Revista
Lindaraja
nº 6, otoño de 2006
|
Nietzsche:
La
filosofía narrativa de la mentira, la metáfora y
el simulacro
por
DOMINGO CÍA LAMANA
Nietzsche en
varios pasajes de sus obras, pero sobre
todo, en su pequeño escrito Sobre Verdad
y Mentira en sentido extramoral (que vió
la luz como póstumo en 1903), va
aclarando que la fuente original del
lenguaje y del conocimiento no está en
la lógica sino en la imaginación. En la
capacidad radical e innovadora que tiene
la mente humana de crear metáforas,
enigmas y modelos. El edificio de la
ciencia se alza sobre las arenas
movedizas de ese origen. |
«¿Qué es
entonces el la verdad? Una hueste en
movimiento de metáforas, metonimias,
antropomorfismos, en resumidas cuentas,
una suma de relaciones humanas que han
sido realzadas, extrapoladas y adornadas
poética y retóricamente y que después de
un prolongado uso, un pueblo considera
firmes, canónicas y vinculantes.Las
verdades son ilusiones de las que se ha
olvidado que lo son; metáforas que se
han vuelto gastadas y sin fuerza
sensible, monedas que han perdido su
troquelado y no son ahora ya
consideradas como monedas, sino como
metal.» (1) |
|
Estos
supuestos dan la clave de la respuesta
de Nietzsche a la pregunta por el
impulso a la verdad. El hombre es un
animal social y ha adquirido el
compromiso moral de «mentir
gregariamente», pero con el tiempo y el
uso inveterado |
« ...se olvida
[...] de su situación [...] por tanto
miente inconscientemente y en virtud de
hábitos seculares y precisamente en
virtud de esta inconsciencia [...] de
este olvido, adquiere el sentimiento de
verdad.» (2) |
Con razón
podemos constatar que hay mucho Kant en
la epistemología de Nietzsche. Si
llevamos esta teoría suya del
conocimiento a la descripción de una ley
de la naturaleza, él mismo se pregunta y
él mismo se contesta en el pequeño libro
que escribe y al que nos estamos
refieriendo: «¿Qué es en suma para
nosotros una ley de la naturaleza?» E
igual que un discípulo de Kant con su
lección de la Crítica de la razón pura
bien aprendida, nos contesta: |
|
«No nos es
conocida en sí, sino sólo por sus
efectos [...] y (sus relaciones) nos
resultan completamente incomprensibles
en su esencia [...] en realidad sólo
conocemos de ellas lo que nosotros
aportamos: el espacio y el tiempo, por
tanto las relaciones de sucesión y los
números.» (3) |
Así, Nietzsche
se refiere expresamente a la metafísica
trascendental que él había vituperado
cien veces en sus obras, para acabar
indicando que |
«...como la
araña teje su tela, así estamos
obligados a concebir todas las cosas
sólo bajos esas formas.» Y así, «toda la
regularidad de las órbitas de los astros
y de los procesos químicos, regularidad
que tanto respeto nos infunde, coincide
en el fondo con aquellas propiedades que
nosotros introducimos en las cosas, de
modo que, con esto, nos infundimos
respeto a nosotros mismos.» (4) |
Nos hemos
acercado a Nietzsche no tanto para
estudiar su teoría del conocimiento sino
para constatar cómo fundamenta sobre la
metáfora, por tanto sobre lo narrativo,
la posibilidad racional del ser humano.
Y así con rotundidad acaba el capítulo
al que nos estamos refiriendo: |
«En efecto, de
aquí resulta que esta producción
artística de metáforas con la que
comienza en nosotros toda percepción,
supone ya esas formas y, por lo tanto,
se realizará en ellas; sólo por la
sólida persistencia de esas formas
primigenias resulta posible explicar el
que más tarde haya podido construirse
sobre las metáforas mismas el edificio
de los conceptos. Este edificio es,
efectivamente, una imitación, sobre la
base de las metáforas, de las relaciones
de espacio, tiempo y número.» (5) |
La metáfisica
se puede emplear como poesía, subrayando
la gran significación de las apariencias
y la gran función de la invención y
falsificación en la narración, poesía y
en el mito. |
Esta necesidad
de metáfora Nietzsche la lleva a todos
los campos humanos, tanto los del saber
como los del lenguaje. Se convierte en
un impulso fundamental del hombre del
que no se puede prescindir ni un
instante aún cuando esté produciendo
conceptos para la ciencia. Sobre todo,
esto se ve en la capacidad del hombre de
hacer arte y de elaborar mitos que |
«...continuamente muestra el afán de
configurar el mundo existente del hombre
despierto, haciéndolo tan
abigarradamente irregular, tan
inconsecuente, tan inconexo, tan
encantador y eternamente nuevo, como lo
es el mundo de los sueños.» (6) |
El hombre toma
conciencia de estar despierto cuando en
alguna ocasión un tejido de conceptos es
desgarrado de repente por el arte y
llega a creer que sueña: |
«La diurna
vigilia de un pueblo míticamente
excitado, como el de los antiguos
griegos es, de hecho, merced al milagro
que se opera de continuo, tal y como el
mito supone, más parecida al sueño que a
