmente repetir la frase: �Dios est� aqu�. As�

                    Inspirar

                  Dios � est�-aqu�

g)        Al sacar el aire, al espirar, volver a repetir mentalmente la misma frase: As�

 

                    Espirar

                  Dios �est�-aqu�

 

h)       Hay algunas variantes interesantes:

 

(メ)        Inspirar y expirar tomando conciencia de que Dios est� aqu�, pero sin decir nada mentalmente.

 

(モ)        O diciendo la frase mentalmente �solo� al inspirar y al expirar mantener esa �sensaci�n� de presencia, sin decir nada.

 

i)         Se puede inspirar repitiendo mentalmente, mientras dura la inspiraci�n, la palabra �Dios� o cualquiera que haga referencia a El. La palabra, procure que sea monos�laba, en este caso. Ha de durar el tiempo que dura la inspiraci�n, como a golpes: Dios, Dios, Dios, sino alargarla, acomod�ndola al tiempo que dure el meter el aire: Diooooooos... Y todo tranquilamente, mentalmente, y lo m�s atentamente posible.

 

Al echar el aire hacer la misma operaci�n. Repetir la palabra y �prolongarla mentalmente�, alarg�ndola, como quien estira algo mientras dura la salida del aire.

 

Despu�s repetir el ciclo. Y as� una y otra vez. 

 

 

   Ejercicio 3�. 

 

a)        Ejercicio para despertar la atenci�n a Dios presente.

 

b)        Es un ejercicio sin mayor complicaci�n, aunque muy eficaz y v�lido para ir desarrollando una mayor capacidad de atenci�n a Dios. La atenci�n, dispersa normalmente, ir� adquiriendo m�s fuerza y m�s unidad.

 

c)        Elija, como para todos los ejercicios, un lugar tranquilo donde los ruidos no existan o sean los menos posible.

 

d)       Adopte una postura c�moda, seg�n los mismos criterios anteriores.

 

e)        Rel�jese lo m�s posible.

 

f)         Conc�ntrese en �una palabra�, por ejemplo �Padre�, �Dios�, etc... y rep�tala �mentalmente�. Vaya repiti�ndola procurando cada vez estar m�s atento. H�gase esta idea de que cada repetici�n sea un poco m�s atentamente, as�:

 

(ヤ)        �Padre!  (Atento)

(ユ)        �Padre!  (M�s atento)

 

(ヨ)        �Padre!  (M�s...)

 

(ラ)        �Padre!  (M�s...)

 

 

  Ejercicio 4�.

 

a)        Ejercicio para tomar conciencia de la presencia de Dios en las cosas.

 

b)        Motivaci�n: Dios est� en todas partes. Por consiguiente, en buena teolog�a, podemos intentar tomar conciencia de Dios en cualquier lugar u objeto.

 

c)        Lugar de Su presencia. Vamos a tomar algo aparentemente bien vulgar y carente de dinamismo; algo que no tiene poes�a, ni �vida�, ni presencia: �una piedra�, y vamos a intentar desvelar el aspecto din�mico de la misma. En la piedra hay vida, porque est� Dios.

 

d)       De esta forma algo inerte puede ser algo maravilloso, porque

                  �Una aventura din�mica se introduce entonces en lo terrestre, gracias a la cual existe una referncia a lo que est� por encima y fuera de ella. Lo terrestre no es, por tanto anulado, aunque est� marcado por un cierto �anulamiento�. Pero el espacio que se abre hace de lo terrestre una realidad din�mica...

                    Su cerraz�n imaginaria queda sobrepasada y se manifiesta de dos modos, terrestre y divino. Se convierte en un s�mbolo, en una se�al, y as� queda liberado de su enclaustramiento� (Antoine Vergote, Approche psycologique a la pri�re, en La Maison-Dieu, 109 (1972) 80.

    

e)        Col�quese ante un objeto, aparentemente trivial, simple. Puede ser, como indico, una piedra, pero puede se cualquiera otra cosa. Sit�e el objeto a una distancia de un metro y medio.

 

f)         Adopte una postura como en ejercicios anteriores.

 

g)        Rel�jese. Cierre los ojos, y cuando est� suficientemente relajado y liberado del ambiente, �bralos y �mire relajadamente� al objeto.

 

h)       Al mirar al objeto mantenga la conciencia de que Dios est� ah�. Procure que la conciencia sea lo m�s l�cida posible. La trivialidad del objeto se ir� iluminando y la piedra o el objeto que sea ir� tomando aire de misterio, de presencia, de divinidad.

 

El ejercicio que, al principio, podr�a parecer rid�culo ahora es algo muy serio e importante.

 

i)         Si siente ganas de cerrar los ojos, h�galo, mientras sigue manteniendo la conciencia de la presencia de Dios. Si se le impone la presencia de Dios, desvinculada del objeto, como algo libre, independiente, primario, deje el objeto y mant�ngase en presencia de Dios. Esto es mejor que lo anterior.

