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                                                                    REVISTA PYTHAGORAS        

                                                                           I.E.S. "Pedro Jiménez Montoya" Baza (Granada)

                                                         

   

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La biblioteca popular, su gestión y sus tiempos[1]

Ponencia expuesta en el Encuentro Nacional de Bibliotecas Populares, 4 de mayo de 2007 en Buenos Aires, organizado por la Comisión Nacional Protectora de Bibliotecas Populares (Conabip) de Argentina.

        

 Alberto Tasso[2]

(Bibliotecario, sociólogo, historiador, poeta)  

Es un gusto enorme dialogar hoy con ustedes, agradeciendo a la CONABIP esta invitación que me honra. Quisiera decir primero que no me considero un especialista en este tema. Lo que puedo decir viene de mi experiencia de gestionar una biblioteca familiar, y de integrar la comisión directiva de la Biblioteca Sarmiento, lo que me permitió comenzar a conocer el funcionamiento de una biblioteca desde adentro. Eso sucedió hace unos diez años, cuando se anunciaba la crisis que hoy fechamos en 2001, pero que duró varios años, y aún están frescas sus huellas. Mi trabajo en las bibliotecas nació como una respuesta al malestar que generaba ese momento. Digo esto porque ahora nos estamos recuperando, y podamos evaluar su impacto. La Argentina que tenemos a la vista es en buena parte resultado de esta experiencia tan difícil.

Así llegué a darme cuenta que la sociedad es un rompecabezas en el cual las piezas están cambiando de forma permanentemente. Nosotros y nuestras instituciones somos esas piezas, y cambiamos casi todos los días. Veo a las bibliotecas como máquinas simples que operan en sociedades complejas, y tienen necesariamente que adecuarse todo el tiempo a un contexto que es variable y a menudo turbulento. Entonces, es prioritario entender la biblioteca en su espacio y en su tiempo. Biblioteca es un común denominador que nos dice varias cosas: hay libros y alguien que facilita su lectura, un local y alguna forma de organización. Pero los ambientes en los cuales la biblioteca está emplazada pueden hacerla variar sustancialmente.

Tiene que estar en permanente adaptación a los tiempos, y para ello es necesario revisar su filosofía, concepto e historia, porque muchas experiencias innovadoras, ya se han hecho, y muchas otras pueden desde luego inventarse. Es bueno pensarla desde el punto de vista de la gestión, en el sentido de qué hace cada uno para alcanzar los objetivos y los fines compartidos.

Cuando uno se pregunta “¿qué características tiene la biblioteca popular? ¿cuáles son sus servicios? ¿cuál es su organización?”, uno puede verla desde la mirada de Peter Drucker, pero también partir de las ideas de Sarmiento, que tenía un concepto verdaderamente avanzado sobre el tema.[3]

 

Alianzas: con quiénes y para qué

 Esta mesa tiene como uno de sus temas a las alianzas. ¿De qué estamos hablando cuando hablamos de las alianzas? Lo principal es referirse a la biblioteca, y junto a la biblioteca, están los bibliotecarios, los autores, los libros y los lectores, que cierran el círculo de la función de la biblioteca. Me pareció interesante, entonces, presentar unas pocas ideas sobre el tipo de alianzas que ellos puedan establecer.

Me parece que la primera es con uno mismo, en tanto saberse bibliotecario, o querer serlo. Analizar nuestra formación y nuestra práctica. Nadie nace bibliotecario, lo vamos siendo en forma gradual, por distintas circunstancias. Así comienza un proceso importante a nivel de la propia biografía, de nuestra experiencia como lectores, investigadores, buscadores, buceadores de la biblioteca. Nos interesamos en la historia de nuestra biblioteca y necesitamos recurrir a conceptos más generales.

Otra importante alianza hacia adentro, es aquella que une al grupo de personas que hacen la biblioteca, en el sentido de conducirla, atender su vida y sus necesidades, y tener la puerta abierta a los lectores. El grupo que llamamos equipo motor es esencial para llevar adelante esa gestión.

De modo que habrá alianzas hacia adentro, con uno mismo y con el equipo, procurando que sea amplio, en diversidad de pensamiento, en condiciones sociales, en edades. También habrá alianzas hacia fuera, el Estado y toda la gama de organizaciones sociales, educadores y productores. Y entre ambas, alianzas con los autores (de libros u otro tipo de productos culturales) y tras ellos los editores, imprenteros, libreros, críticos y comentaristas.

No está de más preguntarse qué objetivos orientarán estas alianzas, y en cada biblioteca habrá una definición apropiada. Anoto que una de las finalidades generales de toda alianza sería la de contribuir a sostener y ampliar el lugar social de la biblioteca, para que sea reconocida en la estima social, y partícipe de todos los procesos de re-creación social. Y también para difundir la pasión bibliotecológica, una obsesión como tantas otras.

 

¿Recursos o gestión?