la vigilia del pensador científicamente
desilusionado. Si cada árbol puede
hablar como una ninfa, o si un dios,
bajo la apariencia de un toro, puede
raptar doncellas.... |
Tal operación
mediadora es la trama, a través de la
cual los acontecimientos singulares y
diversos adquieren categoría de historia
o narración. La trama confiere unidad e
inteligibilidad a través de la síntesis
de lo heterogéneo. Nada puede ser
considerado como acontecimiento si no es
susceptible de ser integrado en una
trama, esto es de ser integrado en una
historia.» (7) |
No podemos
decir que el relato histórico sea
idéntico al relato narrativo. En el
primer caso la verdad apunta a una
realidad ya acontecida, pero la ficción
puede hacer que la misma diosa Atenea
puede ser vista en compañía de
Pisístrato recorriendo las plazas de
Atenas en un hermoso tiro -y esto lo
creía el honrado ateniense-, entonces en
cada momento, como en sueños, todo es
posible y la naturaleza entera revolotea
alrededor del hombre como si solamente
se tratase de una, creando así un
conflicto, que dura hasta nuestros días
entre conocimiento y arte, ciencia y
sabiduría. Mentir ha dejado de ser algo
que pertenezca a la moralidad y se
convierte en «desviación consciente
de la realidad que se encuentra en el
mito, el arte, la metáfora». Mentir,
en el terreno de la estética, es
simplemente el estímulo consciente e
intencional de la ilusión. |
Vaihinger, en
su magnífico estudio, hace un recorrido
de las obras de Nietzsche recogiendo las
citas que tengan que ver con la
capacidad de ilusión. Brevemente
recogeré algunas que nos ayuden a
describir la fuerza de la ficción e
ilusión en el mundo de la narrativa. En
los Escritos póstumos de su período
juvenil, el arte, al tiempo que es una
creación consciente, es también y sobre
todo una ilusión estética: «nuestra
grandeza reside en la suprema ilusión,
pues es ahí donde somos creadores...»
El último de los filósofos prueba la
necesidad de la ilusión. La consumación
de la historia de la Filosofía es por
tanto, de acuerdo con Nietzsche, la
filosofía de la ilusión: Nuestra
grandeza reside en la suprema ilusión,
pues es ahí donde somos creadores. Según
Nietzsche vivimos pensado completamente
bajo la influencia de los efectos de lo
ilógico: |
«...conocer es
simplemente trabajar con la metáfora
favorita de uno... porque la
construcción de metáforas es el instinto
fundamental del hombre.» |
Pero aún hay
más. Para Nietzsche puede haber errores
necesarios: |
«a veces
necesitamos la ceguera y debemos
permitir que ciertos errores y artículos
de fe permanezcan intactos en nosotros
mientras nos mantengan en vida.» (8) |
A estas
ficciones las llama «ficciones
reguladoras» y las reconoce como
«errores ópticos», simplemente porque
las necesitamos para vivir. Y son
errores en la medida en que todas las
leyes de la perspectiva deben por su
naturaleza ser errores. En este sentido
habla de las auténticas falsedades
vivientes, de los errores vivientes y
añade: |
«He aquí por
qué debemos permitir vivir a los errores
y proporcionarles un amplio dominio.
Para que pueda haber algún grado de
consciencia en el mundo, tiene que
surgir un mundo irreal de error...
Mientras no ha surgido un mundo
imaginario, en contradicción con el
flujo imaginario ... y así podemos ver
el error fundamental sobre lo que
descansa todo lo demás: la creencia en
la permanencia... pero este error sólo
puede ser destruido con la vida misma
... nuestros órganos están ajustados al
error. Así pues surge aquí en el hombre
sabio la contradicción entre la vida y
sus últimas determinaciones: el instinto
del hombre para el conocimiento
presupone la creencia en el error y en
la vida ... errar es la condición de la
vida .. el hecho de que sabemos que
erramos no suprime el error :" ¡Y esto
es un pensamiento amargo! Debemos amar y
cultivar el error: es la madre del
conocimiento.» (9) |
Varios pasajes
corroboran este convencimiento
nietzscheano: |
«Hemos
organizado un mundo en el que podamos
vivir -suponiendo cuerpos, líneas,
superficies, causas y efectos,
movimiento y reposo, forma y contenido;
¡sin estos artículos de fe nadie sería
capaz de soportar la vida! Pero esto no
significa que ya se ha aprobado algo. La
vida no es argumento; pues el error
podría ser una de las condiciones de la
vida. |
Nuestra
concepción empírica del mundo, se basa
en "presupuestos fundamentalmente
erroneos ..., el mundo como idea
significa el mundo como error.» (10) |
En este
contexto Nietzsche alude expresamente a
Kant: |
«...cuando
Kant dice: la razón no deriva sus leyes
de la naturaleza sino que las prescribe
a la naturaleza, eso es, con respeto al
concepto de naturaleza completamente
verdadero.» |
Esta frase de
Kant, como podemos inferir de otras
referencias ocasionales a ella, le
produjo una gran impresión a Nietzsche.