 

 

25.-  PR�CTICA  DE  SENSIBILIZACI�N  A  LA  PRESENCIA  DE  DIOS.-

        (Checa Kuri Rafael, OCD., Orar es Amar., op.cit., pp. 111-113).

 

(リ)        Ejercicio de relajaci�n, distensi�n y concentraci�n.

 

(ア)        Une los movimientos de tu ser al Se�or. Sosi�gate. D�ja a un lado tus preocupaciones.

(イ)        Dios est� en t� desde siempre...

(ウ)        Descubre con fe las presencias de Dios.

(エ)        Al hablar con Dios presente expr�sate con Dios sin palabras, mentalmente.

(オ)        Mirada contemplativa.

(カ)        Se termina con unas palabras de Santa Teresa de Lisieux.

 

         El contexto de esta pr�ctica, con una ligera adaptaci�n, est� tomado del Sonorama: �Trato de Amistad�. Ed. Monte Carmelo Burgos.

 

 

26.-  LA  ORACI�N  DE  JES�S. (1) �

(Enomiya-Lassalle H.M., S.J., Zen y M�stica Cristiana, Paulinas. Madrid 1991, pp. 351-353).

 

  La m�stica de la contemplaci�n de Dios en la Iglesia oriental se expresa por medio de la oraci�n de Jes�s. Esta forma de oraci�n curiosamente, en cuanto t�cnica, muestra grandes afinidades con ciertas t�cnicas de oraci�n de las religiones asi�ticas. Llama tanto la atenci�n que es imposible desechar la sospecha de una relaci�n hist�rica. La oraci�n de Jes�s, llamada tambi�n hesicasmo, �ltimamente tambi�n va teniendo cada vez m�s amigos en el �mbito del Cristianismo cat�lico. Para empezar, citamos la introducci�n a la oraci�n de Jes�s de los conocidos Relatos de un peregrino ruso: �Si�ntate solo y en silencio. Inclina la cabeza, cierra los ojos, respira dulcemente e imag�nate que est�s mirando a tu coraz�n. Dirige al coraz�n todos los pensamientos de tu alma. Respira y d�: Jes�s m�o, ten misericordia de m�. Dilo moviendo dulcemente los labios y dilo en el fondo del alma. Procura tranquilo, ten paciencia y rep�telo con la mayor frecuencia que te sea posible.�

 

 1.-  Para aprender esta oraci�n, hay que empezar recibiendo una introducci�n de alguien que tenga experiencia. Pero luego hay que practicarla mucho y aprenderla por propia experiencia.

  2.-  La f�rmula entera reza: Jesucristo, Hijo y Palabra del Dios vivo y de Mar�a, ten misericordia de m� pecador.

  3.-  La postura durante la oraci�n no debe ser demasiado c�moda, sino m�s bien cansar un poco. Pero cuando uno se cansa demasiado, puede hacerlo sentado o tambi�n tumbado.

  4.-  Hay que practicar la oraci�n constantemente y no dejarla nunca. Cumplir esta regla del todo, desde luego es imposible.

  5.-  Si ya no se puede seguir de ninguna manera, hay que hacer una lectura espiritual, por ejemplo de la Filocalia, una vida de santo o un libro como Aventura de la oraci�n.

  6.- Mientras se practica la oraci�n puede ocurrir que se vea un icono con representaciones de Cristo o de un santo. Por eso es obra del demonio y uno no debe detenerse en ello.

  7.-  A medida que se va avanzando en la oraci�n de Jes�s, se llega a hacer con el coraz�n espont�nea e ininterrumpidamente. Entonces se puede percibir c�mo el coraz�n hace la oraci�n.

  8.-  No hay que pensar en ninguna persona femenina, a excepci�n de la Madre de Dios.

  9.-  En cuanto a comer y beber, no se debe beber vino ni comer carne. Por lo dem�s, hay que comer lo menos posible, reduciendo progresivamente las cantidades. De momento hay que limitarse a dos comidas diarias, m�s tarde a una. Despu�s de cierto tiempo s�lo hay que comer una vez en dos o tres d�as, o incluso ayunar toda una semana, hasta terminar olvidando del todo la comida.

 10.-  Hay que dormir sobre la superficie dura, pero no tanto que impida dormir.

 11.-  Todos los d�as hay que trabajar, incluso en trabajos duros, pues el trabajo es el instrumento por medio del cual se limpia el alma de todas sus faltas y des�rdenes.

 

   Complemento teol�gico:

 

1.-  En cierto modo, hab�a que conquistar a Dios y llegar con su gracia a una vida sobrenatural. La oraci�n mental es el camino para llegar ah�. Hay otros caminos que tambi�n conducen a esta meta, pero �ste es el mejor.

2.-  Por eso hace falta estar muy tranquilo y sin preocupaciones. Por eso hab�a que aislarse de las cosas exteriores y no se deb�an tener resposabilidades externas.

3.-  Hace falta gran simplicidad de fe.

4.-  El estar libre de preocupaciones protege contra el pecado y ayuda a encontrar la verdad, pues en el silencio se descubre lo que a uno le falta. Pero no se pide por ello.

