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HEBEL - EL AMIGO DE LA CASA
Conferencia de Martin Heidegger Fragmentos �Qui�n es Johann-Peter Hebel? El camino que podr�a llevarnos directamente a responder a esta pregunta ser�a sin duda dejarnos contar la vida de este hombre. Quiz�s escuchamos todav�a el nombre de Johann-Peter Hebel aqu� y all� en la escuela primaria. Conocemos algunos de sus poemas en el libro de lectura y retenemos m�s o menos uno u otro en la memoria. El nombre de Johann-Peter Hebel viene tambi�n a nuestros o�dos al leer alguna de sus �historias de calendario�. ��������������� �nicamente descubriremos lo que �l tiene en miras cuando sepamos qui�n es el verdadero Amigo de la Casa. Aunque esto nos sorprenda, este no es de ninguna manera Hebel. �Qui�n es entonces? Hebel mismo nos da la respuesta en un pasaje significativo de sus Consideraciones sobre la estructura del mundo. Si prestamos atenci�n a lo que hay en este pasaje de caracter�stico, encontramos que nos da una orientaci�n decisiva en nuestro intento de pensar la esencia del Amigo de la Casa a partir de la casa del mundo. El pasaje en cuesti�n se encuentra al final de las consideraciones sobre la Luna. He aqu� lo que dice en �l: �En octavo y �ltimo lugar, �qu� hace entonces exactamente la luna en el cielo? Respuesta: lo que le hace a la tierra. Es cierto que ella ilumina nuestras noches con su dulce luz, que es el reflejo de los rayos solares, y que contempla a los muchachos besar a las muchachas. Es ella, verdadero �Amigo de la Casa� y primer hacedor del calendario de nuestra tierra, el general en jefe de todos los serenos cuando los dem�s duermen� (Betrachtung ueber das Weltgebauede. Der Mond 1, pp. 326 ss.). El verdadero �Amigo de la Casa� de la tierra es la luna. �Qui�n osar�a expresar sucintamente y, por esta misma raz�n, con palabras inevitablemente desprovistas de fineza, lo que aqu� aparece como la caracter�stica del Amigo de la Casa? Hebel, el terrestre .Amigo d�., la Casa, aporta con su decir, lo mismo que la luna con su brillo, una dulce luz. La luna alumbra nuestras noches. Pero la luz que aporta, no la alumbra por s� misma. No es m�s que el reflejo de aqu�lla que ha recibido previamente de su sol, cuyo esplendor ilumina al mismo tiempo la tierra. El reflejo del sol, que la luna suaviza y remite a la tierra, constituye, en su calidad de reflej�, la imagen del decir po�tico confiado al Amigo de la Casa. As� iluminado, �ste repite entonces lo que le ha sido confiado a quienes habitan la tierra con �l. En todo cuanto dice, el Amigo de la Casa salvaguarda lo esencial a que se remiten los hombres en cuanto habitantes (de la tierra) , pero sobre el que se adormecen, sin embargo, muy f�cilmente. Lo mismo que la luna, general en jefe de los serenos, el Amigo de la Casa .permanece en vela durante la noche. Vela el buen reposo de los habitantes, atento a lo que puede amenazarlos y turbarlos. Primer hacedor del calendario, la luna predetermina , el curso de las horas y del tiempo. As� el decir po�tico precede a los mortales en el camino que recorren del nacimiento a la muerte. El Amigo de la Casa mira a los muchachos besar a las muchachas. Su mirada es maravillosa, no es aquella de un espectador indiscreto. Vela para que sea acordado a los enamorados el claro de luna, esa dulce claridad que no es puramente terrestre ni celeste sino que depende a la vez de las dos, de la una y de la otra, constituyendo originalmente s�lo una. Al contemplar la luna, Hebel nos hace descubrir la esencia del Amigo de la Casa. Camino y estancia, actitud y porte del Amigo de la Casa. son un solo y el mismo reflejo que, particularmente discreto en su vigilancia, dota a todas las cosas de un nimbo de dulce luz, apenas perceptible. A esto corresponde lo que Hebel, a titulo de Amigo de la Casa, dice de s� mismo. Este pone aqu� y all� en sus relatos y consideraciones un �peque�o grano de oro� (II, 99) . �Pues el Amigo Renano de la Casa va y viene con asiduidad a lo largo del Rin, mira a trav�s de m�s de una ventana sin que se lo vea, se sienta en m�s de un albergue sin que se lo reconozca y realiza con muchas buenas gentes una o dos caminatas dominicales sin hacerse reconocer�. En esta forma, el Amigo de la Casa piensa por consiguiente mucho m�s de lo que dice a su amigo lector y calla lo que tiene verdaderamente que decir. Como lo escribe al final de una de sus historias de calendario (II, 164) : �El Amigo de la Casa tiene su opini�n sobre este tema, pero