Es justamente esta fuerza de la mente
creadora, inventiva, poética y
falsificadora, lo que Nietzsche subraya
repetidamente. Después de Kant se vuelve
problemático seguir manteniendo la
diferente caracterización, establecida
sobre la base del dualismo platónico,
entre lenguaje filosófico como lenguaje
de la verdad, y el lenguaje literario
comprendido desde la descripción clásica
de la retórica. Kant enseña que entre la
cosa en sí y el lenguaje no existe
posibilidad de adecuación. El lenguaje
fuerza -como luego describirá Nietzsche-
la identificación de lo no idéntico
introduciendo la posibilidad de la
analogía. La naturaleza del lenguaje es
esencialmente simbólica, figurativa o
metafórica. No podemos sobrepasar sus
límites. No existe realidad-fundamento
anterior al lenguaje que pudiera ser el
criterio de verdad para distinguir un
lenguaje literal de otro imaginario o
retórico. |
La diferencia
filosofía-literatura, de poderse
establecer, habrá de girar en torno al
propio lenguaje, deberá ser una
diferencia interna al texto. |
Nietzsche
consciente o inconscientemente sigue el
camino kantiano del conocimiento y de la
noción de verdad. La verdad crítica
kantiana no conserva ya la definición
tradicional de verdad como adequatio más
que como definición formal o nomina La
verdad trascendental no es más que la
realidad objetiva de los conceptos,
condición de posibilidad de la
comprensión efectiva de algo. O dicho de
otra manera y con terminología kantiana:
«La verdad trascendental no es más
que el proceso mismo de la
representación del concepto en la
intuición». (11) |
De modo que -y
esto nos interesa recoger en nuestra
tesis que habla de un tipo de expresión
que es el narrar- en el planteamiento
kantiano la filosofía tiene, al igual
que el arte, al mismo tiempo como objeto
y condición de una verdad, su propìa
re-presentación. Y esta verdad no es más
que la exactitud de una adecuación que
no es ya la adecuación a una cosa sino
la síntesis de la autoexposición, o sea,
adecuación según la cual el objeto se
representa. La verdad trascendental no
requiere, en definitiva, una
comprobación de su conformidad con la
cosa como instancia y criterio exterior,
sino representarse, autoexponerse,
ejecutarse como filosofía. |
Nietzsche
reconoce también la distinción entre
cosa-en-sí y apariencia como una
invención conceptual: |
«la verdadera
esencia de las cosas es una invención
del ser pensante o concipiente, sin la
cual no sería éste capaz de
representarse las cosas a sí mismo. La
totalidad del mundo fenoménico es una
concepción tejida de errores
intelectuales, el mundo como idea es lo
mismo que el mundo como error.» (12) |
Nuestro mundo
externo es un producto de la fantasía.
La creencia en las cosas externas es uno
de los errores necesarios de la
humanidad. El mundo sensible y
perceptibe es, en su totalidad, el poema
primordial de la humanidad. |
Nos interesa
llevar toda esta teoría del conocimiento
de Nietzsche al terreno de la estética
que es donde vamos a situar finalmente
la categoría narración, objetivo de
nuestro estudio. Nietzsche habla del
«engaño artístico». El arte, es «una
especie de culto a lo falso» y se basa
en «la voluntad de ilusión». A este
propósito cito el significativo pasaje: |
«¡Qué es
entonces apariencia para mí! Seguramente
no lo contrario de ningún Ser real. ¡Qué
puedo yo decir de Ser alguno excepto los
meros predicados de su apariencia!
¡Seguramente no una máscara muerta que
se puede poner sobre la cara de algún
desconocido, y también presumiblemente,
volver a quitársela! Apariencia es para
mí lo que actúa y mueve...» |
En las obras
de Nietzsche que se suelen poner en el
tercer período, como Zaratustra, Más
allá del Bien y del Mal, Genealogía de
la Moral, El crepúsculo de los ídolos,
Anticristo, aparece el problema del
valor de la verdad, situado no sólo más
allá del Bien y del Mal, sino también
más allá de la verdad y la falsedad: «no
es más que un prejuicio moral el
considerar a la verdad como más valiosa
que la ilusión». Y es aquí donde
Nietzsche indica que la perspectiva es
la condición básica de toda vida. En
este sentido Nietzsche había ya dado a
su filosofía el título de «perspectivismo».
Y así encontramos citas como esta:
«Nuestro poder lógico-poético de
determinar las perspectivas de todas las
cosas». Y en un tono más kantiano,
Nietzsche se refiere a la abundancia de
errores ópticos que inevitablemente
fluyen de ahí y que debemos mantener
conscientemente. |
Este modo
perspectivo de creación imaginativa, que
se halla en todos los seres orgánicos,
constituye un acontecer, un acontecer
interno que acompaña al externo. Vuelve
a repetir que el engaño y la
falsificación son necesarios para la
vida. Somos los únicos seres de la
naturaleza que tenemos la capacidad de
crear esto es de inventar, imaginar. |
Parece como si
hiciéramos vivir a los organismos de la
naturaleza nominándolos con nombres
equivocados: sustancias, atributos,
causa, efectos. En este sentido, por
ejemplo, la física hace uso de la teoría
atómica, aunque ésta es una de las cosas
más refutadas que existen, pero la
teoría científica sirve al científico
como una herramienta conveniente, como
una abreviatura de sus medios de
expresión: |
«Esta ley
natural de la que vosotros físicos
habláis tan orgullosamente, pero que
existe sólo en virtud de vuestra
interpretación, no es ningún hecho, es
sólo una ingenua forma humana de ordenar
las cosas.» (13) |
A estas
ficciones las llama Nietzsche
perspectivas: «Si saliéramos del
mundo de las perspectivas, pereceríamos
... Debemos aprobar lo falso y
aprobarlo» (XIV, 13). En filosofía
sujeto y objeto son conceptos
artificiales, aunque coyunturalmente
indispensables y causa y efecto no
deberían hacerse erróneamente concretos,
deberían usarse sólo como ficciones
convencionales con el propósito de
definir, entender y explicar. |
«Somos
nosotros mismos los que hemos inventado
las causas, interdependencias,
relatividad, impulso, número, ley,
libertad, fin: y cuando leemos este
mundo de signos en las cosas como algo
realmente existente y mezclado con
ellas, simplemente estamos haciendo lo
que siempre hemos hecho, es decir,
mitologizar.»