5.-  En el silencio el hombre reconoce su faltas; de ah� surge el temor de Dios, que, seg�n los Santos Padres de Anatolia, es lo primero en el Cristianismo.

6.-  Importa sobre todo el esp�ritu de estos Padres. Para corroborarlo, de acuerdo al Antiguo Testamento donde se viene a decir, seg�n su sentido: para tu trabajo y has de saber que yo solo soy Dios.

7.-  Es el destino del hombre llegar a ser instrumento de la gracia del Esp�ritu Santo; y si le falta la gracia del Esp�ritu Santo, falla, pue Dios ha dicho: Hagamos al hombre seg�n nuestra imagen y semejanza.

8.-  La elevaci�n significa renuncia a s� mismo y conlleva muchos sufrimientos y esfuerzos. Pero la apathia, impasibilidad, nos lleva a Dios, pues el ejercicio y el sacrificio aportan el amor a Dios. Pero por medio de nuestro amor no podemos enriquecer a Dios, pues es totalmente perfecto. M�s bien, por el contrario, este amor puro hacia Dios y los hombres nos llega de parte de Dios como un regalo. El amor divino ilumina nuestro esp�ritu, y esa gracia sobrenatural es como una semilla.

  9.-  Exiten tres grados en la oraci�n de Jes�s: 

A.       El grado de la instrucci�n. En �l ya se experimenta una alegr�a tan indescriptible y un amor tan perfecto, que se piensa que las alegr�as del para�so no pueden ser mayores.

B.        El grado de iluminaci�n divina del esp�ritu: aqu� una semilla sobrenatural purifica el esp�ritu y coraz�n.

C.       El grado de santidad y perfecci�n, de amor puro y de la apathia.

 

 

27.-  LA  ORACI�N  DE  JES�S. (2) -

          (Checa R., Orar es Amar, op.cit., pp. 123-125).

 

     1.-  Concentraci�n de la mente.

     2.-  Debe darse con una postura corporal que favorezca la quietud.

     3.-  Crear un ambiente de aislamiento y de silencio.

    

         Exiten variaciones:

1.-  Inclinar la cabeza apoyando la barba sobre el pecho.

2.-  Sentarse preferentemente en el suelo o en algo bajo (banquillo, coj�n).

3.-  Centrar la vista en un punto, como mir�ndolo, no en forma r�gidamente fija, o bien cerrando los ojos, para la concentraci�n.

4.-  Tomar conciencia de la respiraci�n para unir el coraz�n con la mente.

5.-   La repetici�n de las jaculatorias, puede alcanzar varios miles al d�a; ordinariamente han de hacerse en per�odos no m�s largos de media hora.

6.-  El n�mero de jaculatorias va elev�ndose gradualmente; con el tiempo, hay que decirlas a comp�s con la respiraci�n o con los latidos del coraz�n.

7.-  Si se sigue adelante, las jaculatorias podr�an aumentar al n�mero de doce mil, y prolongarse por el espacio de todo el d�a.

 

     EFECTOS  DE  LA  ORACI�N  DE  JES�S:

 

A.       Se experimenta cierta sensaci�n de calor en el cuerpo.

B.        El dolor, sea f�sico o moral, se aten�a considerablemente.

C.       Nuestro f�sico se ve menos afectado por el fr�o, calor, el hambre, la sed.

D.       Los pensamientos o inclinaciones son menos m�viles y destructivos.

E.        La concentraci�n es m�s penetrante y profunda.

 

   En un Segundo Nivel, la meditaci�n lleva a una interiorizaci�n gradual; la oraci�n, recitada con los labios, pasa al coraz�n y se produce un doble fen�meno: una impresi�n de angustia intensa junto con un fervor del coraz�n, sentimiento vivo de amor.

 

a)        En ocaciones cesan las palabras y el sentimiento de Dios es tan vivo y eficaz, que la persona se emociona profundamente hasta las l�grimas; la mente se exulta de amor sensible.

b)        Cada latido del coraz�n corresponde, pero ya en silencio, al significado de cada una de las palabras de la frase repetida: �Se�or Jesucristo...ten piedad de m�... pecador... 

c)        La Palabra de Dios le�da antes o despu�s aclara m�s vivamente la realidad del hombre interior, que vive la vida del Esp�ritu.

d)       Se descubre que el Reino de Dios est� dentro de nosotros.

e)        Se experimenta que orar es dejar expandirse al Esp�ritu que clama Abba.

      Se est� seguro de una m�s �ntima uni�n con Dios.

 

  En un Tercer Estadio, la oraci�n que habr� centrado en Dios a la persona orante, ahora se abre al universo creado.

 

a)        Queda el hombre invitado a una relaci�n m�s amistosa con los pr�jimos; a�n sin dirigirles la palabra y entablar conversaci�n, se experimenta hacia ellos un gran afecto.

b)        Todas las cosas, se transforman a la mirada del orante, bajo la luz del Esp�ritu.

 

 

28.-  LA  �LECTIO  DIVINA.-  (M�todo benedictino).