 Entonces, un desafío consiste en conocer formas de gestión y adaptarlas a las necesidades de nuestra biblioteca. Podríamos plantearnos con signos de pregunta “¿recursos o gestión?”. Es un dilema falso, como todos, porque la forma de gestión, de llevar adelante un emprendimiento, es ya un recurso que hace a su capital social. Es un valor que no hay que desdeñar y que hay que construir haciendo las alianzas adecuadas. Construirlo o reconstruirlo, porque observé en algunas bibliotecas que la máquina de la biblioteca, su grupo motor, está funcionando a un ritmo más lento que el de las agujas del reloj. Esto tiene que ver, antes que con la edad, con nuestras costumbres, usos y tradiciones, mentalidades sabias y prudentes sin duda, pero que necesitan remozarse. Este es uno de los fundamentos de la alianza entre jóvenes y mayores, o generacional.

El esfuerzo por adecuar el tamaño de esa pieza del rompecabezas a los tiempos supone un esfuerzo. Comprender el tiempo de de Sarmiento, y el nuestro, tan distintos, y en algo semejantes. En cada momento hay poderosos desafíos y reclamos que repercuten en el mundo bibliotecológico, y de una manera u otra, nos piden respuestas.

 

Tecnología ¿cómo y para qué?

 Otro tema es la tecnología. Y yo me pregunto, todos sabemos que la tecnología sirve, pero ¿cómo y para qué?

El principal estratega de un gran banco estadounidense, dijo en 1991: “La tecnología es nuestra principal preocupación estratégica, pero no porque nos resuelva problemas sino porque no sabemos bien qué hacer con ella. Aunque tenemos una estrategia para el mercado, las cuestiones tecnológicas parecen escapársenos. Por un lado es importante, todos concuerdan en eso, pero luego acabamos haciendo proyectos basados en una serie de decisiones técnicas fragmentarias. Parecería que no podemos captar el cuadro general”.[4]

Han pasado 15 años desde entonces. Suponemos que en ese país la tecnología estaba instalada más fuertemente que en la Argentina. Entonces, si el sector empresarial privado, que suponemos uno de los más dúctiles para asimilar estas cosas, tenía estas dificultades, ¿por qué no transponer esa frase al campo bibliotecario?

Un/a bibliotecario/a podría decir: “Todos sabemos que la tecnología es muy importante, es nuestra principal preocupación, pero porque no sabemos exactamente que hacer con ella. Tenemos estrategias para los lectores, para conseguir libros, también para organizar actos y conseguir públicos, pero nos falta un cuadro general donde la tecnología desempeñe un papel”.

Valga como ejemplo mi caso en este momento: debido a mis escasos conocimientos informáticos no pude preparar una puesta mejor. La hice en un formato arcaico, en forma de filminas, que implica usar una máquina de generación anterior, el retroproyector. Vamos avanzando muy rápidamente, pero, como dijo un historiador, "la tecnología deja en pie a su oponente". Por ejemplo, el arado tirado por energía animal, puede seguir funcionando, y de hecho funciona, al mismo tiempo que la rastra de disco y el tractor, movidos por energía mecánica. Por otra parte, las tecnologías en muchos casos se viven a través del deslumbramiento y la fascinación y hasta el fetichismo tecnológico, como también sucede con el libro. La tecnología nos interesa como facilitador del contacto con el libro, como ayuda para encontrarlo y difundirlo.

En una encuesta a bibliotecas de Santiago del Estero preguntamos acerca de las computadoras, un icono tecnológico que aún no tenemos ubicado del todo en el cuadro general.[5] Sobre 8 bibliotecas, todas tienen computadora, unas pocas tienen dos o tres, y alguna tiene 12. Pero ninguna ofrece aún el material catalogado en pantalla, y sólo dos tienen acceso a Internet. Esta es una tecnología disponible y hay que estudiar su expansión, cómo favorecerla, entrenando a nuestros bibliotecarios y lectores en su utilización. Por supuesto, al hablar de tecnología no podemos limitarnos a las computadoras, porque también hay que pensar en fotocopiadora, aire acondicionado, agua corriente, electricidad. Y un lugar donde calentar la pava para mate, té o café.

Por último, quisiera citar una entrevista reciente a Marc Augé, donde plantea la necesidad de una revolución educativa que se haga cargo del crecimiento de la diversidad, del crecimiento de la distancia social y del crecimiento de la exclusión en todos los países, y llega al punto de decir: ya no podemos hablar de países desarrollados, subdesarrollados o como quiera que se llamen, sino que encontramos esas realidades en cada ciudad, en el medio de esta heterogeneidad.[6] Creo que allí, la biblioteca y sus alianzas tienen que conducir a una respuesta apropiada.

La biblioteca es un aleph, con mayor o menor capacidad para refractar las imágenes del mundo. Nuestra tarea consiste en mantener limpia su lente.

 

Las zonas de tiempo en una biblioteca

 Imaginemos una biblioteca concebida dentro de una estructura temporal, antes que espacial. Se trata de una biblioteca un tanto ideal, o imaginaria, pero biblioteca al fin.