(14) |
Lo que queda
aclarado con el célebre texto: |
«El carácter
erróneo de un concepto no constituye
para mí una objeción a él; la cuestión
es en qué medida es ventajoso para la
vida... En efecto, estoy convencido de
que las suposiciones más erroneas son
precisamente las más indispensables para
nosotros, que sin admitir la validez de
la ficción lógica, sin medir la realidad
con el mundo inventado de lo
incondicionado, lo idéntico en sí mismo,
el hombre no podría vivir; y que una
negación de esa ficción... es
equivalente a una negación de la misma
vida, Admitir la falsedad como una
condición de la vida implica,
ciertamente, una terrible negación de
las valoraciones acostumbradas.»
(15) |
A este
respecto Nietzsche se refiere al
principio de certidumbre pedido por
Descartes y se pregunta ¿qué pasaría si
Dios, a pesar de Descartes, fuese un
embaucador?: |
«Supongamos
que hay algo engañoso y fraudalento en
la naturaleza de las cosas... En
semejante caso, en cuanto somos una
realidad, tendríamos que participar, en
alguna medida, en esta engañosa y
fraudulenta base de las cosas y en su
voluntad básica" "Descartes no es
bastante radical. Ante su deseo de tener
certeza y su no quiero ser engañado, es
necesario preguntar ¿por qué no? ... El
punto de partida: ironía contra
Descartes: dado que hubiese algo
engañoso en la base de las cosas de las
que hemos surgido, ¡qué bueno sería de
omnibus dubitare! Podría ser el mejor
modo de engañarnos a nosotros mismos".
De esto se sigue que: La voluntad de
apariencia, de ilusión, de engaño... es
más profunda, más metafísica, que la
voluntad de verdad ... y es que el
carácter perspectivo y engañoso
pertenece a la existencia, debemos no
olvidarnos de incluir esta fuerza
forjadora de suposiciones y perspectivas
en el Ser Verdadero.»
(16) |
Nietzsche
resume su doctrina en las siguientes y
monumentales palabras: |
«Parménides
dijo: No pensamos lo que no es. Nosotros
en el otro extremo, decimos: lo que
puede ser pensado debe ser ciertamente
una ficción».
Por esto Nietzsche no se cansará de
repetir que la apariencia, la ilusión y
la ficción no han de ser censuradas:
«El perspectivismo nos es necesario».
Se trataba de inventar irrealidades y
hacerlas creibles hasta el punto de
lograr que, por la fe de los hombres,
tomaran cuerpo: que se convirtieran en
realidades. |
|
4. La Creación
por la Metafora |
Acabamos de
ver que en la teoría del conocimiento de
Nietzsche se nos indica que conocemos
desde nuestro ángulo de visión o
perspectiva. No nos es posible una
mirada total, nos pertenece el límite de
espacio y sobre todo de interpretación.
Vemos si interpretamos. Es nuestra
posibilidad y nuestro riesgo. Esto es lo
que nos propone Nietzsche: un nuevo tipo
de razón. Una razón narrativa o
categoría narrativa lo llamamos
nosotros, que penetre en las zonas de
irracionalidad del ser humano. El
hombre, dice M. Zambrano, ha procedido a
«una reforma del entendimiento» cada vez
que, en momentos críticos de la
Historia, la realidad ya no corresponde
a las explicaciones dadas, es propio
resistirse al entendimiento.(17) Como
la realidad normalmente se resiste al
entendimiento, hay que acudir a la
reforma del entendimiento, hay que
atreverse a nombrar lo irracional. La
verdad se nos presenta siempre como una
perpetua aproximación que nos está
obligando a descubrir un nuevo uso de la
razón más complejo y delicado: la razón
narrativa o categoría narrativa. |
La categoría
narración se puede presentar como una
metáfora al estilo de la metáfora de la
«aurora», que emplea Schelling en su
juventud, cuando escribe a Hegel, o como
la metáfora de la «esfera» de
Schopenhauer. También nos referimos a la
Ilustración con la metáfora de la «luz»
y la metáfora «crisis» se suele emplear
para aludir al Renacimiento en
contraposición al fideismo del medioevo.
Pues bien, la categoría narración puede
referirse a la complejidad de lo humano
y a sus posibilidades de experimentar la
realidad que se presenta delante. Sólo
si la experimenta la puede después
narrar. Turbayne indica que el hombre
está condenado tanto a la interpretación
como a la perspectiva y por tanto a la
metáfora. Lo importante es que sea
consciente de las metáforas que
establece y que no las confunda con la
realidad. |
Será bueno
recordar que la palabra griega metafora
proviene de meta (más allá) y fero
(llevar), es decir: meta-foreo:
trasportar; metafora significa por
tanto, etimológicamente, trasporte.