       (Ramis Darder Francesc.,  Lucas, evangelista de la ternura. Col. Palabra y vida. Verbo Divino. Estella 1997, pp. 9-14.)

 

    1.-  METODOLOG�A

 

        A.-  Para la lectura

A.       Lectura Personal. � Momento de estudio. Momento de Interiorizaci�n-.

B.        Lectura Comunitaria.

 

        B.-  Reuni�n de estudio

        C.-   Aplicaci�n a la vida: �La lectio divina�.

 

       OBSERVACIONES

 

     2.-  PARA  EL  TRABAJO  EN  GRUPO:   LECTIO  DIVINA

 

         Introducci�n:  Preparamos nuestro interior.

 

         1er. Paso:  Lectura atenta del texto (lectio).

         2�.  Paso:  Nos dejamos interpelar por el texto (meditatio).

         3er. Paso:  La Palabra nos exige una respuesta (oratio-actio).

 

         Conclusi�n.

 

      3.-  PARA  EL  TRABAJO  PERSONAL

 

           �Lectura creyente de la realidad�.

 

 

29.-  LA  PR�CTICA  DE  LA  �LECTIO  DIVINA�.  (M�todo bendictino).

       (Martin C.Ma., La alegr�a del evangelio. Col. El pozo de Siquem 37. Sal Terrae. Santander 1984, 2�., ed., pp. 13-23).

     1.-  La �lectio divina�.

        

          M�todo:   -   la Lectio

          -   la Meditatio

            -   la Contemplatio

        -   la oratio

-   la consolatio

                    -   la discretio

                    -   la deliberatio

                    -   la actio

 

     2.-  Relaci�n con la memoria, el entendimiento y la voluntad. (En comparaci�n con los t�rminos de la metodolog�a patr�stica de la �lectio divina�).

      3.-  La contemplaci�n evang�lica.

      4.-  El dinamismo universal del conocimiento.

      5.-  Car�cter espec�fico de la oraci�n cristiana.

 

30.-  LA  ORACI�N  CENTRANTE.-

        (Keating T., OCSO, Intimidad con Dios. Col. Caminos 9. Descl�e De Brouwer. Bilbao 1997, pp. 11-13).

 

     1.-  Los or�genes de la oraci�n centrante.

     2.-  Actitudesw hacia Dios.

     3.-  La base teol�gica de la oraci�n centrante.

     4.-  La tradici�n contemplativa cristiana.

     5.-  El proceso de la �lectio divina�.

     6.-  Voluntad e intenci�n en la oraci�n centrante.

     7.-  El s�mbolo sagrado como un gesto de consentimiento.

     8.-  La psicolog�a de la oraci�n centrante.

     9.-  La experiencia de profundizaci�n de la oraci�n centrante.

 

 

 

 

 

 

31.-  FORMAS  B�SICAS  Y  LA  PR�CTICA  DE  LA  CONTEMPLACI�N.-

       (J�ger W., En busca de la verdad. Col. Caminos 20. Descl�e De Brouwer. Bilbao 1999, pp. 259-270).

 

    M�todo de los Monjes del Desierto

 

    1�.  El ejercicio con la respiraci�n.

    2�.  El ejercicio de la sentada.

    3�.  Largos per�odos de pr�ctica ininterrumpida.

    4�.  El ejercicio con la palabra.

    5�.  La palabra se unir� a la entrega y al amor.

    6�.  �La percepci�n desnuda?

 

    El ejercicio de contemplar.- (7 pasos).

 

 

32.-  SADHANA,  Un  camino  de  oraci�n.-

       (M�todo del P. Anthony de Mello, S.J.:  Sadhana, Col. Pastoral 6. Sal Terrae. Santander 1985, 6�. ed.)

 

    1.-  CONSCIENCIA:-

 

          Ejercicio 1:  La riqueza del silencio.

          Ejercicio 2:  Sensaciones del cuerpo.

          Ejercicio 3:  Sensaciones del cuerpo. Control del pensamiento.

          Ejercicio 4:  Control del pensamiento.

          Ejercicio 5:  Sensaciones de la respiraci�n.

 

    2.-  CONSCIENCIA  Y  CONTEMPLACI�N: -

      

          Ejercicio 6:  Dios en mi respiraci�n.

          Ejercicio 7:  Comunicaci�n con Dios por la repiraci�n.

          Ejercicio 8:  Quietud.

          Ejercicio 9:  Oraci�n del cuerpo.

          Ejercicio 10:  El toque de Dios.

          Ejercicio 11:  Sonidos.

          Ejercicio 12:  Concentraci�n.

          Ejercicio 13:  Encontrar a Dios en todas las cosas.

          Ejercicio 14:  Hacerse consciente de los dem�s.

 

(ル)        Beneficios personales que derivan de la consciencia.

(レ)     Beneficios para el grupo.

(ロ)     La contemplaci�n resulta m�s f�cil en grupo.

(ワ)     Valor especial de la coscienciaci�n del cuerpo.

