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lindaraja    REVISTA de estudios interdisciplinares y transdisciplinares. ISSN:  1698 - 2169      Números de la Revista

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¿Fin del arte?

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Revista Lindaraja

nº 15,

enero de 2008

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

SOBRE LA IDEA DEL ESPÍRITU EN LA OBRA DE ARTE

 

Por: Israel Flores Olmos

En cumplimiento al curso:

La obra y el sujeto en el arte contemporáneo: ¿Ha desaparecido la obra de arte?

Profesores: José F. Zúñiga García y José García Leal

 

 

          La idea del espíritu presente en el arte es una noción que va a marcar y definir la obra de arte en Hegel, la constitución misma de la obra de arte se define por la idea, es la manifestación o apariencia sensible de la idea[1].

Ahora bien, esta concepción de la obra de arte nos permite preguntarnos hasta dónde es posible la aparición fenomenológica del Espíritu en el arte supremo en cuanto exposición del fin último absoluto y qué implicaría esto para el llamado “fin del arte” que se proclama hoy.

Hegel va a ir delimitando el lugar de la manifestación de la idea, sin negar la belleza en la naturaleza, subraya la superioridad de lo bello en la obra artística. Lo bello natural no es compatible a lo bello artístico: “la superioridad de lo bello artístico sobre lo bello natural es proporcional a la del espíritu sobre la naturaleza”[2]. Hegel sostiene esto ya que para él el arte es la vía por la cual el ser humano ha tomado conciencia de las ideas supremas del espíritu. De hecho, aun en las religiones es el arte el que ha venido a ser el único modo en que la idea del espíritu se presentaba.

Para Hegel, la manifestación de la idea en el arte se dará por dos vías, una general donde lo bello es parte del todo, de un “círculo que se conduce a sí mismo”; y otra vía particular en que la estética expone la necesidad de especificar los diferentes enfoques sobre lo bello, las diferentes categorías a través de las cuales aflora lo bello, razonar sobre ellas, obtener lo bello mediante presuposiciones y el razonamiento sobre éstas.

Después de disertar sobre amabas vías, Hegel enmarca su concepto de idea y la posible manera en que ésta se manifiesta en la obra, no sin antes enfrentar las problemáticas que cada vía plantea para la filosofía del arte, a saber, la multiplicidad de lo bello que hace difícil encontrar una “regularidad canónica” y por otro lado, lo huidizo del arte para el pensamiento, es decir la incapacidad de conceptualizarlo. Ante estos dos retos Hegel concluye finalmente que el arte puede conceptualizarse ya que es producto del espíritu y dado que la obra de arte procede del espíritu está más cerca de nosotros que lo natural y puede pensarse, conceptualizarse:

Sobre lo espiritual podrá tener el espíritu conciencia de sí, una conciencia pensante […] la obra de arte pertenece al dominio del concepto, es engendrada por el espíritu, y en el espíritu el pensar es los más interno, lo más esencial; y en tanto el espíritu se instala en productos exteriores, no se falsea ni se pierde a sí mismo en ellos[3].

 

          Es por ello que para Hegel el arte ha llegado a su fin, pues, dice, “para nosotros, la determinación suprema del arte es el conjunto algo pasado”[4]. Ya no es ese tipo de vitalidad del arte como ánimo, corazón, fantasía lo predominante, por lo que para él el punto de vista de aquella cultura donde el arte alcanza un interés esencial, ya no es el nuestro[5], han pasado los buenos tiempos dirá. Pero lo que se ha perdido es esa característica especial que la obra presenta y es la idea, parece ser que es lo que ha llagado a su fin, la capacidad del arte por hacer presente o manifestar la Idea, lo espiritual.

A la idea, a lo divino, a lo absoluto en su determinación concreta podemos llamarlos lo espiritual en general. Pues lo espiritual es lo verdadero, es al espíritu donde regresan todos los puntos de vista como a su resultado último, a su verdad. Si la idea es concreta, es, entonces, lo espiritual, y éste es el verdadero fin, el fin último; también el fin del arte. El fin es, por tanto, el mismo que el de la religión y la filosofía. A este respecto, habría que decir de pasada que una cosa es [hablar] del fin último, y otra de los medios para realizarlo […] Puede decirse que el arte expone la idea mediante la apariencia, mediante ilusión. [6]

 