Desde sus inicios el concepto de
metáfora se presenta como el de un
instrumento adecuado para traspasar los
límites impuestos por la forma literal
del lenguaje. La metáfora ha sido
considerada tradicionalmente como una
comparación abreviada. |
La metáfora
designa un objeto mediante otro que
tiene con el primero una relación de
semejanza. Así la mente manifiesta su
poder por sí mismo la capacidad
fundamental que tiene la mente para
expresar relaciones que trasciende lo
habitual. Superamos así la simple
adecuación lenguage- cosa y construimos
mundos abstractos. |
Turbayne
denuncia ciertas metáforas que, a lo
largo de la historia comezaron siendo
modelos geniales para terminar
erigiéndose en verdades; así el
mecanicismo de Descartes y de Newton.
Esto se debe, piensa el autor, a una
invasión de especie: «cuando es empleado
por una metáfora y se la toma en sentido
literal, estamos frente a un ejemplo de
invasión de una especie».(18) Turbayne
invita a considerar las metáforas como
hipótesis en su sentido genuino, es
decir, como suposiciones. Aunque no
todas las |
hipótesis son
metáforas: es menester que también haya
«simulación». |
La simulación
es la primera cualidad a tener en cuenta
a la hora de fundamentar un «relativismo
positivo», puesto que en el momento en
que deja de haber simulación la metáfora
se convierte en creencia. Dicho de otro
modo, el sentido metafórico se convierte
en literal cuando se desvanece la
conciencia de simulación. Se dice
entonces que la metáfora es una metáfora
muerta. La metáfora viva es aquella en
cuya enunciación se sigue manteniendo la
conciencia de la aplicación inadecuada
de sus términos. |
Convertida en
creencia, la metáfora muerta hará perder
a la razón su movimiento genuinamente
creativo y se producirá un
anquilosamiento. «El que cae víctima de
la metáfora -afirma Turbayne- acepta una
manera de clasificar, agrupar o colocar
los hechos como la única que existe para
clasificarlos, agruparlos o ubicarlos.»
(19) Esta
rigidez sistemática se evita con el
nuevo uso de la categoría narración en
donde la «verdad literal» puede
convertirse en una falacia, como nos ha
dicho Nietzsche. Si se ha hecho uso
consciente o inconsciente de una
metáfora es porque no se podía dar otra
visión más «auténtica» de la realidad
aún en el supuesto de que la hubiere. |
¿Quiere esto
decir que todo conocimiento de la
realidad deba ser metafórico? Que todo
conocimiento sea interpretativo no
implica que toda interpretación sea
metafórica. Toda interpretación, como
toda hipótesis, tiene en su base una
analogía, aunque sólo fuese por el mero
hecho de que lo que conocemos debe
expresarse en función de algo ya
conocido, ya sea por contradicción o
semejanza, por extensión, pertenencia,
etc. Ver algo como otra cosa parece
inevitable, de manera que las
estructuras cognitivas llegan a ser
sofisticados sistemas referenciales cuyo
referente no es ninguna «realidad»
originaria, sino el mismo sistema
lingüístico con sus propias y primitivas
referencias. |
Kant ya enseñó
que en el conocimiento estamos
necesitados de esquematizar. Y algo
tiene que ver con la metáfora. |
«Lo que es
esquema y esquematismo puede
experimentarlo cualquiera sólo por
propia intuición interna, puesto que
nuestro pensar lo particular, en el
fondo es siempre esquematizado. En el
lenguaje usamos siempre universales como
designación de lo particular; por ello
el lenguaje mismo no es otro caso que un
esquema.»
(20) |
La metáfora
permite una nueva visión, una nueva
organización del universo, un nuevo
orden, pero lo realmente nuevo son las
asociaciones que permiten ese nuevo
orden. Inventar una metáfora es crear
asociaciones nuevas. Dar lugar a una
metáfora (abrir un lugar) es crear
sentido. Y, si toda realidad, como
piensa Zambrano, exige ser descifrada de
un modo tan nuevo como nueva es la forma
de presentarse la realidad en cada
momento, la razón que la descifre habrá
de se razón creadora . (21)Y
no es extraño, como indica N. Goodman,
que hay tantos modos de ser del mundo
como modos hay de expresarlo, verlo,
describirlo. Y ninguno de estos modos de
ser es el modo de ser el mundo. Lo que
equivale a decir que el hecho de que el
mundo se predique de diversas maneras no
da derecho a suponer que el mundo es de
una determinada manera. Sin embargo,
puede decirse que el mundo es de
diversas maneras, siendo así que el
hombre es un ser condenado a captarlo,
verlo, entenderlo, describirlo,
solamente en uno u otro de sus modos.