 

    3.-  FANTAS�A:-

 

           Ejercicio 15:  Aqu� y all�.

           Ejercicio 16:  Un lugar para orar.

           Ejercicio 17:  El retorno a Galilea.

           Ejercicio 18:  Los misterios gozosos de tu vida.

           Ejercicio 19:  Los misterios dolorosos.

           Ejercicio 20:  Lib�rate del resentimiento.

            Ejercicio 21:  La silla vac�a.

            Ejercicio 22:  Contemplaci�n ignaciana.

            Ejercicio 23:  Fantas�as simb�licas.

            Ejercicio 24:  Curaci�n de recuerdos dolorosos.

            Ejercicio 25:  El valor de la vida.

            Ejercicio 26:  Ver la vida en perspectiva.

            Ejercicio 27:  Diciendo adi�s a tu cuerpo.

            Ejercicio 28:  Tu funeral.

            Ejercicio 29:  Fantas�a sobre el cad�ver.

            Ejercicio 30:  Consciencia del pasado.

            Ejercicio 31:  Consciencia del futuro.

            Ejercicio 32:  Consciencia de las personas.

 

 

     4.-  DEVOCI�N.-

 

            Ejercicio 33:  El m�todo �benedictino�.

            Ejercicio 34:  Oraci�n vocal.

            Ejercicio 35:  La oraci�n de Jes�s.

            Ejercicio 36:  Los mil nombres de Jes�s.

            Ejercicio 37:  Contempla a Jes�s que te est� mirando.

            Ejercicio 38:  El coraz�n de Cristo.

            Ejercicio 39:  El Nombre como presencia.

            Ejercicio 40:  La oraci�n de intercesi�n.

            Ejercicio 41:  Petici�n.

            Ejercicio 42:  Jes�s el Salvador.

            Ejercicio 43:  Frases evang�licas.

            Ejercicio 44:  Santos deseos.

            Ejercicio 45:  Teocentrismo.

            Ejercicio 46:  Llama viva de amor.

            Ejercicio 47:  La oraci�n de alabanza. 

 

33.-  FORMA  DEL  ZAZEN.

       (Enomiya-Lassalle H.M., Zen y m�stica cristiana, op.cit., 188-190).

 

1.-  En primer lugar hay que procurar regular la actividad del coraz�n y de los pulmones. Puesto que el coraz�n domina toda la circulaci�n de la sangre en el cuerpo, hay que poner atenci�n en evitar enfermedades que afectan el coraz�n, como son una afluencia exagerada de sangre, exceso de sangre y molestias en el cerebro, y procurar que la acrividad del coraz�n, as� como la circulaci�n por las venas, funcione bien.

 

2.-  Como el pulm�n es el �rgano que lleva a cabo la limpieza de la sangre y vitaliza todo el cuerpo, la respiraci�n ha de ser lo suficientemente profunda y larga. Hay que tener la actitud como si se quisiera enviar el aire inspirado por todo el cuerpo, desde la coronilla hasta las puntas de los dedos de las manos y de los pies. Cuando la mente est� vigorosa y la sangre circula bien, cuerpo y alma se encuentran bien y el ejercicio avanza a buen ritmo. Las hojas del pulm�n, que son ocho, cubren y protegen el coraz�n. Por eso en las sutras tambi�n se representa al Buda sentado en una flor de loto. Fueron los antiguos indios quienes ya descubrieron que la actividad del pulm�n influye decisivamente en la del coraz�n. De ah� que la regulaci�n de la repiraci�n sea la pieza central del zazen; por eso tambi�n apareci� desde el principio la pr�ctica del susokukan.

Estas explicaciones no precisan de mayor comentario. M�s extra�a nos parece la siguiente teor�a de la columna vertebral, que, por otra parte, sin duda, procede del Yoga de la India. (cfr.cita 81: John Mumford, Psycosomatic yoga, o.c.; Mircea Eliade, Le Yoga, o.c. En Enomiya-Lassalle, Zen y m�stica, o.c., p�g. 188).

La columna vertebral

 

  1.-  En el cuerpo humano dos haces de nervios recorren ambos lados de la columna vertebral. El interior de la columna vertebral es una cavidad hueca. Se llama sushumna. Este espacio est� cerrado en el hombre com�n, que no ha conseguido de alguna manera abrirlo. Mientras sigue cerrado es imposible la libertad total e ilimitada del esp�ritu, debido a las excitaciones de las pasiones, distracciones, muchos afectos y antipat�as y crispaci�n de las propias opiniones.

 

   2.-  Por eso hay que sentarse delante de la pared (zazen) y acostumbrar la respiraci�n a funcionar de un modo regular, para que el coraz�n, los pulmones y la misma respiraci�n se ordenen, y sobre todo para que se tranquilicen los centros nerviosos, pues eso es de la mayor importancia.