        Pero Hegel hace una diferencia sutil, entre el presente sensible-realidad y el arte-apariencia. Sobre esa oposición ha de apuntarse que lo que se entiende como realidad sensible no se llama realidad en filosofía; en el sentido del espíritu únicamente es verdadero lo en-y-para-sí. Lo verdadero en el presente sensible son los poderes que hay en ello, lo espiritual, lo ético; estos poderes eternos universales son los que se exponen a través del arte. Pero es precisamente “el arte el que libera completamente de ese accesorio sensible a lo eterno en la historia, y así nos hace presente la idea”[7]. Es aquí donde nos preguntamos si esto es posible, si en verdad la obra de arte realiza esta aparición fenomenológica del espíritu, si la obra de arte nos presenta la Idea.

Aquí es necesario hacer notar la una nueva distinción de Hegel, entre la idea y el ideal. La idea es lo verdadero en su universalidad, la idea general. Pero lo ideal es la verdad en su realidad efectiva y la determinación esencial de la subjetividad, la idea configurada es ideal[8]. Pero ya antes había dicho que “si la idea es concreta, es, entonces, lo espiritual, y este es el verdadero fin, el fin último del arte”[9]. Por otro lado está otra noción, la de “arte perfecto”, el cual se da cuando la idea corresponde a la figura. La cuestión que planteamos si se puede dar en verdad este arte supremo que manifieste la aparición fenomenológica del espíritu en cuanto expone el fin último absoluto.

Nos parece que este es una presunción excesiva en la estética de Hegel, esta división tajante entre arte supremo e imperfección del arte, ya que dadas las condiciones que ha establecido, es muy poco probable que alguna obra haya alcanzado a exponer el fin último, la idea en ese sentido. Hay que reconocer sin duda la gran coherencia en el sistema hegeliano al plantear así su estética, y que él mismo reconocer como parte de un todo más amplio, a saber la enciclopedia, la cual es capaz de relacionar el espíritu absoluto con cualquier parte de ella misma, o como él va a decir “como un círculo que se reconoce en sí mismo”[10].

En la exposición de la primera parte de su Estética cuando profundiza más en el concepto de idea en el arte, dice: “Idea no significa otra cosa que la unidad del concepto y la realitas, en general, el concepto realizado”[11] pero tanto Idea y realitas mantienen su esencialidad. Más adelante Hegel expone con una metáfora (la semilla-potentia y el árbol-actu) la relación entre Idea y realitas en donde expone la relación entre ambos: de la idea surge la realitas sin que la primera tenga que necesariamente mutarse en la segunda. Aquí notamos un matiz de lo que la obra de arte realiza en cuanto a la aparición fenomenológica del espíritu. Notamos el paso de una “concentración total del espíritu en la obra de arte”, a un simple reflejo de este. Aun así, es posible notar cierta contradicción, entre lo dicho anteriormente y lo que ahora se explica. Pero además Hegel sostiene el principio de contradicción en la vida, en la realidad: “Si no existiera más que aquello que no tolera contradicción, entonces no podría  existir nada vivo. La vida (más aun el espíritu) es la fuerza de poder soportar la contradicción y la disolución de ésta”[12] y la idea está en lo vivo, de este modo, el concepto accede a un ser-para-si. Sin embargo, la respuesta encierra la contradicción y es solo sosteniendo la contradicción es que se responde parcialmente a nuestra pregunta.

Pero ahora entramos a la segunda parte de la cuestión. El que la obra de arte sea la concreción sensible a la Idea, ¿significa que ya no es posible más este arte?, es decir, que el arte ya no cumple con esta premisa dado que los “buenos tiempos han pasado”. No cabe duda que en muchos sentidos el arte ha devenido “utilidad”, en especial en lo económico, o bien, mera representación, reflexión, concepto, por lo que se podría decir un sí al fin del arte junto con Arthur C. Danton, ante el fin de los límites entre arte y publicidad[13]. Pero por otro lado hay que reconocer que no es todo así, y aunque cabría la posibilidad de decir nuevamente junto con Danton, que lo ha llegado a su fin no es el arte, sino a cierto fin definido[14], o a cierta teoría del arte. Sin embargo, aun se podría seguir considerando que la obra es expresión, manifestación y si manifestación, cabe ser interpretado. Gadamer dirá que la manifestación del arte es la presencia de lo común a todos: lo divino, lo mítico[15]. Así dirá Gadamer que la coincidencia entre la idea y la manifestación de ésta tiene sentido aun en el arte, pero exige el trabajo tanto de autor como del lector, para el primero una búsqueda de su propia caligrafía, y del segundo un trabajo hermenéutico de familiaridad con lo que se dice, vencer la extrañeza[16].