Pero, consecuentemente, cada hermeneuma
o interpretación (en terminología de
Goodman) será real, será el mundo
verdadero, y poco importa que exista o
no, fuera de ellos, un mundo original. |
La creación de
realidades no es una actividad
solitaria; se crea en sociedad, igual
que se hacen las culturas, las cuales
son expresiones ordenadas de las
realidades. No hay realidad
independiente como no hay mirada
absolutamente descondicionada. «Los
mitos del ojo inocente y del dato
absoluto son cómplices terribles»,
afirma Goodman. Desestimada la
recuperación de las formas, hay, sin
embargo, una manera de conjurar la |
realidad, de
lograr su presencia en su indefinible
totalidad, utilizando la metáfora como
diagrama y un centro íntimo de quietud
como lugar de ceremonia. Si se trata de
extender los límites de la imaginación o
de averiguar cuáles son estos límites,
si es que realmente los hay, el lenguaje
metafórico parece el más adecuado para
conseguir ensanchar superficies
visibles. Si llevamos toda esta teoría
al objetivo de comprender al hombre, nos
damos cuenta que no es posible explicar
al hombre, sino sólo entenderle, en el
espacio que ocupa de historia. Pero
tampoco frente a la historia puedo
comportarme como un registrador
objetivo. Como ser histórico estoy más
bien incluido siempre en mi inteligencia
de la historia. |
Y, si como
acabamos de decir, yo me experimento a
mí mismo sólo mediante el rodeo de mi
encuentro con la historia, también se
puede al revés: que yo me entero de la
historia sólo a través del rodeo de la
intelección de mí mismo. |
Esto es lo que
suele llamarse «círculo hermeneutico»:
el modo en que yo me entiendo a mí mismo
se debe seguramente -según quiere Hegel-
a la impresión del curso de la historia,
por lo que es imposible estar «libre de
prejuicios». En la medida en que nos
tropezamos con el hecho de que el hombre
como ser histórico se introduce siempre
en su inteligencia de la historia, se
presenta también como el elemento nuevo
que no es un objeto ni puede
comprenderse objetivamente. Por esta
razón Nicolai Berdiaiev, en su |
libro El
sentido de la historia, puede
presentar el mito como una
reconstrucción profunda de la vida. |
El mito abarca
una dimensión de la vida humana, que
sería inaccesible a una postura
epistemológica puramente objetiva. El
que no podamos aprehender una historia
exclusivamente objetiva, tiene su
fundamento no en una necesidad de
mistificación, en un anhelo de posibles
trasmundos, que actuarían en una
dirección oculta. El motivo, como hemos
recordado antes, hemos de encontrarlo en
que el propio sujeto está inserto en la
historia y que penetrar en la
profundidad de los tiempos equivale
siempre y de inmediato a penetrar en la
profundidad de sí mismo. |
Esa es la
razón de que la historia no se nos puede
dar desde fuera, sino desde dentro. El
mito pretende expresar la dimensión
profunda de la historia y constituye un
elemento de todas las manifestaciones de
inteligencia de la historia. No se trata
de una historia inventada sino
interpretada. |
Aparecen así,
dentro del espacio de la metáfora que
estamos estudiando en este punto, varios
temas que tienen que ver con la
narración: el tiempo, la experiencia, la
formación, la ficción etc. |
Si la vida y
la vida del concepto puede ser de muchas
maneras, y no algo unívoco, ¿nos lo
construimos? ¿Expresamos todo desde
algún sólido fundamento? Si éste
estuviera en algún determinado lugar, lo
señalaríamos siempre en un espacio. Pero
hemos dicho que tratamos de narrar lo
que hemos construido en la propia vida o
lo que construimos mientras vivimos. Es
lo que permite a la narración ser
inventiva: la vida se puede inventar y
crear de mil formas incluidas las formas
estéticas o trágicas del vivir. Y este
punto abre la narración al campo de la
hermeneutica. Pero además la narración
no tiene por qué señalar cargas de
sentido existencial o propuestas
teleológicas. |
Se hace
comprendible lo experimentado porque
cumple la aceptación del tiempo. Por eso
cuesta comprender las narraciones
milagrosas y cansan las lecciones
dogmáticas, porque el hombre entiende lo
experimentado de mil formas. No se le
puede encorsetar. |
|
5. El Mundo de
los Simulacros |
El tema de la
metáfora con su necesidad de prospectar
«ilusión» o «simulación» tiene que ver
con la teoría del conocimiento en
Nietzsche y con el verdadero contenido
de la categoría narración. Nietzsche,
provocativamente, como hemos visto más
arriba, nos recuerda la gran paradoja:
el engaño y la falsificación son
necesarias para la vida humana. |
Y por esto
mismo tiene que ver todo lo que llevamos
dicho con el tema del simulacro que
Nietzsche nos invitó a usar y que
Deleuze estudia magníficamente al
presentar el «eterno retorno» y la
«voluntad» nietzscheanos. |
La empresa de
pensar lo irracional la ha emprendido
Deleuze manteniendo así, como se ha
llamado, un «pensamiento nómada». Al
mismo tiempo, la reflexión de Deleuze
ofrece un lenguaje y unas ocurrencias en
este mismo campo de la narración que
habrá que recibir con cuidado. |
En el prefacio
a su libro Diferencia y repetición que
fue su tesis doctoral, Deleuze esboza su
proyecto: «queremos pensar la
diferencia misma, y la relación de lo
diferente con lo diferente,
independientemente de las formas de
representación que la conducen a lo
mismo y la hacen pasar por lo negativo.»