 

  3.-  Teniendo en cuenta estas relaciones se aspira el aire por el orificio nasal izquierdo conduciendo a lo largo de la columna hasta (el ano situado en) su extremo inferior, es decir, hasta el gunjariren-yoza, el asiento de loto de la kundalini. All� se retiene el aire unos instantes y luego se lo expulsa espirando por el orificio nasal derecho. (Sobre este ejercicio de respiraci�n escribe detalladamente D�chanet, cf. J.B. D�chanet O.S.B., Yoga f�r Christen, Luzern 1957, 120-122 �versi�n castellana: Yoga cristiano en diez lecciones, DDB, Bilbao-. Citado Enomiya-Lassalle, Zen y m�stica, op.cit., p�g. 189, nota 82).

    La forma de sentarse y su t�cnica, el modo de cruzar las piernas, lo damos por conocido.

  �Hay que poner suficiente fuerza en el abd�men; dicho m�s exactamente, algo por debajo del ombligo donde se encuentra el kikai, el mar de aire, donde los antiguos se imaginaban que estaba el origen de la respiraci�n. Cuando la actividad propia del coraz�n y de los pulmones se ejecuta de modo perfecto, es posible mantener alejados los da�os de la enfermedad del �Zen conceptual� (Significa practicar Zen vali�ndose del pensar discursivo, es decir, de forma te�rica, lo cual cansa la cabeza como siempre con este tipo de pensar, y que puede tener consecuencias funestas si se practica de esta forma por mucho tiempo. Citado por Enomiya, op. cit., idem, nota 83)...

  La sangre de los pulmones se lleva al tanden (lugar a 3 cm por debajo del ombligo). Mientras la respiraci�n es intranquila y los latidos del coraz�n son fuertes, no se consigue nada. Por eso antes que nada hay que regular la respiraci�n. En el espacio de un minuto hay que respirar aproximadamente una vez. Entonces cuerpo y mente, espont�neamente, se encuentran bien y alegres. Desde antiguo se considera que los pulmones est�n ralacionados con el saber y el coraz�n con la voluntad. Cuando por medio de la regulaci�n de la respiraci�n se ha conseguido abrir el ojo de la sabidur�a, entonces al mismo tiempo tambi�n se ejercita el coraz�n (En el hesicasmo u oraci�n de Jes�s tiene lugar una regulaci�n parecida de la actividad del coraz�n, y consecuentemente de la circulaci�n de la sangre, por medio de la respiraci�n. Cfr. Nota 81, p�g. 190 de Enomiya, op.cit.) y se corrige la circulaci�n de la sangre. Sin embargo, si s�lo avanza el saber y no se forma la voluntad, no es posible ning�n progreso del esp�ritu. Por eso hace falta fortalecer al mismo tiempo ambos, pulmones y coraz�n, o perfeccionar la actividad de ambos, tanto de los pulmones como del coraz�n.

 

 

34.-  LA  ORACI�N  SIN  OBJETO.-

       (J�ger W., En busca del sentido de la vida. �Un camino hacia la profundidad de nuestro ser-. Narcea. Madrid 2002, 3�. ed., p�g. 87).

 

           Distinguimos tres formas de oraci�n:  vocal �oratio-, meditaci�n �meditatio-, contemplaci�n �contemplatio-.

 

         Oraci�n vocal.

         Oraci�n mental (oraci�n devota interiorizada).

         Meditaci�n (eventualmente unida a la lectura).

         Oraci�n de recogimiento (activa y pasiva).

 

         A continuaci�n de estas formas comienza la oraci�n propiamente contemplativa:

 

         Oraci�n de quietud.

         Contemplaci�n (llamada tambi�n unio mystica, abismamiento, arte de amar).

 

35.-  M�TODO  DE  MADAME  G�YON  (1648-1717).

        (J�ger, W., En busca, op.cit., p�gs. 124-131).

 

(ア)        El camino activo de la luz.

(イ)        El camino pasivo de la luz.

(ウ)        El camino de la noche.

 

        El proceso de purificaci�n.-

         Este se desarrolla en cuatro etapas:

  1�.  Cierto impulso incita a la persona a adentrarse, mientras que los sentidos exteriores se van durmiendo.

  2�.  Proceso de purificaci�n pasivo, en el que Dios toma la iniciativa y en el cual mueren los �sentidos exteriores�: entendimiento, memoria y voluntad.

  3�.  Desprendimiento del apoyo religioso; no se experimenta a Dios. El ser humano se siente abandonado de todo. Es la etapa de la muerte m�stica.

  4�.  Vuelta a la vida, resurrecci�n e integraci�n de la experiencia en la vida cotidiana.

 

 

36.-  LA  NO-B�SQUEDA  COMO  CAMINO  HACIA  DIOS.

       -M�todo de Maestro Eckhart (1260-1328)-.

        (J�ger, W., En busca, op.cit., p�gs. 107-114).

 

A.       Dos clases de no-saber.

B.        Instrucciones para el ejercicio.

C.       El ejercicio interior.

(ヲ)        Sosiego.

(ン)        Recogimiento.

(ア)        Serenidad.

(イ)        Pobreza.

(ウ)        Abismamiento.