El grafo nos muestra un círculo compuesto de cuatro cuartos, o zonas. Las de la izquierda forman el presente, aquello que nos ocupa en tanto aprendemos haciendo: por eso dibujamos el aula arriba, y abajo el cuarto del presente, que bajo la forma de sala de lectura representa la función clásica de la Biblioteca, el lugar al que vamos para buscar una información precisa y oportuna. Vemos a la biblioteca como una extensión del aula, o, si queremos, al aula como prolongación de la biblioteca. Las alianzas más necesarias son aquellas que contribuyan a reforzar este rol formativo.[7]

Los dos cuartos del sector derecho representan el pasado y el futuro. El niño o joven que entra al aula se encuentra con un camino que lo lleva hacia el futuro, ya que necesita saber sobre Arquímedes para un examen de la semana que viene. Todo en el es plan, todo es proyecto. Esto requiere textos de planificación y de política, en el sentido de artes y disciplinas que ayudan a la producción de futuro.

Pero en el camino desde el presente hacia el futuro, todo viajero se encuentra inexorablemente con el pasado. Nos hacemos cargo de nuestro pasado recién a cierta edad, cuando podemos recuperar la historia familiar, la biografía, y entender quiénes somos. Este encuentro con el pasado es, nada menos, el encuentro con la historia del mundo. Y con la historia de Santiago del Estero, del país, o de cualquier otro espacio local en que esté la biblioteca.

El lugar del pasado es significativo en la biblioteca; a menudo sentimos que la ella contiene tesoros a defender y preservar. Hay que defender la información y los libros de las termitas y también del olvido. Entonces, es muy importante esta función de recuperación de memoria, porque ella estará sosteniendo el futuro, Creo que los cruces y senderos entre estas zonas pueden ayudarnos en la búsqueda que todos compartimos: hacer lo necesario, lo que hace falta para este tiempo.

 

Grafo:

Las zonas de tiempo en una biblioteca

el aula    

 

Espacio de niños jóvenes y mayores (los adultos están ocupados en el presente).

Lugar de siembre y goce.

 

el futuro

 

espacio de imaginadotes, investigadores y constructores de políticas. Para todo público.

 

La búsqueda del dato preciso y oportuno

Espacio de jóvenes, adultos y mayores.

 

el presente

Interpretación de uno mismo en el mundo.

De dónde se supone que venimos.

Para todo público.

la historia,

la memoria

 

Raíces:

anclaje social y medios de existencia

 

diseño: Walden

 

En la biblioteca conviven los tiempos y los espacios. El  bibliotecario –cualquiera que sea su género- ayuda en su búsqueda a los distintos usuarios. Con ayuda del equipo motor realiza las alianzas adecuadas para que los talleres de Tiempo se realicen en el Espacio disponible, mediante un uso apropiado de los recursos, entre los que, además del presupuesto, dispone de su imaginación. Que no se restrinja el concepto de lector al que literalmente lee, sino al que quiere aprender a leer el libro del mundo. Del mismo modo, veremos el autor en todo creador. La tecnología juega en esto un papel: serán necesarios catalejos, microscopios y periscopios, reglas de tiempo, relojes y brújulas, el anteojo de triangulación Williams y un mechero de Bunsen. Si hay conexión de telégrafo mejor. Y si no, no.  

(Pampezen, soliloquio del libro, circa 1958).


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[1] Ponencia expuesta en el Encuentro Nacional de Bibliotecas Populares, 4 de mayo de 2007 en Buenos Aires, organizado por la Comisión Nacional Protectora de Bibliotecas Populares (Conabip) de Argentina.

[2]  Sociólogo y escritor, investigador del CONICET y profesor de la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional de Santiago del Estero (UNSE). Integra la Comisión Directiva de la Biblioteca Sarmiento y atiende la sala de lectura de la Biblioteca Popular Amalio Olmos Castro. Fue delegado del Fondo Nacional de las Artes en Santiago del Estero desde 2003 hasta 2006. Ha publicado varios libros de poesía, cuentos, sociología e historia, entre ellos Manual del bibliotecario aficionado. En 2002 se graduó como Doctor en Historia en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Con Pablo Tasso coordina el sello Barco Édita.

[3] Recomiendo un texto de Gregorio Caro Figueroa, en el cual recupera la visión sarmientina de las Bibliotecas, que nos parece audaz y previsora. Gregorio Caro Figueroa: “Sarmiento y las bibliotecas populares”, en Álvarez, Luis M.: Manual para bibliotecas pequeñas, Barco ediciones, Santiago del Estero, 2006, pp. 87-95.

[4] Cit. por Parsons, Gregory L. “Tecnología de la información: una nueva arma competitiva”, en Hax, Arnoldo C.: Estrategia empresaria, El Ateneo,  Buenos Aires, 1992, p. 199.

[5] Con la colaboración de Daniela Nediani. En realización.

[6] 1º de abril, en diario La Nación,Buenos Aires.

[7] Agradezco a Lucía Solís sus aportes en la preparación de esta charla.

 

 

Edición

 

BIBLIOTECA VIRTUAL 

SOBRE BIBLIOTECAS

 

TEXTOS SOBRE LECTURA Y BIBLIOTECAS

La biblioteca,

su gestión y sus tiempos

Alberto R. Tasso

 

 

Literatura y Biblioteca:

El lugar donde los fragmentos

se unen.

Elisa Boland

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

   
 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 
   
       
 

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