(22) El
mundo moderno es para Deleuze el mundo
de los simulacros. |
Foucault, que
ha leido este texto con detenimiento,
afirma que se necesita un pensamiento
afirmativo que diga sí a la diveregencia
y a la multiplicidad y cuyo instrumento
sea la disyunción. Se trata de un
pensamiento que oponga multiplicidad a
unidad, heterogeneidad y dispersión a
homogenización y totalización
unificadoras En el teatro de la
representación filosófica, para Platón
el modelo es lo Mismo y la copia lo
semejante. El mundo de la representación
es entonces el mundo de la identidad, de
lo Mismo. Es un mundo en el que imágenes
y semejanzas se someten a la identidad
pura del modelo del original. |
Deleuze
presenta la voluntad nietzscheana de
«inversión del platonismo», que es
disolución del mundo de la
representación y liquidación del
principio de identidad. Se restituye el
simulacro que había sido relegado por
Platón a la condición de copia
degradada. En esta tarea de «inversión
del platonismo», que para Deleuze es la
tarea de la filosofía moderna, se
encuentra en compañía de Nietzsche y de
los amigos de Nietzsche: Maurice
Blanchot, Pierre Klossowski, Michel
Foucault, y Gilles Deleuze. |
La «inversión
del platonismo» consiste en la
«restitución del simulacro», relegado
por Platón a copia degradada (iconos,
semejanzas). El simulacro tiene la
fuerza de negar tanto el original como
la copia, como su reproducción. |
La «muerte de
Dios» para Klossowski no es sino la
muerte de la garantía sustancial de la
«identidad del yo». Al mismo tiempo que
Dios muere, el yo se disipa y se
disuelve. Blanchot contribuye a precisar
las características del aforismo, en su
análisis de la escritura fragmentaria de
Nietzsche. (23) Según
Deleuze, la distinción del modelo y la
copia se hace para fundar y aplicar la
distición de los iconos y los
simulacros. La noción de modelo
interviene no tanto para oponerla al
mundo de las imágenes en general, sino
para establecer la diferencia entre
ellas, para seleccionar las buenas de
las malas imágenes. Por eso, para él,
todo el platonismo se construye sobre la
voluntad de rechazo al simulacro (24). |
Para Platón el
mundo de las imágenes (eidola) no es
otro que el mundo de la imitación. Todo
lo que tiene que ver con el mundo de la
fabricación de imágenes, artes
plásticas, poesía, tragedia, música se
refiere a la actividad imitadora. «La
mímesis es una cosa del orden mismo de
la producción, poiesis; producción de
imágenes y de ninguna manera de las
mismas realidades» (Sofista, 265 b).
Distingue dos clases de imitacion a las
cuales corresponden dos clases de
imágenes: la que produce copias (iconos)
y la que produce simulacros
(fantasmas). |
A una la llama
el «arte de las copias» (eikastikén) y a
la otra «el arte de los simulacros» (phantastikén).
El primero consiste en copiar con un
máximo de fidelidad, nos dice Platón, un
modelo del cual se quieren producir
tanto sus dimensiones exactas como
características idénticas de color. En
cambio, el segundo arte produce
sólamente simulacros, es decir, figuras
o imágenes que aparecen distorsionadas,
ya sea por la ubicación desfavorable del
espectador o por las proporciones
considerables del modelo, las cuales no
pueden menos que crear ilusiones.
(Sofista, 235e-236c; 264c). |
Además, en el
Sofista Platón nos habla de pintores que
utilizan trucos para engañar al
espectador: existen pintores, nos dice,
que haciendo uso de su técnica, enseñan
desde lejos sus dibujos a los jóvenes
para producirles la ilusión de que están
en la capacidad de crear la realidad, de
la cual su pintura no es sino una
imitación de la apariencia en cuanto
tal. Por eso esta reproducción, en
cuanto tal imitación de la apariencia,
no es más que un simple fantasma o
simulacro (Republica 523b y 602b-d).
Porque el arte del simulacro consiste en
hacer aparecer las imágenes como si
fueran la realidad, en reemplazar la
realidad por imitaciones o ilusiones.
Aquí encontramos la clave que permite
una distinción entre las copias-iconos y
los simulacros-fantasmas. |
Platón
distingue entre dos clases de modelos:
uno que corresponde a las copias y otro
a los simulacros. Las Ideas son el
modelo a partir del cual se producen las
copias-iconos y éstas, a su vez, sirven
de modelo a los simulacros-fantasmas. |
En la
Republica (Libro X, 595b-597a) Platón se
pregunta por el modelo que utiliza el
artesano en la fabricación de muebles.
Aclara que el artesano no construye la
cama misma, en su esencia, es decir, la
cama real, aquella que es la idea misma.
Para él, el artesano «no hace la
idea, la cual es la cama misma, sino una
determinada cama». Llega a
distinguir entre tres tipos de cama: la
que existe en la naturaleza fabricada
por un dios, la que produce el artesano,
y la que realiza el pintor. El artesano
utiliza como modelo la idea, o sea, la
cama misma, aquella fabricada por un
dios, la cama esencial, la «cama única
por naturaleza». De modo que lo él
produce es una imagen, una copia al
modelo original. El pintor es sólo un
imitador de la obra de los artesanos:
copia una apariencia de la realidad «la
apariencia en cuanto tal» (Republica
598c). La copia es apariencia y el
simulacro es una simple imitación de
esta apariencia; es pues apariencia de
la apariencia, copia de una copia, un
icono infinitamente degradado, una
semejanza infinitamente disminuida, como
lo anota Deleuze (25). El simulacro
participa así solamente de una semejanza
de imitación respecto a su modelo que es
la copia. Pero nos preguntamos ¿por qué
destarrar al simulacro? ¿Qué intenta con
ello Platón? Nietzsche parece
descubrirlo con perspicacia inigualable,
según nos lo cuenta Deleuze. Así, la
exclusión del simulacro, del sofista por
ejemplo, como maestro del simulacro,
tiene características políticas, es
decir, morales. Cuando se interroga
sobre los presupuestos más generales de
la filosofía concluye en su carácter
esencialmente moral. La Idea del Bien,
por ejemplo, existe para fundar la
supuesta afinidad del pensamiento con lo
verdadero y para establecer entre lo
verdadero y lo justo un compromiso
indisociable. A partir de Platón, la
práctica justa debe adecuarse a
enunciados denotativos, que describen la
justicia misma, su idea o su esencia y
que, por tanto son verdaderos. Así, si
la denotación del discurso describe la
justicia, es correcta, es decir, si este
discurso es verdadero, la práctica
social que rige es o debe ser
necesariamente justa. Y es en esto en lo
que Platón piensa cuando habla del
filósofo-rey como legislador. La
realización de lo justo se encuentra
pues supeditada al discurso que dice la
verdad de lo que la justicia es en sí
misma, es decir, su idea o su esencia. |
Por esto no es
posible concebir lo que es justo, al
margen de la mímesis de esta esencia o
idea de justicia. En otras palabras, no
es posible concebirlo sino a partir de
la verdad propia al modelo de justicia.