 

D.       Contemplaci�n y Acci�n.

 

 

37.-  CAMINOS  CONTEMPLATIVOS:  JUAN DE LA CRUZ  Y  EL  MAESTRO ECKHART

         (J�ger W., En busca, op.cit., p�gs. 271.273).

 

1.         La no-b�squeda como camino hacia Dios.

2.         El ejercicio interior.

         -  El ejercicio del sosiego.

                     -  Recogimiento.

-  Serenidad.

 

III.  ASPECTOS  PSICOL�GICOS  DEL  CAMINO  INTERIOR.

             (J�ger W., En busca, op.cit., p�gs. 143-189).

 

   1.-  Atenci�n

 

A.       Formas de Atenci�n.

a)        La atenci�n del cuerpo.

b)        Diferentes formas de sentir.

c)        Estados de �nimo.

d)       Procesos intelectuales.

                  

B.        El Yo: punto de intersecci�n de nuestros pensamientos, sentimientos y apetitos.

 

C.       Identificaci�n personal.

 

    2.-  El sacramento del momento presente.

 

         El hombre, nostalgia de Dios.

         Morir para volver a nacer.

         El morir del yo.

         La fuerza transformadora del momento presente.

         El momento presente nos lleva a la experiencia de la vida.

         El maestro Eckhart y el momento presente.

         Dios en el momento presente da la vida presente.

 

     3.-  Estructuras de profundidad y diferentes etapas en el camino interior.

 

A.       Etapas del desarrollo.

1�. Etapa:  Orientaci�n.

2�. Etapa:  Mayor concentraci�n.

3�. Etapa:  Unificaci�n de la consciencia.

4�. Etapa:  Vaciamiento de la conciencia.

5�. Etapa:  Samadhi.

6�. Etapa:  Desmontaje de toda actividad del yo.

7�. Etapa:  Iluminaci�n.

 

B.        Resumen (del camino esot�rico).

                         Tres niveles de percepci�n:

                    1�. Asirse al ejercicio.

 2�. Desasirse del ejercicio.

3�. Percepci�n pura.

 

4.-  Transformaci�n de la consciencia.

 

A.       Ortonoia, paranoia, metanoia.

 

5.- Como tratar las emociones.

 

17.   Emociones y sentimientos.

18.   Transformaci�n de las emociones.

19.   Pautas a seguir.

 

6.-  La cueva del coraz�n.

          

            La cueva, s�mbolo del inconsciente.

            El mito de la caverna de Plat�n.

            La sombra.

            Proyecci�n hacia el exterior.

            Mirar detr�s de la m�scara.

            El s� a la sombra.

            Coexistencia de sombra y consciencia.

            Como se produce la sombra.

            Los demonios interiores.

 

7.-  �Depresi�n o proceso de transformaci�n?

 

            El destino del ser humano.

            La resistencia del yo.

            Sentido del sufrimiento.

            Clases de depresi�n.

            Posibilidades de curaci�n.

 

 

IV:-   EFECTOS  DE  LA  MEDITACI�N.

         (Finkler P., Cuando el hombre ora., op.cit., p�gs. 234-243).

 

    Al observar cient�ficamente, mediante un adecuado instrumental, el organismo humano de la persona entregada a actividades espirituales como el yoga, el zen y, principalmente, la meditaci�n trascendental, se constatan importantes alteraciones fisiol�gicas directamente relacionadas con la actividad mental del sujeto observado.

    La primera constataci�n hecha, en la persona en estado de oraci�n, fue que todas las funciones del organismo se realizan de un modo �ptimo. Todas las causas fisiol�gicas de los trastornos psicosom�ticos y neur�ticos quedan neutralizados, de modo que la salud mejora y se fortalece en todos los sentidos. El relax logra de un modo natural lo que suele lograrse tambi�n a base de psicodrogas, con la diferencia de �stas presentan el inconveniente de acarrear efectos secundarios negativos muy perjudiciales a la salud.

    Entre los efectos fisiol�gicos del estado de relax en que se encuentra la persona entregada a la oraci�n profunda, como es el caso de la meditaci�n trascendental, se observan estos fen�menos:

 

     +  Reducci�n de la tasa metab�lica a 25-30 por 100.

     +  Reducci�n del consumo de ox�geno total en 20 por 100.

     +  Reducci�n de la frecuencia respiratoria de 12-14 a 4-6 respiraciones por minuto.

     +  Aumento cuantitativo de las ondas alfa en el E.E.G. (electroencefalograma).

     +  Aparici�n de la presi�n arterial a una media de 20 por 100 en los pacientes hipersensibles.

     +  Aparici�n de ondas zeta.

     +  Reducci�n de la presi�n arterial a una mdia de 20 por 100 en los pacientes hipersensibles.

     +  Gran aumento (hasta quintuplicarse) de la resistencia cut�nea.

    +  Modificaciones del Ph y del bicarbonato de sodio en la sangre.

    +  Reducci�n en la producci�n de uropepsina.

    +  Disminuci�n del flujo card�aco (flujo de sangre en el coraz�n) de un 25 por 100.