no la dice�. Ciertamente, el Amigo de la Casa sabe igualmente a qui�n se dirige su decir: a la �gran feria del mundo y de la vida� (II, 172) . �No se presta al principio gran atenci�n a las idas y venidas de los unos y los otros, hasta que se encuentra finalmente en medio de gente absolutamente distinta a aquella con que se encontraba al comienzo�. El Amigo de la Casa sabe tambi�n claramente que la vida de los mortales est� esencialmente determinada y sostenida por la palabra. Hebel escribe en una carta fechada en septiembre de 1808: �Una gran parte de nuestra vida es el recorrido m�s o menos agradable o desagradable de un laberinto de palabras, y la mayor parte de nuestras guerras son (...) guerras de palabras� (Briefe, p. 372) . �������.. El que la naturaleza t�cnicamente dominable de la ciencia y la naturaleza natural de la habitaci�n humana se aparten entre s�, se separen como dos terrenos extra�os y que se huyen con una constante aceleraci�n, es algo digno de ser considerado como un problema, un problema cuyo nombre exacto todav�a no conocemos. El que la naturaleza calculable se apodere, en cuanto mundo presuntamente verdadero, de toda reflexi�n y aspiraci�n del hombre, que transforme y endurezca el pensamiento humano para hacerlo pensamiento puramente matem�tico, es albo digno de ser considerado como un problema. El que la naturaleza natural caiga en la nulidad de una creaci�n imaginaria y no toque ni siquiera ya a los poetas, es algo digno de ser considerado como un problema. El que la poes�a misma no pueda ser ya una forma determinante de la verdad, es algo digno de ser considerado como un problema. Todo lo que precede puede igualmente enunciarse as�: erramos hoy en una casa del mundo a la que falta el Amigo de la Casa, ese amigo precisamente cuyo apego al mundo construido t�cnicamente y al mundo en cuanto casa concebida para una Habitaci�n m�s aut�ntica, es igualmente profundo. Falta este Amigo de la Casa capaz de poner .la calculabilidad y la t�cnica de la naturaleza al abrigo del misterio manifiesto de una naturalidad de la naturaleza que seria entonces de nuevo experimentada. Sin duda este Amigo de la Casa hace campesino el universo. Pero este �hacer campesino� tiene el car�cter de una construcci�n tendiente hacia una habitaci�n humana m�s aut�ntica. Es menester para esto constructores que sepan que el hombre no vivir� de la energ�a at�mica sino que podr� cuando m�s perecer -es decir-, que perder� su esencia inclusive si esta energ�a at�mica es empleada �nicamente para fines pac�ficos, mientras esos fines pac�ficos contin�en siendo los �nicos decisivos para toda ambici�n y toda determinaci�n humanas. Ante esta situaci�n, los verdaderos constructores piensan que el simple hecho de vivir no es todav�a habitar: pues el hombre, cuando habita, �habita�, de acuerdo con la frase de H�lderlin, �po�ticamente sobre esta tierra�. Johann-Peter Hebel es poeta bajo los rasgos del Amigo de la Casa. Es evidente que ya no podemos, actualmente, retornar al mundo vivido por Hebel hace un siglo y medio, ni a la rusticidad integral de esta �poca, como tampoco a su conocimiento limitado de la naturaleza. Pero podemos estar atentos al hecho y a la manera en que la po�tica de la habitaci�n humana tiene necesidad del poeta, siendo �ste, en un sentido elevado y amplio, el amigo de la casa del mundo. Podemos entrever aquello a lo que Johann-Peter Hebel alude cuando piensa al poeta como siendo el Amigo de la Casa, es decir aquel que �conduce al lenguaje� la , casa del mundo concebido para habitaci�n de los hombres. ������������.
Pero el lenguaje es un camino, un puente que une la profundidad de lo sensible absoluto con la elevaci�n del esp�ritu m�s audaz. �En qu� medida? La palabra del lenguaje suena y resuena en la sonoridad verbal, se ilumina y brilla en la escritura. Sonido y escrito son, en efecto, sensibles al enunciarse y aparecer siempre un sentido. Sentido sensible: la palabra mide la extensi�n del espacio comprendido entre tierra y cielo. Gracias al lenguaje permanece abierto el campo en que el hombre habita la casa del mundo, sobre la tierra, bajo los cielos. Podemos experimentar el lenguaje como siendo esos caminos y revueltas que recorre, con el esp�ritu l�cido, Johann-Peter Hebel, el poeta. Podemos, si buscamos ligarnos amistosamente con qui�n, por ser poeta, es el amigo de la casa del mundo: con Johann-Peter Hebel, el Amigo de la Casa. Martin Heidegger
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