Lo verdadero y lo justo se encuentran
así indisociablemente ligados. |
Y es el
carácter legitimador, de selección y
exclusión que Platón asigna a la verdad
lo que convierte, de acuerdo con
Nietzsche, a la voluntad de verdad en
voluntad de poder, y así comienza la
«inversión del platonismo». |
Nietzsche
intenta pensar el simulacro al margen de
la opción dualista del mundo verdadero y
el mundo aparente, del modelo y su
reproducción, de la identidad propia del
original y la semejanza de la que
participan las copias. Logra pensar el
simulacro como diferencia en una
relación inmediata de lo diferente con
lo diferente, que no conlleve la
repetición eterna de la unidad, la
identidad o la semejanza, es decir de lo
Mismo. Intenta |
lograr el
simulacro por fuera de la
representación. Todo esto se logra con
una determinada interpretación que
Deleuze hace de las categorías
nietzscheanas del «eterno retorno» y
«voluntad de poder», que compartimos
plenamente. |
La categoría
narración es capaz de contar
experiencias místicas que tengan que ver
con la idealidad platónica de la Unidad,
pero sobre todo está abierta, cuando
aparece el género novela, al
reconocimiento del simulacro. |
Seguimos así
insistiendo en la afirmación anterior de
que la vida y la vida del concepto puede
ser de muchas maneras. |
|
NOTAS |
(1) Vaihinger,
La voluntad de ilusión en Nietzsche, en:
«Teorema», 1980, pág. |
(2) Ibid., pág
2. |
(3) Ibid.,
pág. 15. |
(4) Ibid.,
pág. 16. |
(5) Ibid.,
pág. 16. |
(6) Ibid.,
pág. 18. |
(7) Ibid.,
pág. 28. |
(8) Ibid.,
págs. 33 y 34. |
(9) Citado en
ibid., pág. 37. |
(10) Ibid.,
pág. 34. |
(11) I.Kant,
Crítica de la Razón Pura, trad. cast. P.
Ribas, Madrid 1978, p. 196. |
(12) Citado
por Vaihinger, op. cit., p. 41.
|
(13) Citado
por Vaihinger, op. cit., p. 54.
|
(14) Ibid.,
pág. 54. |
(15) Ibid.,
pág. 54. |
(16) Ibid.,
pág. 54. |
(17) Cfr. M.
Zambrano, «La reforma del
entendimiento español», en: Hora de
España IX (Valencia) sept. 1937,
recogido en Senderos, Barcelona,
Anthropos, 1986. Citado en: Chantal
Maillard, La creación por la metáfora,
Anthropos, Barcelona 1992, pág. 155.
|
(18) Turbayne,
El mito de la metáfora, F.C.E., Mexico
1974, p. 37. |
(19) Turbayne, op. cit., p. 42.
|
(20) Chantal
Maillard, La creación por la metáfora,
op. cit., pág. 161. |
(21)
Maurice Blanchot, «Nietzsche et
l'écriture» en: L´entretien
infini, Paris 1969.
Hay versión
castellana en: Nietzsche 125 años. |
(22)
G. Deleuze, Différence et répétition,
Paris 1976, p. 166. |
(23) G.
Deleuze, Lógica del sentido,
Barcelona 1989, pág. 255 y ss.
|
(24)
G. Deleuze, Différence et répétition,
op. cit., pág. 311. |
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|
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©
Domingo Cía Lamana, 2007
Reflexión
sobre el libro de
Fernando
Pérez Burbujo, dedicado a la filosofía de Eugenio Trías.
DOMINGO
CIA LAMANA
E-mail:
dcia@xtec.net
© Publicado
en la Revista de Filosofía "A parte Rei", nº 8, junio de
2002
© Revista
Lindaraja, octubre 2006
LINDARAJA. Revista
de estudios interdisciplinares y transdisciplinares.
Foro universitario de Realidad y
ficción.
URL:
http://www.filosofiayliteratura.org/lindaraja/nietzschementirametafora.htm
REVISTA de estudios interdisciplinares
y transdisciplinares
FILOSOFÍA,
LITERATURA, ARGUMENTACIÓN,
CIENCIA, ARTE
Foro de Realidad y
ficción
www.realidadyficcion.org
www.filosofiayliteratura.org
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