 

  Entre los efectos psicol�gicos ligados a la oraci�n profunda y observados por los cient�ficos, se dan sobre todo los siguientes:

 

    +  Mayor capacidad intelectual y aumento de la energ�a y de la eficacia en cualquier tipo de actividad.

    +  Mayor capacidad de reacci�n psicof�sica.

    +  Mayor calma y eliminaci�n de la tensi�n mental y f�sica.

    +  Sensaci�n y sentimiento de mayor seguridad y de prudencia al hablar y actuar.

    +  Aumento de la capacidad creativa, de la productividad inventiva, del discernimiento, de la intuici�n y de la concentraci�n (en el estudio y en las clases).

    +  P�rdida del deseo de alucin�genos o de drogas depresivas, del alcohol, del tabaco, del caf�..., o total eliminaci�n de estos estupefacientes en las personas viciadas.

    +  Atenuaci�n de s�ntomas de algunos condicionamientos corporales, insomnio, hipertensi�n...

    +  Mejor movilizaci�n de los recursos corporales para afrontar circunstancias intensas, como accidentes, monoton�a sensorial, infortunios, etc.

 

  Como se ve, aparte de los efectos puramente espirituales debidos en exclusiva a la actuaci�n de la gracia, la oraci�n �y sobre todo la contemplaci�n profunda- traen consigo tambi�n impresionantes ventajas puramente humanas a quienes la practican. Es la natural e inevitable componente psicobiol�gica, constitutiva del soporte humano de la persona, la que influye de modo extraordinariamente positivo en el organismo. La resultante l�gica de tales cambios en la personalidad psicobiol�gica puede sintetizarse as�:

 

    +  Un notable ensanchamiento del margen de libertad interior en los procesos resolutorios (decisiones y opciones personales).

    +  Un profundo sentimiento de armon�a y equilibrio interior.

    +  Una mejor�a en las condiciones generales de la salud.

    +  Un crecimiento de la sensaci�n de felicidad y de alegr�a de vivir.

 

  A esto se puede a�adir que la persona sencillamente se transforma en m�ltiples aspectos de su personalidad: moral, psicol�gico y hasta f�sico y fisiol�gico. Son resultados que muchos consiguen s�lo elaborar penosamente a lo largo de meses y aun a�os de psicoterapia. Se dir�a, pues, que los resultados m�s costosos al hombre, en desgaste de su energ�a y no poco sufrimiento, Dios se los concede gratis y multiplicados por diez a sus amigos m�s �ntimos.

  Corrigiendo la natural incontinencia de los sentidos, con la actitud pasiva, el Esp�ritu encuentra m�s libertad de actuar en el alma, la inteligencia, la mente y el coraz�n del hombre. De este modo se hacen mucho m�s claros incluso los conceptos puramente intelectuales que la exagerada interferencia de los sentidos, atiborrados con el recuerdo importuno de toda clase de experiencias, suele anieblar impidi�ndoles la apreciaci�n exacta de las cosas. Ni siquiera los mecanismos de elaboraci�n �por lo general tan sobrecargados de tensi�n con las exigencias profesionales y dom�sticas- consiguen realizar unas tareas tan finas y delicadas. La purificaci�n interior simplifica tambi�n los procesos naturales. El desasimiento profundo de todos los apegos permite una gran movilidad al Esp�ritu con la capacidad de penetrar sagazmente todas las cosas. 

 

 

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                      B I B L I O G R A F � A  

 

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Escr�benos

 

Marco Antonio de la Rosa Ruiz Esparza

Revista Lindaraja

Foro de Realidad y ficci�n

www.filosofiayliteratura.org/zen/zenbiblia.htm

Marco Antonio de la Rosa Ruiz Esparza, M.G. (Misionero de Guadalupe). Nacido en Aguascalientes, Ags., (M�x.). Estudi� filosof�a en la Universidad Iberoamericana y teolog�a en la Universidad Intercontinental, obteniendo el t�tulo de licenciado en teolog�a. Ordenado sacerdote en 1983. Reside en Jap�n desde 1986. P�rroco de Sukugawa, Pref. Fukushima (1992-1996). Representante de los Misioneros de Guadalupe ante el Consejo Diocesano de Pastoral de la Di�cesis de Sendai, noroeste de Jap�n (1993-97) y del 2004 a la fecha miembro del Consejo Presbiteral y en ausencia del obispo del Consejo de Gobierno de la misma. Trabajo de Pastoral de Conjunto en la regi�n de Aizu, Prefectura de Fukushima (1996-2004), donde fue director de dos grupos de contemplaci�n Sadhana y Moderador de la misma (2002-2004). Practic� zazen con los Maestros Zen, Drs. Sato Kenko y Klaus Riesenhuber, S.J., y contin�a bajo la asesor�a del �ltimo. Desde febrero 2005 formar� parte del Consejo Regional de la Misi�n de Jap�n de los Misioneros de Guadadalupe para el per�odo 2005-2009. Actualmente reside en la catedral de Sendai. 

  

 

 

 

 

 

 

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