Podemos decir que la parcial respuesta de Hegel a nuestra pregunta toma vigencia en Gadamer, ya que la idea (aun cuando no sea el espíritu absoluto), puede encontrarse o captarse en la obra de arte: “la obra encuentra al arte siempre de manera que el receptor le atribuya, a ella o al artista, que es su creador, una intención o una idea, y de manera que en ciertas circunstancias la propia obra deba permanecer detrás de su idea”[17].

Finalmente, nos parece que este horizonte de la obra de arte, no es compartida solamente por Gadamer, sino aun, dentro de sus paradojas, por Danto, como describe José García Leal[18], cuando define la obra de arte por un lado como “el ser sobre algo” y por otra parte, que es la que nos interesa señalar, como el “encarnar su significado”, en donde Danto de hecho asume la tesis Hegeliana de la obra como la manifestación sensible a la idea, y dice:

El concepto de símbolo que estoy proponiendo es casi completamente hegeliano por cuanto consiste en la encarnación sensible o material de lo que Hegel desde luego habría llamado Idea: es la Idea hecha carne, por así decir, y en consecuencia implica una clase especial de comprensión[19].

De este modo podemos concluir que, si bien una posible interpretación, entre otras, de la obra de arte puede continuar la línea hegeliana como la manifestación sensible a la idea, esta idea dista de ser una manifestación fenomenológica del espíritu absoluto, y sin embargo seguir siendo una idea sensible, la cual demanda un trabajo hermenéutico por parte del lector de dicha obra.

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Bibliografía

 

DANTO, Arthur C. (1999b), Más allá de la caja de brillo. Las artes visuales desde la perspectiva posthistórica. Traducido por Alfredo BROTONS MUÑOZ. Barcelona: Paidós.

—.  (2003 [2000]), La Madonna del futuro. Ensayos en un mundo del arte plural. Traducido por Gerard VILAR. Barcelona: Paidós.

GADAMER, Hans-George. La herencia de Europa. Ensayos. Traducido por Pilar GIRALT GORINA. Barcelona: Península, 1990.

GARCIA LEAL, José. «Las paradojas de Arthur Danto.» Separata revista de "Estudios filosóficos" LIV, nº 157 (2005): 441-461.

HEGEL, Georg Wilhem Friedrich. Flosofía del arte o estética (Verano de 1826). Apuntes de Friedrich Carl Hernann Victor von Kehler. Editado por Anneari Ethann-Siefrt y Berardette Collengberg-Plotnikov. Traducido por Domingo Hernández-Sánchez. Madrid: Abada-Universidad Autónoma de Madrid, 2006.

 

 

 

[1]Cf.  HEGEL, Georg Wilhem Friedrich. Flosofía del arte o estética (Verano de 1826). Apuntes de Friedrich Carl Hernann Victor von Kehler.

[2] Ibid, p. 49.

[3] Ibid, p, 61.

[4] Idem.

[5] Ibid, p. 63.

[6] Ibid, p. 97. El subrayado es mío.

[7] Ibid,p 99

[8] Ibid, p. 99

[9] Ibid, p. 97

[10] Ibid, p. 55

[11] Ibid, p 115

[12] Ibid, p. 120

[13] DANTO, Arthur C (1999b) “Arte superior, arte inferior y el espíritu de la historia” en Más allá de la caja de brillo. Las artes visuales desde la perspectiva posthistórica. P, 149.

[14] DANTO, Arthur C (2003) “La obra de arte y el futuro” en La Madonna del futuro. Ensayos en un mundo del arte plural. p. 469.

[15] Cf. GADAMER, Hans-George. "¿fin del arte? Desde la teoría de Hegel sobre el carácter pasado del arte hasta el antiarte de la actualidad", en La herencia de Europa. Ensayos. P. 72.

[16] Cf. Ibid, pp. 75-76.

[17]  Ibid, p. 78.

[18] Cf. “Las paradojas de Arthur Danto” en (GARCIA LEAL 2005)

[19] (DANTO 1999, 71)

 

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© Israel Flores Olmos es investigador en la Universidad de Granada.

 

 

 

 

 
 
 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 
 
       

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